Archivo por meses: diciembre 2011

¿Por qué se fue para África?

En este día final del año del calendario, se suele preguntar en los medios de comunicación por los principales acontecimientos de los meses pasados, por los personajes más importantes y cosas por el estilo. Yo recuerdo ahora, entre otras muchas personas ejemplares, a Ainhoa Fernández del Rincón, cooperante española secuestrada, a finales de octubre, en Argelia con otros dos compañeros de la ONG extremeña Amigos del Pueblo Saharahui, en el campamento de refugiados en el que trabajaba. Ainhoa, terminados sus estudios, tras diez años de voluntariado en España, se fue a Malawi,  el año 2005, con el apoyo de África Directo, una ONG creada por José María Márquez. Allí sufrió el drama del hambre de mucha gente, de la miseria y sobre todo del olvido. Todavía, después de varios años, recordaba aquellos rostros de niños que la miraban llenos de miedo y de dolor. Pero también, cada mañana, el  festival de saludos, sonrisas, buenos ratos, felices historias … Y más tarde escribía: Echo de menos aquella vida, aquel sentimiento de no tener casi nada y no necesitar más…(…) Echo de menos  la sensación de sentir el alma tan llena, que crees que vas a estallar, y el sentimiento de riqueza interior que ves en ellos y se contagia… A esta heroína joven de nuestro tiempo,  África, segùn confesión propia, le cambió la vida  y le  hizo mirar el continene negro con otros ojos y la vida con otra disponibilidad del alma.- Toda una personalidad  humanista, como se ve, más que un personaje, del año del calendario a punto de terminar.

El cardenal Tarancón en TV1

La miniserie televisiva Tarancón: el quinto mandamiento, de Antonio Hernández, que pudimos ver ayer en la TV1, fue un exitazo de audiencia. Los 100 actores y 1.000 figurantes, entre los que destacan José Sancho y Roger Coma, que encarnan con maestría al arzobispo y cardenal maduro, y al  sacerdote y obispo joven, respectivamente, dan  vida a casi tres horas de representación histórica, acertada en su mayor parte: desde la huída, en 1936, del joven sacerdote valenciano de la casa del Consiliario en Madrid ante la feroz persecución que les venía encima, hasta la coronación de Juan Carlos I como rey de España, en 1975, pasando por sus etapas de misión apostólica en Galicia, Valencia, Solsona, Asturias y Madrid. El guión recoge brevemente muchos de los rasgos positivos,  populares, audaces, evangélicos del prelado nacido en Burriana, desde su exilio provisional en un pueblecito de Galicia hasta la presidencia de la Conferencia Episcopal en los momentos dramáticos del  postConcilio Vaticano II, del asesinato de Carrero Blanco, muerte de Franco y proclamación del rey. Tal vez aparece demasiado fugaz y pálida la persecución religiosa en julio de 1936 y  anterior a esa fecha, en contraste con las atroces escenas posteriores de la represión franquista. O se presenta demasiado progresista, ya desde un comienzo, la figura del futuro cardenal, visto desde el actual progresismo dominante, sin que se vea la evolución equilibrada de un personaje tan rico como el suyo. Por otra parte, apenas se ve,  salvo en sus primeros años de apostolado, la dimensión religiosa del prelado católico. Y es que la serie está no sólo limitada por el título, sino también por el propósito de presentar a don Vicente Enrique y Tarancón como un personaje eclesiástico-cívico, como el personaje decisivo de la Iglesia en la España, toda convertida en política, de la pre-Transición y de la Transición democrática. Objetivo logrado. Para todos, pero sobre todo para los que vivimos de cerca algunos de aquellos episodios,  la velada fue emotiva e inolvidable. Una prueba de lo mucho y bueno que puede hacer una televisión pública frente al panoramda desolador de las televisiones privadas, verdadero muestrario, en general,  de retrocreso civil, de involución cívica y degradación moral.

Fe, ciencia y humanismo

Con ocasión del centenario del primer centro educativo para la formación de la mujer en España por san Pedro Poveda el año 1911 en Oviedo, la Fundación Castroverde, vinculada a la Institución Teresiana (fundada por Poveda) y a la Universidad de Oviedo, organizaron hace unas semanas en la capital asturiana el encuentro internacional Ciencia, humanismo y creencia en una sociedad plural, en el que colaboraron también otras instituciones universitarias y culturales españolas. Se trataba de promover un debate filosófico -muy presente en otros países y muy querido por el actual pontífice, que ha creado para ello el llamado Atrio de los gentiles-, debate que no ha termindo de cuajar en España, a pesar de iniciativas tan meritorias como las del Instituto Fe y Secularidad, de los jesuitas en Madrid, y otras de menor relieve. Un diálogo en armonía y paz entre personas que sustentan teorías diferentes y emplean los diferentes lenguajes de la ciencia y de la fe, dos modos de conocimiento y sentido de la vida, con fines diferentes, pero que pueden complementarse en la misma persona.- Mucho me temo que, estando tan dividida la Iglesia en España; estando tan dispersa, enfrentada, cuando no enmudecida, su intelectualidad, una iniciativa tan de parte tenga pocas posibilidades de pervivir y de influir en el resto de nuestra cristiandad, y no digamos sociedad. Pero, con todo, es otra buena iniciativa, que debiera conectarse con las  ya existentes o a punto de existir, en orden a conseguir un acuerdo sobre algo más general y sustancioso, que abriera la posibildad de unos encuentros comunes y frecuentes para todo el ámbito español.

El colegio de Armenteros

Cada día lee uno en revistas especializadas, mucho más que en los periódicos del día, noticias de obras admirables, que ni se conocen ni se elogian como debieran. Tal es el caso, del que acabo de enterarme, del colegio La Inmaculada, de Armenteros (Salamanca), uno de los lugares predilectos de Miguel de Unamuno. Un cura joven y rico entonces, recién venido de estudiar sociología y economía en Madrid, Juan Trujillano González, llegó a este pueblo a comienzos de los 50, y comenzó por convertir la casa parroquial en escuela y en convencer a los profesionales de la zona a impartir clases a la gente, que sólo acudía, a esas horas, a la taberna. Hoy en este colegio-internado hay 700 alumnos, desde los más pequeños de la guardería, con 3 años, hasta los mayores de 18, de casi 40 nacionalidades (mezquita y alimentación especial incluidas), con más de 100 profesores, administrativos y pesonal de mantenimiento. En su mayoría, los alumnos son huérfanos o inmigrantes ilegales: Aqui viene todo el que quiera, tenga dinero o no, dice el intrépido Trujillano, con 83 años fecundos. Los que pueden pagar, pagan no más de 200 euros mensuales. Lo demás, hasta 600.000 euros, lo aportan el Estado (poco más de un tercio), becas públicas, donativos de ex alumnos (50.000 han pasado por sus aulas), benefactores… y la Providencia. El Banco de Alimentos y otras asociaciones parecidas hacen también lo suyo. Aunque hay algunos que temen por el futuro de la obra tras la desaparición del autor y sostenedor de este milagro, lo cierto es que sigue más vivo que el primer día. Por si alguien dudara del espíritu y de la eficacia de tan magna obra, tres frases escritas en los muros del colegio lo aclaran todo: Si quieres salvar un país, educa a tus hijos… La inteligencia humana es nuestro principal recurso… Al que puede ser sabio no le perdones que no lo sea.

Purificación y reforma interior

Vuelvo sobre el discurso del papa Benedicto XVI, el 25 de septiembre de este año, en Friburgo, en el Encuentro con los Católicos comprometidos en la Iglesia y en la Sociedad, que ha encontrado una respuesta muy positiva en muchos teólogos, filósofos e historiadores, y que en este tiempo de la Navidad cristiana tiene un sentido especialmente positivo:  En cierto sentido la historia viene en ayuda de la Iglesia a través de distintas épocas de secularización que han contribuido en modo esencial a su purificación y reforma interior. Pues la secularizaciones -sea que consistan en expropiaciones de bienes de la Iglesia o en supresión de privilegios o cosas similares- han signficado siempre una profunda liberación de la Iglesia de formas mundanas: se despoja, por decirlo así, de su riqueza terrena y vuelve a abrazar plenamente su pobreza terrena.(…) Los ejemplos históricos muestran que el testimonio misionero de la Iglesia desprendida del munddo resulta más claro. Liberada de fardos y privilegios materiales y polìticos, la Iglesia puede dedicarse mejor y de manera verdaderamente cristiana al mundo entero; puede verdaderamente estar abierta al mundo. Puede vivir nuevamente con más soltura su llamada al ministerio de la adoración de Dios y al servicio del prójimo.- Otra cosa es que los que estudiamos las diferentes secularizaciones que han acometido a la Iglesia, las estudiemos con criterios histórico-políticos e histórico-jurídicos y tengamos muchas veces que juzgar severamente las crueldades, injusticias, torpezas, errores… de los poderes civiles contra la Iglesia. Pongamos el caso de ciertas desamortizaciones en la España del XIX, los ataques  discriminatorios de Bismarck contra los católicos alemanes, en el mismo siglo, o las barbaries de la Revolución Francesa contra el clero y la Iglesia de Francia, en el siglo precedente. Pero ahí también hemos de distinguir, y para eso nos sirven como de molde las palabras del actual papa, la parte justa de esas secularizaciones, que la Iglesia no hizo a tiempo, y los efectos liberadores que, pese a la injusticia en el modo de llevarse a cabo, han tenido acciones odiosas en sí y que merecen la condena de cualquier instancia independiente y simplemente humanista.

Europa está en mi sangre

Ahora que Europa no parece signficar para muchos más que primas de riesgo, planes de recortes y disciplina de presupuestos, alivia y emociona leer poemas como el de Santiago Montobbio en el libro que ya cité hace unos días:

Europa está en mi sangre. Italia
y Francia
en mis primeros apellidos. Pero no sólo Italia
y Francia: Europa toda, el brumoso norte y la tierra
eslava,
la vieja centroeuropa, Inglaterra, Escocia, Alemania
y el Mediterráneo
más recóndito y primero de Albania, donde las tres
culturas aún alientan,
y nuestra madre Grecia. Europa, Tierra,
pero también espíritu,
leyenda,, una comunidad natural de corazones
y respiros,
una fuerza, quiza un destino. Europa está en mi
sangre,
en mi sangre me llama, la puebla y la convoca,
en sus latidos, en su curso. De ella soy, a ella
siento
en esta Barcelona vieja que en Europa es modesta
pero en ella se ovilla y la atraviesa. Cataluña
también antigua y cierta, España valiente y triste,
como un fruto de sí misma desprendida
ydesparramada por el mundo. Europa. Tantas
historias, tanto arte, tiempo, belleza y palabras.
A Europa en cada golpe de la sangre siento.
Hacia ella voy, ella me llama. Es lo que soy,
lo que entiendo. Es exactamente
adonde pertenezco.

Era Navidad

Nevaba casi siempre. O decían
los viejos labradores que podía nevar.
El día 23 cogíamos el musgo
de los pinos de Borda
para hacer el belén:
un poco de serrín y papel de plata
-los caminos y arroyos-,
un portal de corcho
y unas pocas figuras de barro,
ovejas y pastores mayormente.
Una estrella pintada de papel
apegada al portal
anunciaba la meta a los Magos,
todavía muy lejos.

Todo era claro y sencillo,
tan bello y convincente,
que era fácil creer
en aquel Dios nacido,
inane y pobre,
en cualquier lugar del mundo.

Las dos tiendas del pueblo
vendían esa tarde
todo lo poco que tenían.
A mi madre unos primos
le traían un cardo.
No faltaba en la cena el besugo,
o el congrio,
ni después la sopa cana
y un poco de turrón del duro:
el blando para el abuelo.
Tampoco el tamboril con las castañas
entre risas y bromas, y muchos villancicos.

Íbamos después a la misa de gallo.
La noche era distinta.
Parecía hechizada.
Había un aura de misterio en el aire,
en el viento, en la lluvia y en la nieve.
Los chicos no sabíamos bien qué era.
Era un alegría parecida a un regalo.
Como un hermoso cuento que fuera verdadero.
Quizás como el relato de la noche en Belén.

Era Navidad.

Vuelven los dioses antiguos

Max Weber, en el libro La ciencia como profesión. La política como profesión, escribe que, si los griegos ofrecían sacrificios a los dioses de la urbe, nosotros seguimos haciéndolo hoy día, aun cuando nuestra conducta haya roto el encanto antiguo y haya querido despojarse del mito que, sin embargo, sigue alentando en nosotros: La religión se ha convertido en nuestro tiempo en rutina cotidiana. Los dioses de la Antigüedad se levantan de sus tumbas y, bajo la forma de poderes impersonales, aunque desencantados, se esfuerzan por ganar poder sobre nuestras vidas, reiniciando sus luchas eternas.- Ahí están, por ejemplo, los poderes impersonales de las leyes del mercado, los mercados omnipresentes y omnipotentes, que continúan exigiendo millares de sacrificios de personas humanas, de los más pobres casi siempre. 

El mayor de los mitos

El mayor de los mitos, en el sentido antihistórico, irreverente y peyorativo de la palabra (= patraña) es pensar que todo lo que no es tangible, medible y pesable es un mito.