Ya es la Navidad
en el Corte Inglés.
No encuentro la mula
y tampoco el buey.
Ni se ven de compras
María y José.
Demasiado ruido,
continuo tropel.
No se ven pastores
con queso o con miel.
Los precios, tan altos,
que no hay más que ver.
Acaso los Magos
se acerquen después,
que siempre los magos
saben quedar bien.
Esta Navidad
no es la de Belén.
Oh, Sol, que naces de lo alto. Replandor de la luz eterna, Sol de justicia…
(Antífona de vísperas del 21 de diciembre)
¿Fue en invierno o en verano?
¿Fue de noche o fue de día?
Sólo sabemos que el sol
Salió cuando Él nacía.
Ay, qué desgracia, madre,
la de este crío:
niño judío ayer
y hoy palestino.
Ah pastores que veláis
por guardar vuestro rebaño…
(villancico de santa Teresa)
Ah, pastores que veláis
por guardar vuestros rebaños,
sois los primeros en ver
el mayor de los milagros.
Los primeros en creer
en ese niño cercano.
Los primeros en querer
acercarse a contemplarlo.
Ese niño, de mayor,
será un día ejecutado,
por ser de pobres amigo,
por ser de pobres heraldo.
En su drama os puso Lucas
los primeros del reparto.
Sois los primeros también
en el santoral cristiano.
Ah, pastores que veláis
por guardar vuestro rebaño…
Ángeles son, que ya viene el alba
(villancico de Santa Teresa)
¿Que ya viene el alba?
Que el alba ya vino,
con el Niño a una,
humano y divino.
¿Que ya viene el alba?
Que el alba ya vino
y toda la luz
con Él se convino.
Que no viene el alba.
Que el alba ya vino.
… El ángel respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
(Luc 1, 35)
Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria virgine et homo factus est.
(Credo de los Apóstoles)
Si es el Hijo de Dios por obra del Espíritu,
el parto es justa, plena, perfectamente espiritual.
Los primeros teólogos lo llamaron virginal,
por decir a la vez la carne y el espíritu.
Cuando le llegó la hora,
el niño alegre saltó
en brazos de la Señora.
Igual que la luz salió
ese día de la aurora.
– Bendigamos al Niño,
el que nació en Belén.
Alabemos su gloria
y su humildad también.
Dios tomó nuestra carne:
por siempre es nuestro. Amén.
(Is 4, 2-5)
Aquel día, el germen del Señor
levantará su esbelta envergadura
y el fruto de la tierra
rozará los linderos celestiales.
Dios enviará los vientos de justicia y de pureza
que barrerán la sangre y la inmundicia
y el monte Sión esplenderá
con sus nubes de día y su fuego de noche,
con que un día condujo el pastor de Israel
al pueblo santo
por el duro camino empedrado del exilio
que llevaba a la tierra prometida.
Por encima de todo poder,y por encima
de nuestra débil confianza dubitante,
sobre el monte Sión, más alto que nunca,
la gloria del Señor será nuestra morada,
toldo para sombra, tienda contra el frío,
nuestro abrigo y reparo
frente a toda inclemencia y desventura,
por los siglos de los siglos sin fin.