Archivo por meses: octubre 2012

Violencia. Terrorismo. Antropofagia

Cuando las elecciones norteamericanas devienen el primer acontecimiento político mundial, me vienen constantemente a la memoria las páginas de un libro que he leído demasiado tarde, uno de los más hermosos que se han ecrito nunca: Por qué no podemos esperar, de Martín Luther King, cristiano ejemplar, víctima posterior de la violencia asesina, símbolo para siempre de la entrega suprema del hombre por el hombre. Hemos olvidado quizás demasiado pronto aquella epopeya, que tuvo también buena parte de tragedia. Pero sin ella no habría habido un presidente negro al frente de los Estados Unidos de América y estas elecciones serían, como muchas en otros tiempos, regueros de muertos, y no por un huracán. El hombre nació en la barbarie –escribía MLK-, donde matar al prójimo era una condición normal de existencia. Luego se le dotó de una conciencia. Y ahora ha llegado para él el día en que la violencia contra otro ser humano tiene que convertirse en algo tan abominable como comer carne  de otro ser humano. Un recuerdo perenne.

El talonario

– La parte del cuerpo que más le duele al contribuyente es el talonario.

– Mejor ir al psiquiatra antes de ponerse loco. Después, nadie está seguro.

– Las relaciones entre Caín y Abel fueron siempre fraternas, no fraternales.

Estatalistas y nacionalistas

Dejémonos de rodeos y subterfugios. Mientras sigamos considerando, queriendo y sintiendo (¡no sólo sintiendo!) a España sólo como Estado y no como nación, tendremos la batalla -si es que alguien la da- siempre perdida. Porque, en igualdad de circunstancias, en la contienda entre estatalistas y nacionalistas, siempre, tarde o temprano, ganarán éstos últimos. No así, en cambio, cuando los nacionalistas se enfrentan con nacionales, es decir, gente con nación. ¿Sermón también perdido?

Cataluña es de España

Cataluña es de España y España es también de los catalanes, ha dicho el presidente del Gobierno en Barcelona, y es lo mejor que ha dicho hasta ahora sobre tan grave cuestión. Y de esta realidad verdadera arrancan todas las verdades reales que pueden decirse sobre la misma.

Contra los desahucios

En el Informe encargado por el Consejo General del Poder Judicial, y luego dejado de lado por el pleno del mismo, se apuntan algunas medidas útiles, si no para acabar con la plaga, sí para contenerla y desviarla, y poder orientar la ley y el derecho futuros hacia horizontes legales más humanos que los señalados por la vieja  ley de 1909. Como la formación de comisiones mixtas que busquen acuerdos entre las partes. O la facultad dada por la ley a los jueces para que en determinadas circunstancias familiares, puedan conceder moratorias en el pago de las cuotas, ampliación en el plazo de las amortizaciones y  reducciones provisionales en el tipo de interés… No son precisamente medidas revolucionarias. Pero no son imposibles. ¿Dónde están los polìticos que se adelanten a los jueces? ¿O queremos a repetir por los siglos aquel poema entrañable y logradísimo de Gabriel y Galán, en el castúo de su tierra,  El embargo, que me aprendí de memoria cuando era un adolescente?

     Señol jues, pasi usté más alanti
     y que entrin tós esos…

“así de frágil la amistad”

Solíamos alargar las sobremesas.
Teníamos todo el mundo por hablar.

Me cogías y dejabas en tu coche
o íbamos
a cogerte y dejarte
al pie
de la breve escalerilla de tu casa.
Hoy hemos tenido que dejarte
en un nicho oscuro y sin fin
del camposanto.
Así de triste y cruel es esta vida,
así de frágil la amistad,
ese cálido dios en quien creímos.

Al fin nos queda Dios
-ese Dios en quien todos queríamos creer-,
a quien volvíamos,
dando vueltas y vueltas,
al final de todas nuestras charlas.
Y a nosotros,
los mortales aún,
aún nos queda
esta tarde madura y ofrecida
del último octubre,
rayada por la lluvia, las lágrimas y el luto.

Una sociedad enferma (VII)

La Sanidad pública ha sido un legítimo orgullo nacional, gigantesco sistema público al servicio de todos los españoles y residentes en España. La Seguridad Social es otra de las grandes e irrenunciables conquistas, que reconoce el derecho del hombre a una vida digna en la vejez y en las diversas situaciones de desamparo, enfermedad y desempleo. La ley de Dependencia, ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, tiene muchos menos años y fue promulgada en 2006, durante el Gobierno del denostado José Luis Rodríguez Zapatero, ley que hicieron necesaria y a la vez posible el envejecimieno demográfico, el aumento de la vejez débil, la reducción del tamaño de las familias, antes cuidadoras de por vida, y la incorporación de la mujer a la actividad laboral. Pero en estos tres sectores la realidad de nuestro tiempo está siendo mucho más dura de lo que proclaman los principios teóricos y de lo que desean todos los ciudadanos cabales de nuestra nación. Por ejemplo, el gasto sanitario, debido a las causas de todos conocidas, pasó de 38.563 millones en 2002 a los 70.274 en 2009. El gasto farmacéutico sigue siendo uno de los más elevados de la Unión Europea, por encima de los países escandinavos. Las pensiones por jubilación y viudedad no dejan de aumentar, llegando casi al millón, igual que las más discutidas de incapacitación permanente. Mayor todavía, como es de suponer, es el número de los beneficiarios del seguro de desempleo, rondando los tres millones entre el nivel contributivo y el nivel asistencial. Y, aunque los discapacitados son muchos más, los dependientes se acercan al millón y medio, de los que sólo algo más de la mitad reciben ayuda. La crisis golpea a este sector tan sensible mucho más que a cualquier otro: expulsión del sistema a los inmigrantes sin papeles, aunque las Comunidades Autónomas la han dejado en muchos casos sin efecto; copagos de medicinas y ciertas prestaciones, explicables y saludables en ciertos casos, pero en otros no; reducción de  personal sanitario y de servicios; paralización de ciertas obras hospitalarias; reducción de estancias de enfermos;  “despidos” de médicos veteranos, sustituidos por más jóvenes y peor pagados…, como acabo de ver en la siempre elogioda Sanidad de Navarra. El desbordante número de parados y de pensionistas, tarde o temprano va a exigir cambios drásticos en su administración, y los Presupuestos del Estado corren el riesgo de ser pronto papel mojado. En el ámbito de la ley de Dependencia, que ya nació con un déficit financiero y demasiada propaganda política, el recorte ha sido, en palabras de G. Anleo, despiadado: se ha suprimido la partida del 15% que el Estado iba a repartir entre las Comunidades Autónomas y se ha paralizado la aplicación de las ayudas a los dependientes de grado III, dependencia moderada, de ayuda una vez al día. Es el sector más desprotegido, por ser el más nuevo y con menos tradición. Mientras tanto, en el sector de la Administración y de los  altos cargos, ¡se pavonean de haber reducido, cuando lo han hecho, en un cinco o diez por ciento los grandes honorarios y los grandes sueldos!
 

La carta del ex-arzobispo de Foggia

Monseñor G. Casale, arzobispo emérito de Foggia, envió hace unas semanas una carta abierta a la actual XIII Asamblea general odinaria del Sínodo  de Obispos, reunida en el Vaticano, en la que cree poco: por su falta de representatividad, por su carácter consultivo, por su enorme duración, por su muy deficiente trasparencia, por su lejanía de la  gente… Y Monseñor Casale le pide  a esa Asamblea nada menos que: a) una colegialidad efectiva en la Iglesia, por encima de la omnipotente Curia Romana; b) la búsqueda de la verdad real, histórica, no sólo abstracta-metafísica; c) la alegría de  la pobreza evangélica, renunciando al lujo exteror y a los títulos honoríficos, comenzando por los cardenales: no le gusta una Iglesia vestida de Armani; d) una nueva reordenación de las parroquias y de la vida parroquial; e) la reapertura del diálogo con las diversas comunidades de base, no sólo con los cismáticos lefevrianos; f) la ordenación sacerdotal de los viri probati, que no van a acabar precisamente con el libre celibato eclesiàstico de quienes lo prefieran… Mons. Casale recuerda con mucho afecto y gratitud al recientemente fallecido arzobispo de Milán, G. Martini, sabio biblista, pastor ejemplar, que criticó honradamente, con muy ponderadas razones y sugerencias, a la Iglesia actual y sufrió tanto por ella. Y el arzobispo emérito italiano añade: Nosotros, los obispos, frecuentemente denunciamos los asaltos que proceden de fuera de la Iglesia, del laicismo y de la secularización. Sin embargo, los asaltos peligrosos proceden del interior de nuestra Iglesia, que sigue perdiendo la luminosidad y la autenticidad del mensaje evangélico.

Frente al independentismo: serenamente España

Tiene razón que le sobra la vizcaína Edurne Uriarte, cuando  propone como única alternativa al independentismo el patriotismo alegre, positivo, constructivo  y esperanzador. Como el de esos cuatro jugadores españoles -un andaluz, un valencian, un catalán y un asturiano- del club inglés Swansea, unidos los cuatro, alegres y combativos,  con su bandera española en las manos. ¿Tanto costaría, me pregunto, que los jugadores catalanes de la Selección española (¡no sólo la Roja!) hicieran algo parecido? ¿Tanto costaria que, junto al canario Pedro, el manchego Iniesta, el asturiano Villa, algún catalán o  todos ellos, tan mimados por los españoles en todos los órdenes, dieran una muestra de realismo?  ¿Fueran tan sólo un poco agradecidos? No habría discurso, ni artículo, ni mitin, ni manifestación antiindependentista más eficaz que eso. ¿No habrá nadie que ayude a hacerlo posible? ¡Sería más eficaz incluso que la noble actitud del editor Lara o del presidente de la Wolkswagen¡

“Mi hjo era de ETA”

El segundo libro del ingeniero y ex-político José Ramón Goñi Tirapu se estructura en torno a la columna vertebral de una larga carta -letra cursiva-  paterna y paternal, no partenalista, escrita a su hijo, pasado, un día,  a uno de los comandos legales de ETA. El padre va describiendo en esa carta, que muscula todo el volumen, la historia de los dos, pade e hijo, desde las primeras vivencias familiares hasta su último encuentro, antes de que el joven entrara en el infierno  terrorista, donde le habían precedido varios tíos carnales, y de donde no se sale sin mucha dificultad. Y, como comentario más extenso y circunstancial, fluye la historia exterior del propio autor -sus ancestros carlistas navarros, su familia numerosa, el seminario de Pamplona, el traslado a Guipúzcoa, su militancia socialista y sus cargos políticos, su experiencia como gobernador civil en San Sebastián, sus muertos y sus funerales, su dimisión, su vida en Madrid…-. Todo va escrito directamente, a la pata la llana,  con emotiva vivacidad, que nunca deja al sentimiento descarrilarse en sentimentalismo, sino, como es propio de toda persona cabal, lo lleva uncido siempre a la inteligencia y  a la voluntad, de las que nunca se separa demasiado. Ni sentimentalismo, pues, ni frío estoicismo “racional”, del que algunos se enorgullecen, como si la  razón pudiera desuncirse del todo de la volición (querencia) y el sentimiento. Aqui no hay, como podría temer el lector, ni síndrome de Estocolmo, ni cosa que se le parezca. Uno de los españoles que mejor ha conocido el independentismo terrorista vasco, y de más cerca lo ha sufrido, hasta jugarse hartas veces la vida, no disimula una pizca su aborrecmiento al terror,  su condena constante del sistema que lo cultiva, ni el desprecio que le merece el entorno cobarde e inhumano que lo con-tiene y sos-tiene. En pocos libros encontrará el lector más viva la tragedia de un padre ya de por vida vulnerado; de una familia tradicional desgarrada por las diversas opciones entre la decencia y el crimen; la tragedia de la degradación de buena parte de la sociedad, como la vasca (y navarra), y hasta  la de esa parte de la humanidad que vive en Euskadi  (y Navarra) y ha perdido (¿a la vez que los religiosos?) sus valores humanos fundamentales. Pero ¿desde cuándo, podemos preguntarnos, y debido a qué causas principales, se perdió en esa tierra, que se preciaba de haber sido elegida por Túbal y dió a Ignacio de Loyola,  Larramendi o Cardaveraz, la humanidad, la clemencia, la compasión, la tolerancia, la reconciliación… tan antiguas? Una sola cosa se me ocurre subrayar aqui con la sangre de tantas víctimas habidas en Guipúzcoa: si hubiera habido muchos padres como José Ramón Goñi Tirapu, y se hubieran conocido sus palabras y sus hechos, se hubiera ahorrado mucho dolor y mucho luto, y, además, estaríamos hoy más cerca de  ver alguna salida a esa degradación colectiva. – Uno de los fragmentos primeros de esa carta vertebral reza así: Imagino que puede ser duro para ti  leer estas páginas. Si fuera así, estaríamos en el inicio de un camino que puede conducirte a algo nuevo, algo que te ayudaría a evolucionar. Necesito creer que no te han lavado el cerebro y arrancado las glándulas en las que se generan los sentimientos. Pero ignoro cuál es tu realidad. El adoctrinamiento es el peor enemigo de la evolución. La libertad es la mejor garantía del progreso del hombre. Me gustaría que miraras de reojo a alguna de estas víctimas y reconocieras en ella a un ser humano. Sólo por eso habría tenido sentido escribir este libro.