Archivo por meses: marzo 2008

Josep Benet

Durante la pasada semana santa se nos fue el historiador, político y hombre benemérito del catalanismo institucional, Josep Benet. Le conocí y pasé muchos ratos con él en Barcelona y Montserrat, en los años sesenta y setenta. Me ayudó mucho en la investigación histórica y en el conocimiento de Cataluña. Siempre le encontré apasionado pero sereno, catalanista pero mucho más que eso, humanista cabal, y riguroso historiador, a la hora de condenar los atropellos del franqismo como los atropellos anteriores, por ejemplo, contra la Iglesia, cuyo persecución calificó, sobre todo en Cataluña, como la más feroz y sangrienta de la historia. Siento hoy mucho cuánto nos hemos distanciado de Cataluña. Barcelona ya no es lo que fue duante años para nosotros. Hoy vamos mucho más a Madrid y a otras capitales españolas. El nacionalismo-soberanismo-independentismo catalán no sólo no nos ha ganado, sino que nos ha perdido y alejado. Pero siempre guardaré el recuerdo agradecido de personas como Benet, Bonet, Manent, Fornas, Muntanyola, los Vidal, Sanabre, Just, Boix, Taxonera, Massot, Dalmau, y tantos y tantos otros, con los que viví, unos años, alegrías y penas, esperanzas y proyectos compartidos.

Tiempo de reflexión

Tras los muchos excesos verbales (y mentales), demonizaciones y, sobre todo, vulgaridades de hombres muy vulgares durante toda la campaña y precampaña electorales, pareciera que hubiéramos entrado en una etapa de reflexión, ahora sí. Y es que aquí lo único que monta, y monta tanto, son los resultados electorales. Y el ganar unos y perder otros es lo único que parece obligarles a pensar: quitar y poner a éstos o aquéllos, esto o lo otro; corregir aquí, amputar allí… Vamos a ver. Mejor es no arriesgarse mucho, ni poco.  Que el gato escaldáo / del agua fría huye. Por lo menos, descansemos un poco en  este, inesperado, tiempo de forzada reflexión, de calma y hasta de  esperanzada ingenuidad.

Sábado de Pascua

             La paz con vosotros

        (Luc 24,36-49; Jn 20,19-29)

        Siempre que se deja ver,
        trae a los suyos la paz:
        La paz (esté) con vosotros,
        es su mensaje habitual.

        Todos huyeron cobardes
        y miedosos a la par.
        Pedro le negó tres veces
        y no dio la cara Juan.
        Tristes les dejó la culpa
        y agobiados de pesar.

        Pero el Maestro les trae
        todo un regalo pascual,
        hecho de perdón y gracia
        y de fuerza espiritual.
        La paz que necesitaban
        han vuelto en él a encontrar.
        La paz que por Galilea
        iba dejando al sanar
        a enfermos y pecadores,
        pobres de duro penar,
        excluidos de por vida
        del Templo y la sociedad.
        Creían en las palabras
        del profeta popular
        y en sus prodigios de vida
        que iban expulsando el mal
        allí donde se encontrara,
        fuera o dentro, aquí o allá.

        Sus corazones se encienden
        y se ponen a enseñar
        lo que les dijo el Maestro,
        y se atreven a curar
        como él curaba, en el nombre
        de Dios, su Padre leal.
        LLevados por el Espíritu
        comienzan a bautizar.

        Uno tras otro, al martirio,
        por el ancho mundo, van,
        llevando la paz de Cristo
        que han visto resucitar,
        y asegurando que todos
        también resucitarán.

Viernes de Pascua

  
      (1 Co 1,22-25; 2 Co 5,19; 1 P 2,22-24)

   
    Con Jesús ha hecho Dios por fin justicia:
    no han triunfado el terror y la nequicia.
    Y el reinado de Dios por fin inicia
    su batalla final con la injusticia.

   
   

   

Jueves de Pascua

              (Mc 16, 1-8)

      
       Madrugada de Pascua
       junto al sepulcro:
       la muerte es el pasado,
       Cristo el futuro.

Miércoles de Pascua

             “Al tercer día”

    (Os 6, 1-3; 1 Cor 15, 3-5)

  
    Tercer día,
                    el decisivo.
    El tiempo de la franquía:
    la parusía
    del Dios fuerte y compasivo.

    El Dios que salva y libera,
    el que revive a los muertos
    yertos
    sobre las sombras severas
    de la inesperable espera.

    Cierto es Dios como la aurora,
    y activo
    como la lluvia madrugadora.
    ¡Y Jesús, de la noche cautivo,
    decididamente vivo!

Martes de Pascua

                 
                A Jesús diole Dios la razón:
                y este es el sentido de la Resurrección.

                 
                    (Mc 15,39; Hch 10,38; Jn 3,16-17)

Lunes de Pascua

        Del sueño de la muerte
        Dios le despertó
        y del sheol sombrío
        le levantó.
        Dios puso en pie
        a quien en Dios puso toda su fe.

Domingo de Resurreción

    “Porque, si confiesas en tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo”

         (Rom 10, 9. Lugares paralelos: Hch 2,32; 3,15; 4,10; 5,30; 10,41)

         
         Dios resucitó a Jesús de entre los muertos.
         De eso están absolutamente ciertos.

Sábado Santo

             A Cristo muerto

Ya estás muerto y bien muerto. Estás inerte.
Ya están tranquilos los que te entregaron.
Piensan, felices, los que te mataron
que todo ha terminado con tu muerte.

Pero aquí estoy, Señor, para valerte,
tras los muchos millones que te amaron
y sus vidas, felices, dedicaron
a que el mundo pudiera conocerte.

Hoy como ayer los déspotas malditos
a los justos persiguen impasibles
y los clavan en cruces de terrores.

Yo te prometo, amor de los amores,
impedir con mis fuerzas disponibles
sus pasos, sus intrigas, sus delitos.