Archivo por meses: septiembre 2012

El ateísmo de Ken Follett

El autor por antonomasia de superventas (best-seller, en inglés), el británico Ken Follet, se deja entrevistar desenfadadamente por Fernando Goitia en ES y habla de sus novelas, de su vida y hasta un poco de su falta de fe. Resulta que su padre, según él, era muy estricto y un fanático religioso. Y en eso parece fundar su ateísmo: Mi ateísmo es, de hecho, una reacción contra mis padres. Siempre discutíamos sobre si Dios existe y por eso estudié Filosofía para encontrar la respuesta. La cosa venía ya desde sus abuelos paternos: Nunca bromeaban ni se reían. Todo era `No toques eso o aquello, que se rompe´. ¡Un rollo! Como si no estuviera del todo claro, vuelve luego a decirlo de otra manera en relación con sus progenitores: Querían que siguiera sus pasos en la fe en la que me criaron, los “cristianos renacidos”, pero era una religión realmente estúpida. ¡Por Dios, terrible! Bien. Esta confesión, o parecidas, se repiten en muchas biografías y autobiografías. Y uno se pregunta: un hombre universal, como Ken Follett, y riquísimo, lleno de todo tipo de posiblidades, ¿no habrá conocido, incluso de cerca, otros cientos, tal vez miles, de personas creyentes, no sólo “cristianos renacidos”, que ni son fanáticos, ni demasiado estrictos; que se ríen y bromean; que no cultivan una religión estúpida, mucho menos terrible? ¿Es posible que un “vendedor” exitoso de millones de novelas y libros de historia pueda poner como razón de su ateísmo una reacción total a la religión de sus padres? – Lo que da bien a entender que en su caso, como en el de tantos  y tantos (“aquellos padres, aquellos tíos, aquel cura, aquel fraile, aquella monja, aquel colegio…”), que uno ha conocido y conoce, las primeras y la segundas experiencias vividas en carne propia tengan tamaña influencia, hayan marcado la vida nueva de alguien de tal manera, que sean razón / sinrazón de conductas  posteriores, por muy personales y autónomas que parezcan. Tanta es nuestra limitación racional-emocional, especialmente en la adolescencia y primera juventud. Y también en la edad madura. Incluida una personalidad como la de este triunfador numero 1 de superventas (best-seller).

Una sociedad enferma (II)

Otros sociólogos prefieren no emplear la dura expresión descomposición moral y optan por llamarla, en términos más sociológicos, patología social, o, todavía más suavemente, desviación social, y hasta, en expresiones más minimalistas, declive del control social o declive de las pautas y normas rectoras del comportamiento social. De todos modos, creo que González Anleo une demasiado estrechamente los conceptos de a-nomía (sin ley, literalmente), que debemos a Durkheim, y el de alienación, famoso por la interpretación que le dio Karl Marx, o Carlos Marx, para los amigos. Porque, si hay anomías que son verdaderas alienaciones, no todas lo son, y las alienaciones no se distinguen siempre por la alnomía. La sociedad anómica carece de normas, de maestros, de un primer maestro, magistrado o líder. Sociedad anárquica, en el peor sentido de la palabra (sin principio), como contra-sociedad, sin asomos de anarquismo-comunista o colectivista, sino, más bien, individualista-egoísta, en la que cada individuo busca sobre todo o exclusivamente su provecho personal  e inmediato, sin responsabilidad correspondiente, buscando una permanente impunidad y rechazando cualquier trasparencia que desvele o denuncie la opacidad en la que desea vivir. Una contrasociedad tal lleva, tarde o  temprano, al pesimismo, cuando no al fatalismo, al menos en las personas que se consideran algo más que individuos, e individuos anómicos, y buscan alguna salida a lo que para ellas es también una alienación, una en-ajenación de la máxima nobleza del ser humano. Alienación o enajenación, en sentido estricto, es el vaciamiento de la mejor identidad (ipseidad) del hombre en otra persona o cosa que acaba sustituyéndole. La alienación no se reduce, como suele ser frecuente leer y oír, a la laboral o social marxiana, sino a toda enajenación del ser constitutivo del hombre, también el ser espiritualy religioso -que Marx ignoró, despreció o minusvaloró, alienándole a la vez-, creador de su  propio mundo (Fromm y Marcuse), cosificándole, masificándole, o, al revés, exaltándole por encima de toda medida (mensura) y de toda mesura humana, enajenándole en mitologema, o en cualquier proyección inhumana y deshumanizadora, sea cual sea la forma exacta de la ajenación. 

Una sociedad enferma (I)

Juan González Anleo, prestigioso sociólogo, a quien sigo hace años, acaba de piublicar en la revista semanal católica Vida Nueva, presente a menudo en este cuaderno, dos pliegos sobre España ¿una sociedad enferma?, que quiero comentar en una serie, no lineal, de glosas breves a lo largo de los próximos días. Que España fuera una sociedad enferma en determiandos momentos de su historia se ha escrito no pocas veces. No sólo, en medio del siglo XVII, como reuerda el historiador Ángel López García-Melis (hundimiento económico, disgregación territorial, pérdida de influencia, retroceso cultura.l..).Tampoco faltan diagnosticdores de la España enferma a mediados del siglo XIX (guerras civiles, empobrecimiento económico, pérdida de América, desamortizaciones, golpes militares…). ¿ Y qué decir de finales del siglo, de la España de la Generación del 98? Cuántos males sobre la España nuevamente enferna (pérdida de las últimas colonias, fracaso de la Restauración, anticlericalismo, corrupción…). Quien conozca los años 1933 y 1934, clave de la Segunda República, no dejará de ver síntomas gravísimos de enfermedad: (fracción de España en dos, violencias personales y colectivas continuas, crisis económica sobre todo en el campo, conflicto en ciernes entre la dictadura fascista y la dictadura socialista…). Otros verán a España presa de enfermdad moral y física en los cuarenta y ciencuenta del pasado siglo (dictadura, hambre, odios, aislamiento internacional…). Otro laureado sociólogo español, Salvador Giner define la sociedad enferma como la interrupción grave de la vida normal de un individuo, grupo o institución, como consecuencia de una situación inesperada o mprevista, lo cual provoca mudanzas radicales en ellos y hasta puede llegar a obliterarlos. El mismo autor ha llegado a escribir que España es una sociedad en descomposiicón moral. ¿Por qué? Por a) falta de educación cívica; b) falta de ley, referencias y valores; c) falta de tensión y de patriotismo.

Un socialista “españolista”

En su conferencia-discurso del cine de la Prensa, en Madrid, el día  5 de marzo de 1933, mientras  en el Monumental cinema y en el teatro Fuencarral nacía formalmente la CEDA, Indalecio Prieto, a la sazón diputado socialista por Bilbao, ministro de Obras Públicas en el último Gobierno de Azaña, y miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE, decía cosas como éstas: Soy como socialista un internacionalista; pero mi internacionalismo no amengua mi devoción por este solar en que vivo y viven los míos, en que nacií y en el que se recogerán mis huesos, y, algunas veces, como encarnación de este internacionalismo español o de este españolismo internacionalista, veo pasar por la calle de Ferraz al internacionalista magno, que se llamó Pablo Iglesias, pensando en sus ideas internacionales, sí, pero envuelto, como un símbolo, en su capa castizamente española (Grandes aplausos).

¿El jefe nunca se equivoca?

– ¿El jefe nunca se equivoca? Porque es jefe. Si fuera líder, podría equivocarse sin mayores consecuencias.

– Decimos hijo póstumo o libro póstumo. Dentro de poco tiempo, casi nada o casi nadie será póstumo (post humum: después de la tierra: del cementerio): será postígneo (post ignem: después de fuego: del crematorio).

Casi todos los nacionalistas quieren ser nacionales.

Sin voluntad de justicia

– Sin voluntad de justicia no hay progresismo que valga.

No cuadra: el presidente independentista del Gobierno catalán anuncia un recurso al Tribunal Constitucional por los recortes en dependencia.

Allí donde hay un hombre con una bandera, hay alguien dispuesto a obedecer, un siervo (Gregorio Morán). Eso es cierto cuando ese hombre no lo hace gratis et amore, sino cuando se lo pagan en especies de vario género unos señores que no llevan bandera alguna y la hacen flamear de lejos a sus fieles dependientes.

Un PSC para independentistas

Ahora resulta que el partido de los socialistas catalanes PSC-(PSC-PSOE), según declaraciones  a los medios informativos de Manuel Bustos, responsable de politica municipal del partido y alcalde de Sabadell (acompañado del alcalde de Lérida, el que qutó la bandera española de la fachada el día de la manifestación independentista), ya no es sólo un partido federalista, con el federalismo asimétrico de Maragall por herencia, sino que en él tienen cabida lo mismo federales que confederales y hasta independentistas: “El proyecto socialista será grande, si se entiende esto; si no, será un partido residual y nosotros queremos ser un partido grande que dé respuestas”. Estas palabras explican bien la deriva, la falta de rumbo, la esquizofrenia del partido guía del antiguo y fracasado Tripartito de Montilla, ya comidilla de todos los comentaristas, favorables y adversos. Explican también la holgura con que se mueve el presidente de la Generalidad, conociendo el percal de su partido de la oposición. Y mientras tanto, Rubalcaba esforzándose, dede Madrid, en hacernos saber que el PSC no es soberanista (¿qué querrá decir con la palabreja?) y blandiendo una lanza por el Estado federal: ¿Por cuál: por el cooperativo, del que habla Griñán, o por el asimétrico de los catalenes? Y ahora, en medio de la  gran crisis, ¿toda una transformación magna de la Constitución, con disolución de las Cámaras y dos elecciones a Cortes? ,

Los Caprichos

El Museo de Bellas Artes de Bilbao posee las cuatro series completas de grabados de Francisco de Goya, que durante los últimos meses se han expuesto en la sala BBK del mismo museo junto a una treintena de grabados y pinturas de otros artistas. de diferentes épocas, que recogen la influencia del pintor de Fuendetodos (Alenza, Lucas, Fortuny, Baroja, Gutiérrez Solana, Millares, Saura, Tapies…) o son  referencias  comunes en la historia del grabado: Durero, Rembrandt,  Picasso o Bacon. Uno de los paneles nos recuerda que Goya dejó escrito que no tenía otros maestros que la Naturaleza, Velázquez y Rembrandt. Esta tarde me he detenido sobre todo en la serie de los Caprichos, la serie que peor conocía, y, a pesar del gentío visitante, he conseguido con un poco de paciencia, ir contemplando, uno a uno, todos los grabados, con sus correspondientes titulos, a veces enigmáticos, lo que azuza la imaginación y hasta la fantasía. Los Caprichos, que fue la primera serie puesta a la venta (1797-1799) por el maestro aragonés, son toda una crítica, casi siempre mordaz, de la experiencia política, religiosa y social que el artista vivió en aquellos años poblados de guerras, invasiones, miedos, miserias, corrupciones, como tantos otros tiempos anteriores y posteriores. Por eso abundan en los grabados las víctimas de lo que a veces se tiene como usos y costumbres, creencias y opiniones, virtudes y vicios: víctimas de la soberbia y la arrogancia, de la lujuria y la prostitución, del matrimonio de conveniencia y del celestinaje, de la brujería y de la credulidad, de la intransigencia religiosa y de la Inquisición, de la frivolidad y de la moda, de la mendicidad y del vagabundeo, o del orgullo, la pereza, la gula y la lujuria monacales… Con títulos ya tan conocidos y referentes univerales como El sueño de la razón, Trágala perro, o Volaverunt. Toda una España. todo un mundo de bajezas y miserias, de fracasos y espantos, de ruindad y degeneración humana, que nos llevan a la reflexión constante no sólo sobre la época y el espacio del autor, sino sobre la misma condición humana. A la hora del estudio de la sociedad de aquel tiempo y de todos los tiempos, los Caprichos de Goya, como los Disparates y los Desastres de la guerra son testimonios magistrales y  perennes de la historia del hombre y su destinos.

Vencimos a la muerte un día más

Mi amigo, nuestro amigo en la redacción de Río Arga, Javier Asiain, ha ganado un premio más, el San Juan de la Cruz de poesía, bajo el patrocinio nada menos que de nuestro patrono celestial. Ha tenido la gentileza de enviarme esta primicia primorosa:

     Vencimos a la muerte un día más  
     Hoy estuviste conmigo
     gozando a las puertas abiertas
     del Paraíso.

Una ocasión perdida

Una ocasión perdida, ha dicho Artur Mas sobre su entrevista con el presidente del Gobierno. ¡Pero si la han estado buscando, esa ocasión perdida, él y muchos como él, desde hace mucho tiempo! Acaso desde la Declaración de Barcelona, en 1998, arrastrados por el PNV y ETA, que ahora no han ido tan lejos todavía. Si hubieran querido aprovechar la ocasión, la hubieran preparado mejor, como han preprado su opuesto, la manifestación independentista de Barcelona, el intrumento del gran chantaje. CIU sabe muy bien, como firmante y votante de la Constitución de 1978 -que fue tan suya como nuestra- lo  que hay que hacer para cambiarla. Podían haber  buscado ese terreno: la complicidad de otros partidos reformistas y de otras Comunidades complacientes, pero eligieron justo el contrario: la bronca, el alboroto, el chantaje, el callejón sin salida, el órdago solemne y sin retorno. Se encontrarán, quieran o no, con la Constitución que ellos mismos hicieron y defendieron. Lo que no se puede hacer es. sin reformarla, quebrantarla, interpretándola a su manera. Esto parecen defender, al menos en público, algunos socialistas españoles, que confunden diálogo con exteriorización del chantaje, o consideran que con la Constitución se puede defender  cualquier cosa, con tal de atacar al presidente del PP, a la sazón presidente del Gobierno. O el secretario general del PSC-PSC(PSOE), que vuelve sobre el federalismo asimétrico como panacea; es decir, un federalismo de excepción para Cataluña, equivalente al concierto económico -que rechazan-, pero con otro nombre. Y esta vez con tal de atacar, desde Cataluña, a Mas y a Rajoy. La dualidad tramposa al más alto nivel. Y los políticos, al más bajo.