Archivo por meses: mayo 2010

Lo misterioso

 Cansado de ver al genial físico y matemático Albert Einstein unas veces en la lista de los creyentes y otras en la de los ateos, la biografía escrita por Walter Isaacson me saca de apuros y me pone la cosas en su sitio. Einstein, judío de origen, que fue instruido en la Biblia y en el Talmud, abandonó su fe judía a los 12 años. Se sentía embelesado por la figura luminosa del Nazareno, sin creer en su divinidad. No se consideraba ateo; ni siquiera panteísta, a pesar de su fascinación por el panteísmo del  judío heterodoxo Spinoza. Admiró el universo maravillosamente ordenado y obedeciendo ciertas leyes y, más allá de estas leyes, que sólo tenuamente entendemos, pensó que permanece en él algo sutil, intangible, inexplicable. Venerar -dice- esta fuerza que está mas allá de todo lo que podemos comprender es mi religión. En 1930, dentro de su testimonio En qué creo, escribió: La emoción más hermosa que podemos experimentar es lo misterioso. Es la emoción fundamental que está en la cuna de todo verdadero arte y ciencia. Aquél a quien esta emoción es ajena, que ya no pueda maravillarse y extasiarse en reverencia, es como si estuviera muerto, un candil apagado. Sentir que detrás de lo que puede experimentarse hay algo que nuestras mentes no pueden asir, cuya belleza y sublimidad nos alcanza sólo indirectamente: esto es la religión. En este sentido, y sólo en este soy un hombre devotamente religioso. Einstein no creía en un Dios personal ni en la inmortalidad del hombre: una vida es bastante para mí.  Era un determinista, no creía tampoco en el libre albedrío del hombre, como sus hermanos los judios; ni en el libre albedrío de Dios con poder o voluntad de cambiar las leyes inmutables del cosmos o las acciones del hombre. En esto seguía a Schopenhauer: Un hombre puede hacer lo que quiera, pero no querer lo que quiera. Enemigo de todo ateísmo fanático, elogió la actuación de la Iglesia alemana frente a Hitler. Declaró igualmente que la ciencia sólo puede ser creada por personas  profundamente imbuidas por la aspiración hacia la verdad y el entendimiento, que brota de la esfera de la religión. Una de sus frases más famosas reza: La ciencia sin la religión es coja; la religión sin la ciencia es ciega.

Materialismo atomista

Tanto Anaxágoras como Demócrito, geniales autores, respectivamente, de las  teorías de las homeomerías y de los átomos como  elementos primordiales (arjé) de la naturaleza, fueron considerados como ateos. Ateísmo en aquel tiempo era rechazar la religión de la polis. El primero de los dos tuvo que huir de Atenas, a pesar de su amistad con Pericles. Al problema ulterior del principio último de los elementos primordiales, la corriente filosófica espiritualista (con  Sócrates y Platón como cabezas de serie) le dio una respuesta positiva, mientras la escuela atomista-materislista se la dio negativa. El materialismo atomista no advirtió que este nuevo problema, claramente filosófico, exigía un método distinto del utilizado para tratar el anterior. Un atomista decididamente ateo como Lucrecio Caro deducía más tarde cómodamente de las observaciones naturales la eternidad y la absolutidad de la materia, propiedades que no son precisamente sensibles. El materialismo, que con nombre de positivismo nació dieciocho siglos después, repitió el mismo error fundamental, a pesar de muchos años de estudios sobre el método.

Más ruido

En estos días de turbación colectiva, bueno será recordar aquel bello y exacto proverbio: Hace más ruido un árbol que se cae que todo un bosque que está creciendo.

Un individualismo placentero y protegido

En un vigoroso discurso, que no me atrevo a juzgar, del presidente del Gobierno Vasco en el Parlamento de Vitoria  sobre la situación económica y la aplicación a Euskadi de la política nacional, Patxi López recitó, entre otras, dos frases felices, que son una autocrítica general de lo sucedido: Lo primero que tenemos que hacer es asumir que, seguramente, hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades. Y, más adelante: Tenemos que despertar de la euforia de la década pasada y pisar la realidad. La sombra de Ibarretxe y otras sombras revoloteaban por el salón de plenos.- Después del discurso presidencial he leído los primeros datos de la IV Encuesta Europea de Valores,  llevada a cabo en la primavera de 2008, dirigida por los sociólogos Javier Elzo y María Silvestre, que nos ofrecen un un buen material  para el análisisis y la reflexión. La conclusión más destacable del estudio, según Elzo, es que los españoles tienen problemas para conjugar un evidente individualismo con la demanda creciente a la Administración para que le ofrezca protección. Más breve aún: Un individualismo placentero y protegido. Todo cuadra.

El compromiso de la libertad

Jean-Paul Sartre, y muchos como él, consideraron absurda la existencia humana, pero a la vez creyeron que merecía la pena poner a prueba en cada momento la propia libertad, para ellos el único sentido de su existencia personal. Tuvieron, pues, fe al menos en el significado de su libre compromiso. Y su libertad los llevó a una vida que trascendía su subjetividad y les hacía responsables y corresponsables de múltiples experiencias humanas, plenas también de sentido concreto y humanitario.

El Dante interpretado por Liszt

Aquel joven húngaro, prototipo de artista romántico, virtuoso excepcional del piano, que tanto aprendió de Berlioz, Paganini y Chopin, recorrió triunfalmente media Europa con sus composiciones pianísticas, de las que Años de Peregrinaje es una de las felices muestras. Compuesto entre 1837 y 1849, y publicado en 1858, el segundo cuaderno “Italia” refleja los recuerdos y el interés del compositor por la literatura y la pintura italianas. El séptimo y último fragmento del “Segundo Año: Italia”, una Fantasia quasi Sonata, la dedica al Infierno, de Dante. Ayer, escuchando la  genial interpretación del solista y director, Barry Douglas, llegué a estar mucho más cerca del texto del escritor florentino, que todavía se me resiste. Los sonoros y lúgubres sonidos, con toda la fuerza arrebatadora del único movimiento, que en solo dieciocho minutos intentan hacernos presentes, a la manera del arte, el horror y espanto de aquel lugar mítico, sin fin y sin salida, me han hecho dar vueltas y vueltas a los primeros versos del Canto III, que ya me estremecían desde la primera lectura, recordando otras lecturas de mi adolescencia con el mismo, obsesivo, clamor:

Per me si va ne la città dolente,
per mi si va ne l’eterno dolore,
per mi se va tra la perduta gente.

                  (…)

Dinanzi a me non fur cose create
se no eterne, e io eterna duro:
lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.

Virgen del Puy de Estella

Durante todo el año subíamos al Puy.
Cerca estaba el colegio que llevaba su nombre,
la Escuela Profesional
y, en la cima del cerro,
la Casa de Ejercicios.
Pero en mayo el santuario verdecía de gloria
y era el centro de Estella y de toda la comarca.
Las rosas, los jacintos y alhelíes
perfumaban
la girola transparente ideada por Víctor Eúsa,
y la docta geometría de la estrella
se inundaba de luz.
La lluvia luminosa caía desde el cielo,
como el día en que rudos pastores
dobleros, de Abárzuza,
la encontraron en la cueva legendaria
tras la huída de los moros.

La Virgen del Puy no era sólo una gótica escultura,
un tema más de examen
en el curso de arte local.
Era viva y presente. Ingrávida y cercana.
Su rostro ovalado y sonríente
traslucía el secreto jubiloso
de nuestras almas jóvenes
que soñaban un mundo así de bello y delicado,
así de justo, de limpio y de fecundo,
donde era aún posible
la plena felicidad.

Éramos tan jóvenes entonces,
que nadie en el mundo podía detenernos,
ni había obstáculo a la vista
que pudiera empañar nuestros altos propósitos.
Don Javier, el viejo capellán,
se reía, compasivo, de nosotros;
oía ya muy mal, y todos mis alumnos
solían confesarse con él.

Los pinos, todavía pequeños,
nos dejaban mirar, una a una,
las calles y las casas de la vieja ciudad.
Pasabamos ratos contemplándolas:
de San Pedro de Lizarra hasta Ayegui,
del colegio a la cruz de los castillos.
El mundo era ya nuestro
y todo parecía a la altura de la mano.

Profesor de historia y arte,
nacional y universal,
tenía a cada paso que nutrirme
de la esencia de aquel
prieto burgo de francos,
convertido en ciudad
asentada a la vera del Camino,
a la que yo quería
como un nuevo enamorado.

Era mayo, el mes adolescente,
y a todos mis alumnos les dolía la vida
como un poema inédito,
como un amor que acaba de nacer.
No era sólo la Madre celestial,
a quien yo les comendaba.
Era el punto de arranque y la senda más fácil
a la última meta.
Eran todos los símbolos en juego:
de la  luz, de la paz, la belleza y la dicha infinita…
Era toda la vida que se abría de pronto,
como amor universal,
al olor de los pinos,
a los pies de la Virgen del Puy.

Fusiones frías

Ciertas unidades conyugales, en vez de matrimonios debieran llamarse fusiones frías, tomando la terminología del mundo financiero, donde algunas instituciones de crédito mantienen sus propios consejos de administración y las redes de oficinas con sus marcas, pero forman con otros bancos o cajas un grupo (holding) a fin de consolidar las cuentas de ambos.

Giovani Antonio Canal se pasó toda su vida dibujando y pintando el gran Canal de Venecia, su patria. Para pasar después a ser conocido y recordado por todos tan sólo como Il Canaletto (El Canalillo).

Queremos nuevos ladrones
, escribe con fina ironia el escritor portorriqueño Luis Fernández Sánchez, calificando así esa perpetua campaña electoral que vive su país. Ya que todos son ladrones, digo yo, al menos que sean nuevos.


Pentecostés

                             
                           (Hch 2, 1-13)

Era la antigua fiesta de la siega.
La fiesta, más tarde, de la Alianza
de Yahvé con su pueblo en el monte Sinaí.
Rugió otra vez el ventarrón sereno del Espiritu
el viento impetuoso de Dios
que sacude el temor
y la flaqueza de los hombres.
Como lenguas de fuego contagioso
fueron para todos los discípulos
las últimas palabras del Maestro.
Y la fe, el amor y la esperanza
embriagaron sus rudos corazones
mucho mejor que un vino generoso.
De allí salieron ebrios de una fuerza divina
a las calles del mundo,
a contar y cantar,
en las múltiples lenguas del Espíritu,
los prodigios de Dios,
que levantó al Señor de entre los muertos.

Tres mojones

La noticia más importante de los últimos meses y de los últimos años:
        
                  963 millones de personas que sufren hambre severa (FA0).

La regla de acción más exigente en nuestro tiempo:

                Eres responsable del otro sin esperar la recíproca (Emmanuel Levinas).

La oración más radical que conozco y que recito más frecuentemente:

               Pisteúo. Boézei mu te apistía (Creo. Ayuda mi incredulidad) (Mc 9, 24)
               Que yo traduzco: Creo, Señor: aumenta mi poca fe.