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Esquí sobre nieve

Cercano a las grandes estaciones aragonesas y catalanas, el Alto Roncal  navarro, hasta entonces sólo utilizado por los militares para aprendizaje y prácticas de esquí -ahí sigue el viejo cuartel como edificio en ruina-, se abrió el año 1972 para toda clase de aficionados.

Ese año comenzó la dura prueba de esquí de travesía, Alta Ruta de Belagua, repetida después  en cada   invierno, en la que participan muchos equipos españoles y franceses. En enero de  2008 se inauguró en el espacio más alto, El Ferial,  en el límite del karts de Larra y el pino negro, el Centro de montaña del Valle de Roncal, Roncalia, en forma de caserío vasco-navarro, que acoge además de la escuela de esquí, sauna, comedor, bar y terraza.

 Además de pequeños remontes mecánicos, la especialidad preferida en nuestro bajo Pirineo sigue siendo el esquí de fondo -hoy, esquí nórdico-, en 27 kilómetros y medio de pistas y de recorridos para raquetas, con una altitud de 1.600 y 1.720 metros, en las modalidades de Semana Blanca, Fin de Semana y Esquí Familiar, con la ayuda imprescindible de cursillos y monitores.

Sobre la nieve cegadora, los colores más vivos que la constrastan y la magnifican.

Los ojos, protegidos; las manos y los pies, ardientes; los movimientos, ágiles.

Y a patinar de tal modo, que parezca que volamos (scivolare, dicen los italianos): que somos, si no pájaros, al menos personajes nivales.

Dinero, y nada más

Una de las críticas más profundas que se han escrito, desde dentro del catolicismo social español, a una manera de  pensar y de hacer obra social al servicio del dinero es aquel párrafo de la carta del dominico fray Pedro Gerard, cofundador con fray José Gafo de los Sindicatos Libres en 1912, a otro líder social, el canónigo y sociólogo asturiano Maximiliano Arboleya Martínez, el 29 de julio de 1916:  Conviviendo con ellos (Marqués de Comillas, Carlos Martín, etc) es como se puede apreciar el abismo qwue nos separa a los demás mortales de su manera de pensar en esta y otras cuestiones. Los cuatro días que he convivido ahora con don Jorge Satrústegui, y los muchos que he tenido ocasión de realizarlo con otros, me han demostrado palmariamente que ellos, desde que nacen, ven el mundo de otra manera muy distinta que los demás. (…)  Lo único que se pede sacar de alguno, casi excepciomalmente dispuesto, es dinero, y nada más.

Una historia social

Encuentro en mi biblioteca, buscando bibliografía pra trabajos actuales,  un libro de 1977, El sindicalismo amarillo en España, de Juan José Castillo, editado austeramente por Cuadermos para el diálogo. Al autor le conocí en Madrid y en Amsterdam y fuimos compañeros de archivos y de pasillos, nos hicimos algunos favores mutuos, que él recuerda en su trabajo, donde hace una crítica acertada de mi libro Socialismo y Anticlericalismo, en Taurus. Castillo ha escrito mucho y hoy es un maduro y reconocido historiador, a quien felicito. En la primera parte del libro nos instruye sobre la ideología y el amarillismo con profusión de citas de autores marxistas y no marxistas, franceses sobe todo, y nos presenta, reiterativamente, el objetivo del volumen: probar hasta la saciedad que los sindicatos llamados católicos, inspirados por el jesuita P. Nevares y financiados por el marqués de Comillas y otros empresarios, especialmente entre los años 1912-1925, fueron más amarillos que el limón, al servicio de las empresas y en contra de los sindicatos socialistas. Apenas aparecen otros sindicatos, como los inspirados por Arboleya en Austurias, que también queda salpicado de amarillismo, o los Libres del P.Gafo, que aparece sólo para denunciar a los rivales. Buen trabajo. Pero tal vez demasiado fácil, porque en ningún momento se nos dice nada del enemigo común, de los sindicatos socialistas,  fuera de alguna frase de desprecio y aversión para sus contrincantes. Quien lea el libro se imagina que esos sindicatos y la ideología que los nutre son el paradigma, el ejemplar primero, la perfección misma, a lo que se contrapone, en tiempos de la Revolución soviética y de revoluciones en España y en toda Europa, la imperfección, el raquitismo, la maldad, incluso, de los sindicatos católicos oficiales, especiaalmente ferroviarios y mineros, de Valladolid, Madrid, Moreda, Aller, Río Tinto, La Unión, Ponferrada, Palencia, Burgos, Vitoria o Irún. Saber qué pensaban, qué hacían, qué proyectos tenían los sindicatos socialistas sobre la libertad, la igualdad, la fraternidad, la religión, la clase obrera, la sociedad, España…, para poder compararlos con sus desprestigiados adversarios, parece lo elemental en una obra de tal envergadura. ¿Cosas del tiempo? Cosas de siempre. El libro, de por sí, es pesadísimo. Pero para quienes cultivamos este tipo de temas, apasionante. Y siempre actual, por diversísima que sea la sociedad, la política y la Iglesia de hoy de las de ayer.

Ay, Portugal…

Viendo la penosa situación económico-social, en que vive Portugal -el Portugal de nuestro Ay, Portugal ¿Por qué te quiero tanto?-, lo poco que nos importa, y lo solo que le dejamos, se me ocurre trasladar al caso, recomponiéndola, la famosa frase sobre Méjico y USA, haciéndola un poco menos compasiva, pero tan quejumbrosa como ella: ¡Ay Portugal, tan cerca de la Virgen de Fätima, y tan lejos de tu hermana y contigua España!

La mortalidad de Sampedro

Comenta y elogia Ángel Gabilondo la palabra, la ética, la solidaridad del gran humanista que ha sido José Luis Sampedro, y recuerda un diálogo con él, el año 2005, en el que el economista y novelista exponía su preferencia de la mortalidad sobre la insoportable inmortalidad. Insoportable, apabullante, exasperante, es, en verdad, la inmortalidad para el hombre mortal, que no la entiende, que la desea y sueña tal vez, pero que le desborda y llega a enloquecer, a medida que se adentra en su imposible comprensión. Porque la inmortalidad es don de Dios, creador y dador de vida, inmortal en sí y por sí, sin el cual la inmortalidad es un concepto que se nos escapa y, al escapársenos, nos aterra.

Ur-ederra

Acabo de verla: impetuosa, desbordante, impaciente, presurosa.
Agua hermosa (Ur ederra). Agua limpia, y clara, útil y casta.

Hermana agua.
Agua descalza y franciscana, natural y purísima.
Hermana agua.

Agua llovida sobre los hayedos y pastizales, sobre las torcas, uvalas y simas de la sierra Urbasa (bosque de agua). Se filtra luego por los intersticios de los estratos calizos hasta el inmenso impluvium subterráneo, y escapa al fin por esta resbaladiza quebrada de la vertiente sur de la sierra, cabe el Puerto de Baquedano, entre líquenes, musgos, hayas, arces, tilos, robles, yedras, fresnos, mimbreras…, que no la dejan sola hasta que se deja seducir, ya muy cerrera y corrida, por el río Ega, a los pies del Belástegui, cerca de Arbeiza y Zubielqui.
Hermana agua, que has dado y das de beber y de soñar a hombres, animales y plantas. Y vuelves otra vez, por evapotranspiración, a la hermandad natural de la nube, de la nieve y de la lluvia.
Las claras fuentes y corrientes ríos / en magnífica abundancia / sabrosas y trasparentes aguas le ofrecían…

El humor

El humor, el buen humor, está por encima del optimismo y del pesimismo, actitudes excesivas, porque nace de la realidad, que no puede ser ni optimista ni pesimista, ni siquiera buena o mala, sino que está esperando que seamos nosotros lo que pechemos con ella, para poder llamarnos buenos o malos.
Sin igualdad esencial entre los hombres no hay verdadera libertad humana.-
– No es verdad que todas las personas sean iguales ante la ley. Lo son todas de por sí, pero su diferente función social y las consecuencias derivadas de ella las hacen, se quiera o no, desiguales, no esencialmente desiguales.

A veces pienso…

A veces pienso, en estos días tristes, si no estamos ante una pérdida de confianza social y de una falta de liderazgos políticos tales, que el vértigo de la historia nos esté llevando a una Tercera Transición, en la que el PSOE y el PP, ya con menos de un 50% de los posibles votos de los españoles, según las últimás encuestas, no sean los sujetos políticos principales de la misma. A veces pienso… Ojalá que sea sólo un mal pensamiento, un errático divertimento, la expresión mental decaida ante una información negativa abrumadora, por un parte, y ante una concepción -la mía habitual- demasiado utópica de España y de las gentes que habitan ese país.

El Gran Debate de la Cinco

Salgo durante unos minutos del Gran Debate de la Cinco, cuando por el apasionamiento de varias de las señoras intervinientes (y de un señor) apenas se entiende nada, apenas se entienden entre sí. Todo un símbolo y hasta señal de lo que está ocurriendo en toda España en este momento grave: los errores del rey y del marido de una infanta; tal vez los de la infanta misma; la obsesión de muchos contra el rey y la casa real; la viabilidad de la monarquía sin la abdicación del rey en el heredero de la Corona; la corrupción de los partidos políticos; las cuentas turbias del ex gerente del PP, el partido en el Gobierno, que está poniendo en jaque a su partido, a una cierta clase empresarial y al propio Gobierno; la crisis económico-social que todo lo complica; la deriva independentista en Cataluña; el escándalo de los ERE en Andalucía, y el menor de las dietas entre los políticos navarros… Todo esto y treinta cosas más, de ese cariz, cayéndonos como rayos cada semana, cada día, a cada hora, nos apesadumbran, nos enervan, nos llegan a desbordar, tal vez a enloquecer. Esta tarde, a lo largo del programa, datos nuevos vienen a colmar el colmo. Abro ahora la ventana al frío de la nochde de abril, porque la intensa calefacción me está poniendo malo. ¿O será el programa de la Cinco, tan exquisitamente llevado por Jordi González?  ¿O será la España de hoy? Dios mío, no sé si volver al programa, o poner un poco Mozart. O ver la apelícula de turno. O ponerme a hacer unos versos. Todo menos inhabilitarme para seguir pensando y viviendo, al menos como hoy, mañana por la mañana.

Un programa sobre Navarra

Ayer, después de la exitosa serie Cuéntame cómo pasó…, me quedé a ver el programa que Imanol Arias y Juan Echanove hacen recorriendo España: Un país para comérselo, que, tengo que reconocer, con cierta vergüenza, no conocía. Le tocaba esta vez a Navarra. Y la verdad es que lo hicieron muy bien, aunque algunos habrán pensado que se trataba de un escenario más de la Semana de la Verdura de Tudela, o de una descarada propaganda de los productos típicos navarros: la alcachofa, el cardo, la borraja, el queso del Roncal, el vino, las chuletas de carne de vaca (aunque sea gallega) a la brasa, el ajoarriero… Pero ese es uno de los objetivos del programa, y junto a los productos de Navarra han estado, están y estarán todos los de España. Puede que hasta el navarrismo del oficial del Polígono de Tiro de las Bardenas haya servido para hacer menos extraño y menos peligroso el susodicho Polígono. De todos modos, la belleza de los paisajes, recién llovidos y nevados de este invierno-primavera, la calidad de las imágenes, el embrujo de las Cuevas de Zugarramurdi -incluido el gracioso brebaje-, la maestría de Floren Domezain, las dotes de naturalidad, jocundidad, alegría y hasta de voracidad de Echanove, bien acompañado también en este papel por Arias, hicieron de todo el reportaje una obra de arte desenfadada, optimista, divertida, cercana, popular, encantadora. Sin sofisticación alguna, lejos de cualquier asomo de erudición barata, a pie de calle, a pie de popularidad televisiva, fue un programa excelente, fresco, lleno de realismo, de humor y de vida. Enhorabuena.