Archivo por meses: febrero 2010

Jesús, discípulo de Juan

          ( Mc 1, 9-12; Luc 3, 15-22; Mt, 11, 7-19)

Oyó Jesús en Nazaret
hablar con elogio de Juan el profeta,
bautista en las riberas del Jordán.
Le dio vueltas y vueltas,
y, a su 28 años florecientes,
dejó la activa carpintería de su padre,
los afectos de su madre,
y los muchos encargos de casas por hacer
en la vecina Séforis
y en la nueva  ciudad de Tiberíades.

Al llegar a Judea,
se unió a los discípulos de Juan.
Vivían y vestían como él en el desierto,
oraban junto a él
y bajaban al Jordán, donde el Maestro
bautizaba y exhortaba a penitencia y conversión
a los muchos que esperaban el día de Yahvé.
El final de este mundo estaba cerca
y había que salvar al pueblo de la Alianza,
ingrato con su Dios,
del inminente fuego de su ira.

No era Juan una caña de ribera movida por el viento,
la caña que Antipas llevaba en sus monedas,
ni un charlatán curioso y visionario
de los varios que ambulaban por entonces,
ni un hombre engatusado o corrompido
por la casta del Templo,
los jefes del palacio de Herodes
o los siempre sagaces espías del prefecto romano.

Un buen día, Jesús también se zambulló,
solidario con su pueblo,
en las aguas benditas del Jordán
bajo el ceño complaciente de Juan y sus secuaces,
secos como espartos,
ligeros cono liebres,
quemados por el celo del Altísimo.
Y el Espíritu de Dios
irrumpió sobre él,
como Juan le había prometido:
espíritu de sabia inteligencia,
consejo y fortaleza
y de santo temor del Santo de los Santos.

Alguien de entre la turba de prosélitos,
que aguardaba la ritual inmersión
confesando sus pecados,
vio abrirse los cielos lo mismo que una puerta
y bajar volando la paloma que voló
sobre las aguas primeras,
formadoras del mundo,
mientras un celeste vozarrón proclamaba:
Éste es mi Hijio queridísimo,
en quien yo me complazco
.

Sereno continuaba el Jordán
su curso imperturbable.

Declive de la familia tradicional

 Leo una serie de reflexiones de uno de nuestros mejores sociólogos de la familia en España, Juan González Anleo. Si las estadísticas de parejas homosexuales son inciertas, (de 110 mil para  arriba), las de los hogares monoparentales (la mayor parte formada por personas solteras y divorciadas) llegan a medio millón; más de medio millón son parejas de hecho, con una duración media de 28 meses; los hogares unipersonales (sobre todo de jóvenes solteros voluntarios) se acercan a los tres millones… Total, que entre un 25 y un 30% de hogares españoles son alternativa a los hogares tradicionales. Entre las disfuncionalidades de la familia actual, Anleo considera las más serias: la deficiente procreación, de la que son principales responsables las parejas de hecho y los hogares unipersonales; el bajo nivel de satisfacción sexual, puesto de relieve por el mayor número de prostitutas de toda Europa (unas 300.000), prostitución que es vista por muchos jóvenes como una opción de ocio, sin tabúes ni estigmas, y la deficiente socialización de los hijos (violencia juvenil, generación botellón, fracasos educativos, apatía social y política…). Afirma, en cambio, el sociólogo salmantino que la oferta de una comunidad cálida y protectora parece asegurada: abundan las segundas nupcias, y la sociedad, incluidos los jóvenes, valora la familia por encima de cualquier otra institución. Pero tiene sus dudas sobre si esta capital función la cumplen adecuadamente todo las parejas de hecho, de duración muy breve; los hogares unipersonales, las comunas, la nueva pareja unida y suelta y hasta los hogares monoparentales, a menudo en situación económica, social y educativa muy precaria. Datos, cifras  y reflexiones muy útiles para nuestra reflexión común.

Los silenciosos de la tierra

 Gracias a muchos silenciosos de la tierra (Max Weber) no todo es ruido y grito en nuestro mundo, y el silencio se hace voz, vocación y hasta sosegado vocerío contra el poder opresor y la crueldad de las palabras.

Corporativismo criminal

Mientras los dirigentes latinoamericanos-caribeños excluían a Honduras de su encuentro en Cancún, admitían con toda naturalidad al presidente de la dictadura cubana, Raúl Castro. Dos varas de medir que merecen varas. Mientras Lula da Silva, benemérito por tantos motivos, niega el pan y la sal al nuevo presidente de Honduras, Pepe Lobo, viaja  ostentosamente a Cuba a despedirse de su amigo Fidel Castro, y tiene el valor allí de lamentar la muerte por huelga de hambre del disidente cubano Orlando Zapata, un preso político y una víctima más de la dictadura, no excluida de ningún foro americano.  Me dirán que antes ocurrió algo parecido con Chile, Perú o Venezuela. Está claro que el corporativismo político, comarcal, regional o continental, funciona a las mil maravillas. Lo mismo sucede en África, en Oriente Medio, en Asia, en Oceanía, y hasta hace bien poco en Europa. La ONU, que sólo suele condenar a Israel, es un ejemplo perfecto. Poder no muerde a poder. Si las reacciones, las solidaridades, los movimientos  humanitarios  no parten desde abajo, desde la dignidad y la justicia de los hombres de buena voluntad, hay bien poco que esperar de las llamadas cumbres, cumbres de la cobardía y del puro interés económico.

Contra la “puta España”

El griterío contra los Reyes de España, el otro día, en Bilbao no fue contra los Reyes, sino contra España, contra la “puta España”, como la entienden y la odian los hábiles organizadores de la zapatiesta. No hay que engañarse, antimonáqruicos celosos. No. La cosa es más que clara. Tantos años mofándose de los símbolos españoles  -y el primero es la monarquía-, dejándolos tirados por el suelo (al final, un Borbón más, un trapo o una musiquilla ridícula,), no haciéndoles caso alguno, dejando hacer lo que quieran los ayuntamientos, mirando al otro lado cuando  los insultos al rey, la quema de banderas, los silbidos al himno… Tantos años huyendo de pronunciar y escribir la palabra España y la palabra nación. Entendiendo éstas sólo como un conjunto abstracto de derechos y deberes o como manías de mentes enfermizas o de sentimentalismos animaloides. Dejando  durante 30 años a los independentistas de toda laya  (a los que se les llama con el eufemismo de nacionalistas) inventar, escribir, enseñar historias locales, casi siempre antiespañolas, sin atreverse nadie a inspeccionar lo que se eneña y se aprende en España…¿Y qué queremos? ¿Que nada de eso tenga consecuencias públicas y lamentables? Pues ésa es una de ellas. Y no la peor.

Contenidos de ficción

Tiene razón que le sobra el director de comunicación de la Asociación de Telespectadores y Radioyentes (ATR), cuando señala la importancia de los contenidos de ficción frente a los informativos, y nos recuerda que el número de personas -de cualquier edad, grado, renta, profesión e ideología- sobre las que impacta una serie de televisión o el cine es muy superior a la audiencia de un artículo de periódico. Que las historias influyen mucho más que las opiniones, y las anécdotas más que las teorías. Que las historias y las anécdotas no suelen ser neutrales. Y  que han  marcado  y marcan claras huellas en las familias, en las escuelas y en las leyes. Dejando ahora el juicio concreto sobre las películas más exitosas en taquilla, no puedo menos de  conceder que en no pocas de ellas es evidente en primer lugar que la norma moral entregada por progenitores, educadores y estamenos dirigentes está superada por la nueva realidad, basada en el placer inmediato, en la felicidad a corto plazo. Y que muchas van en la misma dirección: una concepción de la persona cerrada a la trascendencia. Lo que nos debe llevar no sólo a posiciones puramente defensivas y apologéticas.

Juan el Bautista

 (Is. 40, 1-10; Mt 3, 7-10; Luc 3, 1-14; Mc 1, 2-8)
       
                           (Fragmento)

Por el vasto desierto de Judea
midbar Yehudá-,
ribera del Jordán, verdecido de chopos,
año quince del imperio de Roma,
se oyó nuevamente la voz de un profeta,
que llamaba a preparar el camino a Yahvéh,
abriendo en la estepa una recta calzada,
elevando los valles,
rebajando los montes y los cerros.
Porque toda carne es breve como hierba
y su gloria
la de una margarita sobre el campo.

Habitaban el desiertos otros muchos solitarios,
ascetas, penitentes,
que buscaban al Dios de Israel
no en los fastos y cultos obligados del templo,
pero sí en sus hondas conciencias,
en la luz del silencio,
en la rígida vida común,
renovando sus vidas oscuras
en las aguas inocentes
de único río en Palestina.
Les bastaban las plantas silvestres,
las tiernas cortezas de los árboles fluviales,
la miel de las colmenas,
los blandos y alados saltamontes.
Se cubrían con pieles de camello,
cinturones de cuero,
y pisaban descalzos las arenas y los vados del cauce.

La voz resonante de Juan
era bien conocida.
Traía el fragor multiplicado
de Elías y los viejos profetas de su raza.
Tal vez hijo de un santo sacerdote ritual,
dejó su brillante misión envidiada
y se vino al desierto, traído en volandas
por la fuerza implacable del Espíritu,
a gritar la inminencia de Dios sobre el mundo,
el imperioso cambio de la mente,
tashubá-tatubá-,
el perdón de los pecados
y la eterna misericordia del Señor
en el último día.
El hacha está puesta a la raíz de los árboles estériles
-repetía igual que un estribillo-
y cortados serán y arrojados al fuego.

A él solo le llamaban el Bautista,
Inmersor, Zambullidor,
porque a todos inmergía en las aguas poderosas
que limpiaban los cuerpos con  el roce del oxígeno
y las almas con el recio poder
del arcáico símbolo bíblico.
Las gentes se acercaban humildes y confesas
al profeta impetuoso que tremaba  y tronaba
llamándoles camada de víboras huidizas
de la ira inminente de Yavéh
.
No bastaba ser hijos de Abrahán,
porque sólo lo son
los que saben cumplir las buenas obras:
repartir las túnicas sobrantes
y el pan de cada día;
evitar las extorsiones,
los impuestos y gravámenes injustos.
Publicanos y soldados se hacían bautizar
junto a las buenas gentes
de Judea, Perea y Galilea.

El fin estaba cerca. No había
ya tiempo que perder.

No hay que perder el tiempo

Andaba yo reflexionando sobre el último comunicado de la llamada Izquierda Abertzale (Izquierda Patriótica), con sus tradicionales perversiones lingüísticas, o trampas políticas: democracia (la que ellos decidan) paz (independencia) diálogo, (sumisión del Estado), marco político (derecho de autodeterminación), “sin violencias ni injerencias” (es decir, sin Estado y sus “fuerzas represivas“), etc., etc.,  cuando una persona, a la que admiro por su lucidez política y su conocimiento de la gente, ha venido a sacarme de mis cavilaciones. Y me ha espetado, sin paréntesis alguno, sus más recias convicciones: ETA, aunque mate, está acabada. El independentismo en Europa es imposible. Ni España ni Francia están para bromas. La gente, aun la mayoría popular nacionalista vasca, no comulga con esas historias. A los jóvenes todo eso les parece el pasado, como nos parecía el pasado en 1976-1978 el franquismo y la falange. La llamada izquierda abertzale se consumirá dentro de unos pocos años: hoy ya son una panda de viejos fanáticos… Y, como lo he oído, lo repito. Así piensa la mayoría de la gente, me dice. Y la mayoría de la gente me da mucho respeto.

Lo que termina con una civilización

En su libro The Lay of Longer Life (la ley de la vida más prolongada), C. Northcote Parkinson enumera seis fases que las civilizaciones históricas atravesaron hacia el despeñadero de su disolución: 1) una excesiva concentración política: desde Babilonia hasta Londres: 2) un crecimiento desmesurado de la fiscalidad; 3) el crecimiento de un sistema administrativo sin fin; 4) la promoción  de personas burocráticas inadecuadas; 5) un gasto excesivo que lleva a una deuda excesiva, y 6) un sentimentalismo poco racional y débil de voluntad centrado sólo en el presente.- La verdad es que las causas pueden ser más o menos, y  hasta pueden ser distintas, según algunos historiadores, pero es muy difícil prescindir de algunas de estas seis. Y si todas ellas o algunas de ellas son capaces de terminar con una civilización, que suele durar muchos años y hasta varios siglos, cuánto más terminarán con una unión de naciones, con una nación, una comunidad o una sociedad cualquiera.