Archivo por meses: abril 2011

La boda del año

Ya no decimos la boda del siglo, sino sólo la boda del año. Debe de ser por la crisis y los 4. 910. 200 parados. Pues bien, ayer intenté seguir un rato la boda de Catalina y Guillermo en alguna cadena española, y ví que todas ellas hablaban sólo, aun en los momentos más solemnes, del traje de la novia. Y dale que le das. De vez en cuando, en medio de silencios engorrosos, decían un disparate. Por ejemplo, que la primera lectura era la lectura de los romanos (¿una de romanos?), cuando en verdad, la lectura era de la carta de san Pablo a los romanos. Antes, nadie nos dijo de qué … himno se trataba: un comentarista corregía a otro diciendo que no era himno, sino salmo, pero sin decirnos cuál, y mucho menos la letra. Cuando por fin encontré una cadena que recogiera esa lectura vi que, para mi asombro, el título que aparecía en la pantalla anunciaba que con la intervención del hermano de la novia, estupendo recitador por cierto, comenzaban los discursos de la ceremonia. Así que no quise más discursos, ignorancias supinas y disparates, y cerré la desdichada televisión española. Eso sí, me pregunté si podía imaginarme una ceremonia así en España, en la que reyes, príncipes, gobierno en pleno, altos cargos de la administración, banqueros, artistas, profesionales, deportistas… cantaran todos, con un folleto en la mano, salmos e himnos. No pude imaginarlo. De donde colegí que, siendo tantos los inconvenientes de una Iglesia nacional -los máximos en mi opinión-, alguna ventaja sí que tiene.

Abernazis y progretarras

Utilicemos una parábola hipotética y una argumentación ad hominem, para que todo sea más claro. ¿Qué dirían los progretarras de hoy, si un hipotético e ilegalizado partido abernazi (nazi patriótico) preparase unas listas electorales junto con dos partidos democráticos, como el PP y UPyD, en las que el 80% de las mismas estuviera ocupado por independientes de aquella formación? ¿Las considerarían listas del partido abernazi? ¿Se asombrarían, se indignarían, se escandalizarían, si la Abogacía y la Fiscalía del Estado impugnasen esas listas y pidieran su anulación al Tribunal Supremo?  ¿Y si éste las anulara?. – Pues ¿en qué quedamos?

“El Drama de Jesús”

Guardo en mi biblioteca un ejemplar del libro en cartón, y tela en el lomo (en rústica),  El Drama de Jesús: Vida de Nuestro Señor Jesucristo, contada al pueblo,  del jesuita J. J (José Julio) Martínez, director que fue durante muchos años de El Mensajero del Corazón de Jesús, revista que desde antiguo se leyó y se lee en mi casa. Está editado  en 1942 por la Editorial Vizcaína (El Mensajero del Corazón de Jesus), de Bilbao, y creo que es la primera edición: hoy llega ya, en diferentes editoriales,  a la 30ª. Son 416 páginas en cuarto; lleva en la portada el dibujo de Cristo como galán maduro oriental, con largos cabellos partidos sobre la frente, barba  corta partida  enlazada con un bigote descendente y abierto en el medio, ojos y pestañas grandes, nariz moderadamente aguileña, labios entreabiertos perfectos, y cuello alto y robusto abierto sobre la túnica. En la contraportada, un mapa en blanco y negro de Palestina. Lo recorren numerosos dibujos, a  plumilla, alusivos a cada uno de los psajes, firmados por Goiko. Fue el libro preferido por mi abuelo Corpus y por mi madre, su hija, hasta el fin de sus días, aunque leyó también otros sobre la vida de Jesús. El autor del Drama confiesa en unas líneas preliminares que para escribirlo tuvo presentes los libros de su amigo y compañero Vilariño, Lebreton, Filion, Papini, Sarabia, Abad y Bougaud, algunos de ellos autores acreditados y muy populares, que muchos leíamos hasta los años del Vaticano II. Entre las hojas del ejemplar que conservo hay varias estampas de acontecimientos religiosos familiares, algunas franciscanas -mi abuelo tuvo un hermano capuchino – y los Estatutos de la Unión de Enfermos Misioneros, a la que perteneció en sus cuatro años de invalidez y enfermedad. Pero más interesantes son aún dos hojitas –Declaración Auténtica-, firmadas por mi abuelo y por mi madre, el 15 de marzo de 1932, donde , obligados por las leyes laicistas republicanas, hacen constar su expresa voluntad, respaldada por dos vecinos testigos, de que la conducción y entierro de su cadáver se celebre con arreglo al rito de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y que sobre su sepultura, bendecida por un ministro del Señor, se coloque la Santa Cruz. Volviendo al libro citado, El Drama de Jesús está escrito en estilo directo y llano,  con la trascripción literal de los principales textos evangélicos, tras buscar la más fácil compaginación de todos ellos, sin aparato erudito alguno que dificulte la lectura, pero uniendo la doctrina bíblica de algunos de los autores ya mencionados con el calor y a veces entusiasmo, por ejemplo, de Giovanni Papini. El efecto de su lectura en decenas de miles de lectores fue inmenso: he leído testimonios,  incluso de ateos y agnósticos, conmovedores. Lejos todavía de las exégesis y teologías actuales, se queda con lo esencial, y a veces su lectura se nos hace hoy ingenuamente deliciosa. Como este primer párrafo sobre la Resurrección: El alma de Jesús, que estaba en el Limbo, llegada la mañanita del domingo, sube a la tierra, penetra en el sepulcro, se une de nuevo con su desfigurado cuerpo, lo reanima en un instante y lo reviste de gloria y hermosura. ¡Aleluya! Como si fuese de fuego y de luz sale Jesucristo a través de la roca, se lanza triunfalmente a campo abierto, resucitado y glorioso para nunca más morir. Se aparece ante todo a su Santísima Madre, inundando de gozo su corazón, según había sido grande la muchedumbre de sus dolores. ¡Día feliz! Ha terminado el duelo admirable con que pelearon la vida y la muerte. “El Rey de la vida, después de muerto, reina vivo“… – Sin tantas lecturas y erudiciones como nosotros, que andamos, justamente, buscando las últimas conquistas exegéticas -resultado paciente y meritorio de varias ciencias-, nuestros padres y abuelos conocieron de cerca la vida de Jesús, sencillamente narrada, y le amaron ardientemente, hasta la vida entera, hasta la muerte. Felices ellos.

La Creación

Después de Semana Santa, en la que, como cada año, la Pasión según san Mateo (Mathäeus Passion), de Bach, es mi música predilecta, en este tiempo de Pascua vuelvo a gustar, un trocito cada día, el oratorio de La Creación (Die Schöpfung), de Haydn, que en su día me causó una soberana conmoción, cuando lo aprendí casi de memoria. Nada me parece que sea más adecuado  a este tiempo de resurreción y vida que el gran prodigio, del que vivimos todos, que fue y sigue siendo la creación del mundo. Basada la obra en el poema del autor inglés Lindley, que se inspiró a su vez en la Biblia y en El Paraíso perdido, de Milton, el éxito la acompañó siempre desde su estreno en 1799 hasta hoy. Tres arcángeles, Gabriel, Rafael y Uriel van narrando los días de la creación, acompañados del coro, pero lo que en verdad se canta de continuo es la gloria y el poder del Creador. Es asombrosa la riqueza de contrastes y la conjunción de elementos puramente descriptivos con la honda expresión de sentimientos profundamente religiosos para con Dios (fascinación y adoración) y la fraternal comunidad universal. La buena literatura del texto no es la última explicación de la calidad del oratorio. El oyente se siente arrebatado por lo que puede llamarse el big-bang de la luz primera pasando por la aparición del sol, las estrellas, el mar, las plantas, los animales, el hombre… Y se suma con júbilo al coro de los ángeles que contemplan la maravilla y alaban al Creador: Mit Staunen sieht das Wunderwerk / der Himmelbürger frohe Schar / und laut ertönt aus ihren Kehlen / des Schöpfers Lob, das Lob des zweiten Tags…

“La izquierda penitente”

En el diario que dedicaba ayer todo un editorial contra la decisión judicial de prohibir la procesión atea y anticatólica de Madrid, Manuel Peris publicaba, el día 19 de este mes, una columna en la que arremete (palabra preferida por ese diario sobre declaraciones y discursos del papa) contra los políticos de izquierda que toman parte en las procesiones de Semana Santa.  Las llama saraos, para empezar. Y tras el dicterio, va citando, uno por uno, a políticos socialistas y comunistas valencianos, incluida una ex ministra, que han participado o participan este año en ellos, bien como cofrades, capitanes de cofrades, clavariesas…, especificando las vestimentas  procesionales de ellos y ellas, y que tanto le recuerdan a las Ku Klux Klan (sic) o al burka. No le valen a Peris que unos y otros justifiquen su protagonismo en estas carpetovetónias liturgias. alegando que más que que actos religiosos se trata de manifestaciones culturales y tradiciones populares…¡Como si fueran -comenta- inmutables o carecieran de contenido ideológico o de sentido político! También fueron tradiciones -añade- la esclavitud, la pena de muerte, la tortura de animales o las auto flagelaciones… No tiene desperdicio el último parrafazo: Con estas prácticas públicas ¿qué credibilidad, que autoridad moral tienen para hacer entre la ciudadanía pedagogía política del laicismo? Y si creen que esa una vía para captar los votos de mayo es que necesitan rezar todos los días cinco rosarios a Santa Lucía. Las personas votan por sus valores, por lo que creen, por su identidad. A este paso la procesión para la izquierda va a ser muy larga, condenada a los escaños de la oposición por los siglos de los siglos, amén.– Me apena tener que reconocer, después de escribir tanto sobre clericalismo-anticlericalismo, que algunos anticlericales españoles, como éste, siguen siendo, como en tiempos del pobre Jaime Torrubiano, que los zarandeó sin piedad por este motivo, tan intolerantes, tan irrespetuosos, tan irreverentes, tan torpes, tan zafios, tan inconviventes. ¡Y se llaman progresistas, además!

Mañana de Pascua

Eran las seis y media
de la mañana de Pascua.
He salido al balcón,
entre las flores, de diez colores,
de mis geranios.
Brillaba de lluvia el suelo de la calle.
Madrugaban de pájaros
los plátanos del patio
de la Casa de Misericordia.
Iban tres jóvenes con un maletín de ruedas
camino de la estación.
Un coche con sus luces veloces
levantó una paloma en la acera.
El cielo estaba gris y cejijunto:
no he podido  ver el rayón del alba.
He recordado a María Magdalena
y a las otras mujeres,
cuando aún estaba oscuro,
camino del sepulcro de Jesús.

Xristós anéste, he dicho,
feliz hasta las lágrimas,
con todos los cristianos de este mundo y del otro,
en la lengua de los evangelios.
Sí, Cristo ha resucitado,
y el mundo que despierta
vueve a tener sentido.

Triduo Pascual

 (Viernes, Sábado y Domingo de Pascua)

                            I

Era solamente para ellos
un impostor artero,
un blasfemo arrogante,
un mago en ocasiones.
No fue el pueblo judío.
Sacerdotes y ancianos principales
y sumisos escribas,
tesoreros de la cueva de ladrones;
Antipas, el zorro, y su camada,
hipócritas sinuosos,
sicofantes políticos,
legalistas fanáticos
o escépticos de turno,
a medida de su propia conveniencia,
vendidos al poder del ocupante,
le llevaronn al prefecto Pilatos,
cobarde y temeroso ante las iras del César,
y entre todos a la cruz.

Fue un personaje incómodo.
Otro falso profeta,
reo de muerte, según la Torá.
Denunciador de públicos pecados,
crítico cáustico de observancias rituales
inhumanas,
que apelaba a su propia autoridad
como si fuera Dios.
Vino a los suyos y los suyos no le recibieron.

Un tribunal judío
reabrió el proceso de Jesús
en la ciudad que mata a los profetas,
un veinticinco de abril
de mil novecientos treinta y tres.
Y le absolvió por cuatro votos contra uno.
Pero en el año treinta de la era de Cristo
recordaban bien en Palestina
la represión feroz del legado de Siria
Quintilio Varo,
tras la revuelta de Judas Galileo,
repetida diez años más tarde,
que hizo olvidar a muchos
los múltiples delitos de Herodes el Grande,
un pelele de Roma,
y la amarga memoria de matanzas masivas
de los reyes asmomeos que rigieron Israel,
Alejandro Janeo o Juan Hircano.

Viva estaba a la vez en el pueblo
la figura admirable del Siervo de Yahvé,
cantado por el estro fogoso
del mayor de los profetas,
y el ejemplo del profeta Jeremías,
echado a la cisterna,
por anunciar, en el nombre de Dios,
la ruina de la infiel Jerusalén,
sin quedar habitante alguno entre sus muros:
Cual cordero llevado al matadero,
arbol talado en plena lozanía,
arrancado cruelmente de la tierra.

Un personaje incómodo
en cualquier tiempo y lugar para los suyos.
Un falso profeta perseguible
por pretender el presuntuoso
cambiar la conducta de los hombres
en el nombre de Dios.
¿Quién era él para eso?
La historia de los mártires de todos los siglos
lo comprueba.
No nos hagamos falsas iusiones,
abstraídos del peso de la historia.

Tras la muerte de Cristo,
en tiempos de hambrunas y graves impuestos,
volvió la violencia a Palestina,
si alguna vez la hubo abandonado.
Prefectos implacables,
sacerdotes oscuros y sacrílegos,
corruptos herodianos,
fanáticos zelotas
derramaron de nuevo la sangre de los justos:
Esteban protomártir,
Santiago el Zebedeo,
o Santiago el hermano de Jesús,
entre otros muchos.
Y una guerra civil y antiromana
destruyó lo que quedaba
del antiguo Israel.

                         

                            II

La historia de este mundo, hasta el día de hoy,
fehacientemente ha demostrado
que la supresión de los más débiles,
que levanten la voz y pongan en cuestión
el estado de cosas,
es el sumo remedio
de quien tiene el poder de la vida y la muerte.
Este mundo, hasta el día de hoy,
es un inmenso cementerio de reos insepultos,
a veces arrojados a la fosa común,
de muertos olvidados,
de crímenes sin nombre
o crímenes cantados por poetas oficiales.
Este mundo, hasta el día de hoy,
es un inmenso y frío
sábado santo universal
de reos incontables,
crucificados, muertos,
y, a veces,
piadosamente sepultados.

                          III

Los discípulos cercanos de Jesús de Nazaret,
que le dejaron solo ante la cruz,
pobres alimañas perseguidas por el miedo,
se encontraron con él a los tres días
de su muerte.
Poco importa su frágil testimonio
de si vieron visiones
o si él se les mostró,
se dejó ver,
al volver, tras el susto, a Galilea.
Los cuatro evangelistas,
lo dicen con la lengua de los símbolos,
la única posible en el mundo del espíritu,
en bellísimas parábolas,
prodigio incomparable
de la literatura universal.

No bastaban las pruebas
sacadas del Antiguo Testamento,
ni todos los recursos
de la sabia razón.
Lo probaron mejor, y pronto, con su sangre,
con la prueba total del arrojo de su vida
por la causa del reino de Jesús.
Es la prueba sin réplica.
Jesús resucitado, vencedor de la muerte,
fue su impulso, su razón, su meta.
Su vida contagiosa y perviviente
los salvó de la duda,
la mediocridad y el sinsentido,
de cualquier vuelta atrás.

Desde aquella mañana pascual y florecida
Jesús se deja ver
por todo aquél que cree en su palabra.

Jueves Santo

Arrodíllate, vieja doctrina escolástica,
sustancialista,
ante el limpio milagro
del pan y del vino,
llevado a cabo por Jesús de Nazaret.
Hace años que la ciencia encontró
innúmeras sustancias
en un sorbo de vino y en un trozo de pan
y no encontró ni rastro de accidentes.
Una nueva teología la siguió
y cambió sabiamente el enfoque del misterio.

Pide perdón, soberbia pertinaz,
a todos aquéllos un día sospechosos,
disidentes, herejes, castigados
por no aceptar la rancia fórmula
defendida en escuelas, tribunas y concilios.

A sustancia le opuso el maestro Zubiri,
respetando la ciencia y la fe,
el sintagma de sustantividad.
Sustantivamente, el pan y el vino de la cena,
por las mismas palabras de Jesús,
son su misma presencia-en-alimento
de todo ser humano,
cuantas veces recuerde
el paso por el mundo,
la muerte ignominiosa y la victoria final
de quien vino a servir
y a dar su vida en rescate por todos
(Marcos: diez, cincuenta y cinco).

Buena y útil es toda reflexión,
toda esforzada inteligencia de la fe.
Pero el misterio
supremo y decisivo
es la entrega absoluta de Jesús,
su plena pro-existencia rectilínea,
en su vida arriesgada y su muerte violenta:
trigo triturado, uva prensada
para fuerza y futuro de los hombres.

Y así quiso quedarse entre nosotros.
Qué enjundia la del pan, qué alegría en el vino,
que nos nutren y nos juntan,
nos hermanan, animan y sostienen,
hechos uno con él,
comensal de las mesas galileas
con discípulos, pobres, pecadores,
gentiles y malditos de por vida.

-Venid, amigos y paisanos,
extranjeros hermanos de todos los países,
comamos y bebamos
el pan y el vino del Señor,
partidos, repartidos, compartidos
por todos los que esperan y desean su reino.

La tía Sara

Salgo a pasear con la tía Sara en su carrito de inválida, unas veces por el jardín de la residencia y otras por el paseo marítimo, parejo a la inifinita playa de Benicàssim. Mi tía Sara, la única hermana de mi padre que me queda, cumplió en enero los 90 años, después de varias operaciones y desventuras, todas muy bien llevadas,  con el estribillo,  que cada día le cuesta más vocalizar, de qué le vamos a hacer, paciencia. Es religiosa oblata del Santísimo Redentor y está  en la residencia de las hermanas mayores, a las que cuidan solícitamente las hermanas más jóvenes y válidas. Fue durante su vida activa muy andariega y contenidamente presumida, y ahora le gusta también salir, con unas gafas de sol y un pañuelico al cuello. La primavera se ha abierto aqui como las rosas bermejas, rosadas y moradas del jardín, junto a los cipreses, los limoneros y los olivos. El mar costero, siempre inquieto, sigue en su imposible intento de lograr la ola perfecta, que no ha conseguido en estos últimos millones de años. Pasean algunas parejas mayores junto a la playa. Algunos jóvenes con perros. Varios turistas nórdicos lucen sus caras pimentadas de sol. Padres jóvenes vienen con niños chicos y no tan chicos, que intentan como todos sus predecesores, llegar al fondo de la arena, tarea igualmente imposible. Nos cruzamos a veces con nuestros carritos y sonreímos.- Es la vida. La vida que celebramos, al fin y al cabo, con toda su tragedia y su gloria, en esta santa Semana Santa.

Providencia y Destino

Para muchos creyentes (judíos y cristianos) Providencia es igual que Fortuna o Destino  (Theós y Tyché). El historiador y caudillo militar judío, Flavio Josefo, pasado a los romanos en la guerra del año 70, escribe: La Fortuna está de su lado por todas partes, y Dios, que lleva el oder de sitio a otro, ahora se encuentra en Italia. Una ley, de gran vigencia entre los animales y entre los hombres,  manda ceder ante los más poderosos y dejar el mando en manos de los que tienen la fuerza de las armas.