Archivo por meses: enero 2010

¡Dios mío, qué tristeza…

¡Dios mío, qué tristeza, qué miseria, esos discursos, esas caras, esa falsedad! ¿Somos nosotros esos tipos? Sí, somos nosotros, Dios nos perdone. Ésas son las cosas que decimos (y que no pensamos) cuando estamos juntos. Ésas son nuestras mentiras. Ésas, nuestras vanidades. Ésas, las mujeres que giran alrededor nuestro, o sobre las que nosotros giramos, que tienen todo dudoso, hasta el sexo. No, el retrato de esta sociedad no mejora cuando pasa del palacio del príncipe al salón de la poetisa o al estudio de la pintora. Cambia de estilo. Pero sigue la mezquindad, en lo dialectal, en lo falso. Esto escribía el célebre periodista Indro Montanelli en el Il Corriere della Sera, del que fue director, al otro día de haber visto, en pase privado, la espectacular pelicula de Fellini, La dolce vita, a la que compara poco antes con las pinturas de  Goya. Hace ahora cincuenta años. Yo la vi en Roma a las pocas semanas de su estreno y recuerdo bien la tremenda impresión que me causó. Aquella italia, dicen todos ahora, ha traido ésta, pasando por la Tangentópolis. Y aquel Comendatore Lombardone (Berlusconi) que Fellini ridiculizó pocos años después, y que podría haber estado entre los jóvenes estragados de la película, hace hoy, tras sus variadas dolces vitas, que un puñado  de magistrados y magistradas desfilen por las calles de Italia contra él, con sus togas y sus ejemplares de la Constitución. – ¿Y de España no podemos decir algo parecido? Viendo algunos personajes, algunas pelìculas -no tan magistrales, por desgracia, como la de Fellini-, algunas televisiones, algunos perdiódicos, algunas cifras… de antes y de ahora, ¡qué tristeza, Dios mío, qué miseria…!


Jubilaciones

Lo cierto es que hoy vivimos muchos más años, los gastos públicos de los jubilados son mucho mayores y la población joven decrece proporcional y absolutamente. Nos jubilamos y prejubilamos, salvo en oficios onerosos o exigentes, demasiado pronto, a veces escandalosamente pronto. Cualquier gobierno responsable, aqui o fuera de aqui, tiene que tomar medidas previsoras y preventivas. Leo y oigo muchos de los argumentos de la oposición a tales medidas y casi todos me parecen públicamente demagógicos y privadamente interesados. Pero la reforma, y más si lleva consigo otras reformas, en forma de recortes de pensiones y aaumento de cotizaciones, no puede sino plantearse en un cuadro de diálogo y búsqueda de acuerdos con la oposición y con los agentes económicos y sociales, como se dice, cosa que el Gobierno español, con esta decisión imprevista e imprevisora, contraria a todo lo dicho en los últimos tiempo, no parece haber hecho.

Cementerios de residuos nucleares

Si es tan peligrosa la energía nuclear, y, por tanto, los ATC (almacenes tempoales centralizados), es decir los llamados cementerios de residuos nucleares ¿por qué se deja su construcción y depósito en el término de unos pobres ayntamientos, que, por toda razón, lo que quieren es recibir compensaciones económicas y crear puestos de trabajo? Y, si no son peligrosos ni esos cementerios ni esa energía, antes bien, son del todo seguros, ¿por qué no va a seguir España, como otros grandes países, muchos más desarrollados que el nuestro, produciendo energía nuclear?

Democracia sólo como resultado

Muchos llamados demócratas entienden la democracia como un conjunto de resultados positivos para sus intereses particulares y no como suma de procedimientos comunes, de reglas de juego libre y comunal al servicio de todos. De ahí que Estados, comunidades, gobiernos, partidos políticos… sean muchas veces tan inestables, tan tornadizos, tan débiles, tan contradictorios, tan ineficaces. Basta ver lo que está sucediendo hoy en España con el nuevo Estatuto de Cataluña , con los trasvases de los  ríos, o con los llamados cementerios de residuos nucleares. Parece un espectáculo de pícaros, en una exhibición de habilidades o ardides para ver quién saca el mejor partido del descuido o de la torpeza de los demás. Las reglas comunes, para los otros, y los posibles beneficios sólo para nos-otros: Sin Fein: nos-altres sols.

Las cinco llagas

El filósofo italiano Antonio Rosmini (1797-1855), uno de los más importantes y fecundos pensadores de su país en el siglo XIX,  intentó renovar la filosofía escolástica de su tempo,  fundamentando filosóficamente la teología católica, a la manera de santo Tomás, en torno a la teoría del ser, idea innata en el hombre, que constituye el principio de toda su fértil especulación. Canónigo de Milán, fundador de una congregación de sacerdotes,  Rosmini se hizo famoso  también por su libro Las cinco llagas de la Iglesia: 1) la separación entre el pueblo cristiano y el clero; 2) la insuficiente formación cultural y espiritual del clero; 3) la desunión de los obispos (entre sí, con el clero y con el papa); 4) la injerenia política en el nombramiento de los obispos, y 5) la riqueza de la Iglesia.  Mucho, todavía, tan actual. En 1887 fueron condenadas  40 proposiciones de Rosmini por el renovador papa León XIII, es decir, por su Curia. La condena fue condonada el año 2001. La Congregación de la Doctrina de la Fe, tan poco autocrítica siempre, consideró superados los motivos de preocupación y dificultades doctrinales de la obra de Rosmini. Como si no hubiera habido, en vida del filósofo y después de ella, otros mayores motivos de preocupaciión por parte de la misma Iglesia. Finalmente, el 18 de noviembre  de 2007, el antaño sospechoso y peligroso Antonio Rosmini fue beatificado por  la Iglesia Católica. Vivir para ver. Y nunca es tarde si la dicha llega, aunque no es cosa de negar la larga desdicha.

España calla ante Chavez

Leo los periódicos digitales de Venezuela, muy mayoritariamente opuestos al cierre -otro más- por  el presidente Chavez del canal RCTV (Radio Caracas Televisión) Internacional, primero de los canales por cable en el  país y primera tribuna de los voceros de la oposición, junto  a otros cinco pequeños canales, después  de que hace poco hiciera enmudecer un buen número de emisoras de radio, por no querer todos ellos ser altavoces de un  Gobierno cada día más totalitario, inmerso en una crisis social y económica aguda. Leo sobre la muerte por bala de dos estudiantes en Mérida y sobre las muchas manifestaciones y represiones en varias ciudades venezolanas. Leo en los principales diarios de toda la nación los mensajes de preocupación y de protesta llegados de la OEA, de Estados Unidos de América, de Francia o de Chile, así como de muchas organizaciones periodísticas y culturales de todo el mundo. Y veo con tristeza que no veo nada parecido llegado desde España.

Zilda Arns

A ciertos periódicos españoles les ha costado muchos días dar la noticia de la muerte, bajo los escombros de su residencia -no sería tan segura- del arzobispo de Puerto Príncipe, Joseph Serge Miot, de 63 años. Otros ni la han resaltado siquiera. Comprendo que en una situación horrenda como ésta, cualquier acento puesto en cualquiera parece discriminatorio y hasta injusto, cuando tantos son los muertos y desaparecidos, y cuando, entre los  edificios públicos, hasta el palacio presidencial y la catedral están derruidos. Entre las víctimas del terremoto, y ya célebres en todo el mundo antes que él, está la llamada madre del Brasil, la fundadora de la Pastoral de la Infancia. El presidente Lula, que acudió a su funeral en la ciudad natal de la fallecida, anunció que la propondrá para el Premio Nobel de la Paz post mortem: Cualquier brasileño que hoy cierre los ojos -dijo el mandatario- verá el rostro de la doctora Zilda. Ha sido una gran pérdida para Brasil y para el mundo. Una persona que ha dedicasdo su vida a cuidar a los necesitados y a practicar la solidaridad. Murió haciendo una de las cosas más sagradas qiue sabía hacer: visitar a las personas pobres. Hermana del cardenal arzobispo emérito de Sâo Paulo, la doctora Zilda Arns Neuman (Forquilhinha, 1934), de ascendencia alemana,  era médica de profesión,  especializada en salud pública. Su institución, compuesta sobre todo por mujeres expertas en acciones básicas de salud, nutrición, educación y ciudadanía, con métodos revolucionarios en algunos de estos campos, atiende en más de 40.000 comunidades, de 4.000 municipios del Brasil, a dos millones de niños y  a más de 100.000 embarazadas, pertenecientes a millón y medio de familias, y trabaja además en una veintena de países de América, Asia, África y Oceanía. Minutos antes de morir, junto con 16 sacerdotes que asistían a su curso, explicaba el fundamento de su inmensa tarea: Así como Jesús ordenó que mirasen si todos estaba saciados, tendríamos que que implantar un sistemas de infotrmación con algunos indicadores de fácil comprensión, incluso para líderes analfabetos (…) Sería la misión del Buen Pastor, que está atento a todas las ovejas, pero da prioridad a aquéllas que más lo necesitan.

Haiti ( y III)

¿Dónde está Dios?, he oido y leido en varias ocasiones en relación con lo sucedido en Haiti. La vieja pregunta tantas veces leida y oida en torno al Holocausto. La vieja pregunta, digámoslo pronto, que se han hecho durante los siglos millones de personas, seguramente sin publicidad y sin segundas intenciones. Seamos sinceros Con la concepción mítica que se esconde a menudo en esa pregunta, hecha por creyentes y por ateos, apenas es compatible, en verdad, la fe en Dios, al menos en el Dios cristiano. ¿Quién,desde el comienzo de la historia, no ha sufrido, de cerca o de lejos, al menos, un pequeño Holocausto, un pequeño terremoto de Haiti? Un cristiano debiera tener muy clara la respuesta, por muy terrible que parezca, en estos casos: -¿Dónde está Dios?En la cruz. Pero, dejando a un lado la fe mítica y volviendo a  esa fe cristiana o a un humanismo elemental, tendríamos que variar esa clásica interrrogación demasiado cómoda para nosotros, y preguntarnos:  -¿Donde están los cristianos? O ¿dónde están los  agnósticos y los ateos? ¿Dónde están los hombres, y cada uno de nosotros, antes, en y después del Holacausto; antes, en y después del terremoto de Haiti? Y así en todos los casos similares. ¿O, por decirlo  de manera más cruda:  ¿En qué Dios falso creemos o dejamos de creer, que nos libere de hacernos la pregunta que siempre rehuimos, la que nos compromete, nos  juzga y  nos condena tantas veces, y no nos deja refugiarnos en ese no-Dios?

Haiti (II)

Decimos Haiti o los haitianos. No todos. Los más ricos y poderosos, sucesores de aquella pequeña minoría de amos en un país de esclavos,  no han muerto, a no ser excepcionalmente, bajo los escombros. Sus viviendas no se han derrumbado. No han huido. No viven a la intemperie. No buscan cada día qué comer o dónde dormir. Tal vez desde ahora se van a sentir más protegidos. Tal vez van a ser más ricos aún. Las causas de la tragedia, que mencionaba ayer, no afectan a todos por igual. Haiti no es todo igual. Los haitianos no son libres, pero mucho menos iguales.