Archivo por meses: febrero 2009

Dios o la Fortuna

Nada menos que Flavio Josefo, el general judío que se pasó a los romanos y vaticinó a Vespasiano que sería emperador, a quien debemos, entre otros, De la guerra de los judíos, escribe para justificar su alta traición: La Fortuna está de su lado [romano] por todas partes y Dios, que lleva el poder de un sitio a otro, se encuentra ahora en Italia. Una ley, de gran vigencia entre los animales y entre los hombres, manda ceder ante los más poderosos y dejar el mando en manos de los que tienen la fuerza de  las armas. – Los griegos habían escrito ya cosas parecidas sobre los dioses y el destino, pero Josefo equipara aquí la Fortuna, la Suerte y, en definitiva, la Fuerza de las armas con el Dios de Israel, el único, el perfecto, el infinito. Asi que el Got mit uns (Dios con nosotros) no lo inventaron los nazis.

Filtraciones

Qué desempacho, qué descoco, éste de las filtraciones casi cotidianas desde ciertos juzgados españoles. Y todo porque antes es la primicia, el notición, la pisada al diario rival, el favor hecho a un partido o un grupo de presión, sobre todo en tiempos electorales (interés particular), que la presunción de inocencia -tan cacareada cuando interesa-, que la fama y el honor de las víctimas, que la indefensión de los acusados (interés general). Y así van educando a este país algunos dirigentes político-jurídicos, jurídico-políticos del mismo.

Hacienda ¿existe?

Me envía un amigo un power point lleno de buen humor. En el lateral de un autobus va escrita, con letras grandes, esta leyenda: Probablemente Hacienda tampoco existe / Coge tu pasta y disfrútala.– Lo único que me desagrada de esta ocurrencia sarcástica es que pueda compararse a Dios con la Hacienda inquisitiva e inquisidora, apremiante, punitiva, injusta, desasosegante, a juzgar por el segundo hemistiquio. Pero así consideraron a Dios los que escribieron aquella primera leyenda en los autobuses. Y, qué curioso, volvemos al famoso personaje del novelista ruso: Si Dios no existe…, que era ásperamente criticado por los agnósticos y ateos de antaño.

Dios en el cerebro

Como si fuera una introducción a la Cuaresma, pero esta vez laica y laicista, el diario  EP, que hace tiempo hace de boletín anticlerical y hasta ateo, no se sabe si para detener su descenso de ventas, dedicaba hace tres días un largo trabajo de Javier Sampedro, empedrado de citas pretenciosas de ateos reputados, titulado Dios habita en el cerebro, con viñeta y todo: un descerebrado adorando al cerebro, que seguramente se lo han quitado a él. Como en los viejos periodicos anticlericales españoles. Total, para volver a decirnos que los creyentes de toda laya tenemos interiorizado un Dios antropocétrico, que somos unos fantasiosos y unos supersticiosos. Del oráculo ateista inglés Dawkins se queda con que un diseñador inteligente debe ser aún más complejo que las criaturas a las que pretende dar explicación, luego no les da ninguna (sic). Nos quedamos sin saber si ese luego es un adverbio temporal o una conclusión silogística. Y para rematar algo que le viene grande, nos cita al evolucionista Pascal Boyer, que nos enseña que la incredulidad suele ser el resultado deun esfuerzo racional deliberado contra nuestras predisposiciones naturales. Así que el pensamiento religioso es la línea de menor resistencia. Una muestra más de nuestra imbecilidad frente a los resistentes racionales. 

¿Qué es adoctrinar?

¿Qué es adoctrinar? ¿Sólo dar doctrina? (Docere: enseñar).

– Quien critica a los políticos, aunque sea a todos los políticos ¿critica con eso a las instituciones?

– ¿Por qué los cínicos antiguos, que fueron críticos radicales (sobre todo de las convenciones sociales), se confunden siempre con los cínicos actuales, que suelen ser todo lo contrario? Volvamos a la Epístola moral a Fabio, aquélla que comienza: –Fabio, las ambiciones cortesanas / prisiones son do el ambicioso muere

¿Pueden ser libres los jueces elegidos no sólo por los políticos, sino por los partidos políticos? Y, si no lo son ¿por qué criticarlos?

– Antes de que el cazador fuera cazado ¿quién se interesó por el cazador?

Cristianos y judíos

Releo la obra de Flavio Josefo La guerra de los judíos, obra capital para entender la primera cristiandad, bajo el terrible reinado del infame Nerón, el primer perseguidor de cristianos, a quienes endilgó el espaantoso incendio de Roma, que duró seis días, sin que nadie intentara apagarlo, en el que perecieron millares de personas. Y ante las atroces escenas de la represión romana de Vespasiano y Tito, con millares de judíos asesinados , incluyendo mujeres y niños, decapitados, crucificados, arrojados al mar, y millares vendidos como  esclavos, me quedo con la pregunta de qué hicieron las pequeñas comunidades seguidoras de Jesús, los miembros del movimiento de Jesús, como se dice ahora: cómo se comportaron los judíos con ellos, cómo reaccionaron al furor nacionalista antiromano, cómo lucharon contra los romanos o se abstuvieron de hacerlo… Sabemos algo de la primeras persecuciones judías, más o menos  contenidas, por el poder romano, en las que murieron Santiago o Esteban, fueron encarcelados los primeros apóstoles, fue llevado Pablo a Roma…, pero de esta segunda etapa no sabemos todavía nada. Probablemente hubo de todo. Y muchos de ellos fueron mártires (testigos) de Jesús, como los de Roma (Pedro y Pablo, entre ellos) o sus antecesores de Jerusalén.

Laicidad es tolerancia

Leo en la revista de Vitoria, Lumen, un buen trabajo sintético, de Arturo Calvo Espiga, sobre La libertad religiosa en las sociedades democráticas. A la hora del resumen, escribe Calvo: La laicidad es sinónimo de tolerancia o no es nada. Ser laico es estar siempre dispuesto a dudar metódicamente de las propias certezas, al tiempo que se es capaz de creer radicalmente en determinados valores sabiendo que existen otros que deben ser respetados aún cuando no se esté dispuesto a compartirlos; es poseer la capacidad de distinguir el pensamiento y los sentimientos auténticos de las convicciones fanáticas y de las viscerales reacciones emotivas; es sentirse libre tanto del absoluto de la idolatría como del de la desacralización, ambas serviles y coactivas. El auténtico laico tiene siempre presente que el intolerante puede ser cerradamente clerical o facciosamente laicista, ambos radical y esencialmente antilaicos.

Lo que diga el PNV

En la historia de la Iglesia, vemos y oímos con frecuencia hacer y decir a muchos obispos, en asuntos políticos que no son de su competencia, lo que quienes les nombraron o impulsaron su nombramiento hacen y dicen. En tiempos actuales aquella mala costumbre se ha conservado en algunos casos, donde los obispos se acomodan fácilmente, según una vieja costumbre, al entorno político que mejor les trata y resguarda. Es el caso del obispo de San Sebastián y antiguo de Zamora, muy piadoso, muy espiritual, muy culto, pero incapaz no ya de espíritu profético alguno, sino hasta del sentido de la autonomía más elemental. No es la primera vez que el prelado donostiarra hace y dice lo que hace y dice el PNV. Nadie le mandaba, ni le exigía, ni siquiera le rcomenaba que, en medio de una campaña electoral, diera su parecer particular sobre la ilegalización de unos partidos fantasmas, que no son sino la nueva carátula de HB, el partido político de ETA. Pues, no, había que decir lo que dice el PNV, como de costumbre. Algún político le ha dicho broncamente que, si ETA matara a obispos, tampoco habría que legalizar a los partidos políticos de la banda terrorista. ¡Y luego se quejan algunos de ciertos antilericalismos. Y otros siguen denostando al nacional-catolicismo español! Ay, ené…

Huelga de jueces

Me hubiera gustado que, llevando por delante todos los agravios expuestos por los jueces y colaboradores de los jueces, y aun incitados o ayudados por ellos, hubieran hecho la huelga todas aquellas personas que han visto de cerca, han sufrido o están sufriendo todo eso que denuncian hace mucho tiempo nuestros hacedores de justicia: falta de profesionales, falta de medios, falta de espacio, falta de atención del poder ejecultivo y legislativo… Y, después, hacer esa misma manifestación delante del juzgado correspondiente, cada vez que de un juzgado sale un atropello, una patente injusticia, una insensata decisión,  que de todo hemos visto. Pero, no. Los afectados, tan afecfados a veces, no nos movemos.

La ley de plazos

Con la ausencia, muy significativa, de CIU, la comisión parlamentaria del Congreso ha dado, como estaba previsto, el vía libre al Gobierno para que presente su anunciada y predicada ley de plazos para el aborto. Lo que vulgarmente se dice el aborto libre (lo que no es exacto) o, como decía hoy la representante del único partido de la oposición, el aborto como un medio más de contraconcepción. La verdad es que, con la legislación actual y sobre todo con el cuarto supuesto añadido en los noventa, el aborto ya es muy libre, y, además, sin barrera temporal alguna, de lo que dan prueba las carniceras experiencias que se denunciaron hace unos meses, sin que tuvieran, ay, apenas sanción penal ni moral. Y esto es lo más grave: que en la mayoría de la población, que hasta hace bien poco se oponía a esta generalización, el aborto sin motivo alguno declarado se entienda como un medio, algo más complicado, de profilaxis. La falta de una mínima moral cívica, en este punto y en otros aledaños, de los partidos políticos y del Gobierno, de grandes medios de información, de los grupos de influencia educativos e intelectuales de nuestro país -tan locuaces y activos en otros terrenos morales- nos han llevado a esta situación. Lo que me parece tan importante como la misma medida legislativa. Sólo oímos hace pocos días una tímida referencia del presidente del Gobierno al abuso de los abortos en adolescentes jóvenes. A otros ni eso. Y es lamentable que, aparte del PSOE, los decididos sostenedores de una  ley tan  seria sean unos grupos minúsculos, llamados de izquierda, que pueden un día no lejano desaparecer, y que irán sin duda más allá que el PSOE, dejando al Gobierno en una situación cómoda, defendido siempre por el ejemplo de los países más avanzados de Europa, lo que no es cierto del todo ni en la realidad ni en el calificativo. Pero esto es lo que hay y durante los meses que faltan para la aprobación de la ley habrá ocasión para debatir serenamente, si esto es ya posible entre nosotros. Espero que un día no lejano la ciencia y una maduración de la moral cívica haga más difícil la plaga de los abortos en el mundo. Pero, mientras tanto, como han hecho algunas personas valientes y sabias, opuestas a la ley, ante la subcomisión de expertos, cada uno podrá intentar convencer a los demás de sus propias convicciones. No valen aquí, y aquí menos que en parte alguna, medios inadecuados y torpes, que más que convencer, generan rechazo, aversión y desprecio. El deber no tiene nada que ver con eso. Y la vida menos aún.