Archivo por meses: febrero 2013

La trampa nacionalista-independentista

Lo ocurrido entre el PSC-PSC (PSOE) y el PSOE era de prever. Mientras los socialistas catalanes del PSC-PSC (PSOE) pueden ser munistros – y hasta de Defensa, para gritar de vez en cuandp, no muy alto, “¡Viva España!”-, diputados a Cortes, senadores, diputados europeos, directores generales y mil gollerías más, gracias al PSOE, los socialistas españoles no pueden entrar para nada en la vida del PSC-PSC (PSOE). Este partido, hoy dividido y subdividido, y a la deriva en Cataluña, ha sido un gran peso muerto en la vida del PSOE, especialmente en los años de Zapatero-Maragall. Ellos, en sus congresos, no se llaman, en verdad, nacionalistas catalanes, sino catalanistas, pero tampco españoles, sino federales. Porque han interiorizado la  tesis nacionalista-confederalista-independentista catalana de que España y Cataluña -hasta Rubalcaba ha aprendido ese lenguaje- son dos naciones distintas, como pueden serlo Serbia y Croacia, Austria y Hungría, aunque luego digan que España es una nación de naciones, pero entendiéndolo sólo como Estado de naciones. No se consideran parte de  la Nación española, ni por tanto están de acuerdo con el meollo de la Constitución. Hablan, como los confederalistas y los independentistas, de Estado plurinacional, pero no de la Nación plural española, como en sus buenos tiempos hablaba Roca i Junyent, padre  constitucional en representación de CIU. De ahí, el pretendido derecho a decidir, es decir, el derecho a la autodetermianación, latiguillo leninista en la URSS de los dictadores leninistas, pero que no existe en el derecho internacional, que sólo admite el derecho de autodetermianción de los Estados. – El PSOE, por fin, ha comenzado a reaccionar. Ya veremos hasta dónde llega  en su sacrosanto ideario partidista.

Meteoroide. Degollado. Perfecto

Meteoroide. Meteoro. Meteorito. El meteoroide es mayor que el meteorito. Pero el meteorito no es diminutivo de meteoro.

Marcial Maziel Degollado. Lo fue (sólo a última hora y canónicamente) por sus propios deméritos.

Perfectos. No podemos ser perfectos. Somos facientes (de facere-factum): estamos haciendo y haciéndonos. Pero per-fecto quiere decir hecho, o muy hecho. Estadio al que nadie de nosotros ha llegado.

Dos cómicos en Italia

El hecho de que, según y cómo, hayan tenido un buen resultado electoral en Italia dos notables cómicos, como Beppe Grillo -su partido solitario, mayoritario en el Congreso- y Silvio Berlusconi, que se acerca por unas décimas, tras su reciente dimisión forzada, al pírrico vencedor, Luigi Bersani, explica bien el peligro de inestabilidad subrayado por todos los comentaristas europeos. Italia, una vez más, ha votado a su manera. El país más europeista, desde hace sesenta años, ha votado contra la política actual europea. El país con más partidos en Europa, después de deshacerse de todos los partidos tradicionales, ha visto a uno de sus grandes cómicos anti partidos conseguir un cuarto de los votos, siendo el primer grupo de la Cámara baja. El país que acabó con la corrupción política más extendida, hace treinta años, ha vuelto a resucitar al político más corrupto y corruptor que se conoce y le ha dado un segundo puesto decisivo. El país más conocido por su patriotismo decimonónico y la lucha por su unidad frente  a los territorios de la Iglesia, sigue votando en gran proporción a un partido, el de Berlusconi, que lleva en su coalición actual a un partido anti-italiano y secesionista, con el que ha gobernado durante años, la Lega Norte, que quiere reconstruir, fuera de Italia, la Padania. Y aquel gran partido eurocomunista, de los años cincuenta y sesenta, el PCI, recompuesto y vuelto a componer, con una importante masa de católicos políticos y otras fuerzas democráticas progresistas, ha emergido de nuevo, a pesar de una nefasta ley electoral berlusconiana y de varios escándalos en su seno,  dispuesto a formar un Gobierno, que tiene los días contados, si un nuevo miracolo italiano, tan cerca del Vaticano, no viene en su ayuda. Para calibrar el caracter antipolítico y anti partidista de las actuales eleccciones, basta  tener en cuenta los votos perdidos por los dos grandes bloques en sus feudos más fieles. El Partido Democrático Italiano(PDI), aliado a unas pequeñas coaliciones izquiedistas, pierde en su rocaforte de Emilia-Romagna un 10′ 6 de sus votantes; en Toscana, un 9´4; en Umbria, un 13´6; en Lazio, un 12´0. El Pueblo de la Libertad (PdL), de Berlusconi, unido a la Lega Norte,  pierden en Lombardía un 19′ 6 de votos; en el Veneto, un 23′ 0; en Campania, un 17´2 y en La Puglia, un 14´5.  Problemas, como se ve, para que los resuelvan los cómicos.

Vargas Llosa y Benedicto XVI


Hace unos días escribía en EP el premio Nobel, Mario Vargas Llosa, un artículo ejemplar sobre Benedicto XVI, titulado El hombre que estorbaba. Ejemplar en un escritor no creyente, pero atento a todos los signos cualitativos de nuestro tiempo, estén donde estén y signifiquen lo que signifiquen. Tras ponderar la vocación de teólogo e intelectual de  papa Joseph Ratzinger, y no de hombre de masas, como la de su predecesor, elogia sus libros sobre Jesús de Nazaret y sus encícliccas, y confiesa que alguno de esos escritos le causó turbación. Expone los graves problemas internos de la Iglesia, a los que se ha enfrentado el papa –pastor rodeado por lobos, según el  mismísimo OR- e intenta entender lo que él llama anacronismo dentro del anacronismo de la Iglesia en ciertas cuestiones actuales: el peligro de la desintegraciín y de la anarquía, como ha sucedido en el mundo de las sectas evangélicas, otro enemigo poderoso de la Iglesia católica. Pero los no creyentes -escribe con una valentía desconocida en nuestros intelectuales de casa- haríamos mal en festejar como una victoria del progreso y la libertad el fracaso de JR en el trono de San Pedro. Porque él representaba sobre todo la tradición clásica y renacentista, que acabó con la esclavitud e hizo posibles la igualdad, la solidaridad, los derechos humanos, la libertad, la democracia, e inspiró el desarrollo del pensamiento, del arte, de las letras, de nuestra civilización, en definitiva. Y ve finalmente en la impotencia y en la soledad, últimanente mostradas por Benedicto XVI, un inquietante atisbo de lo reñida que está nuestra época con todo lo que representa vida espiritual, preocupación por los valores éticos y vocación por la cultura y las ideas.- Para calibrar la excelencia de este trabajo del escritor peruano-español basta compararlo con el  frívolo, publicado ayer en el mismo medio, del posmoderno italiano Flores d´Arcais, irritado hasta por el aval dado al pensador Joseph Ratzinger por  el filósofo alemán Jürgen Habermas o por la filósofa búlgaro-francesa Julia Cristeva. Es la diferencia que va de un verdadero intelectual  a un mandarín de opinión de nuestro tiempo.

Segundo domingo de Cuaresma

                     
                Luc 9, 28-36

Pedro, Juan y Santiago
siguieron al Maestro,
para orar, una tarde cualquiera,
en un cercano alcor.
No estaba lejos su partida,
su muerte en Jerusalén.
Él sabía que vino a cumplir y completar
la ley de Moisés, y las muchas profecías
sobre el Hijo del Hombre
que habían anunciado
desde Elías al último profeta.
Jesús, al recordarlos, meditaba
sus vidas serviciales y sus muertes
a menudo violentas,
a la vez que ponía su vida en manos de Yahvé.

Pedro, Juan y Santiago,
aunque el sueño los vencía,
vieron el rostro transfigurado del Maestro
y sintieron  deseos de quedarse allí
con él y para siempre.
Jesús volvió a sentirse el Hijo amado,
Predilecto del Padre,
dispuesto a poner toda su existencia
al servicio de la gloria divina
y al servicio de los hombres.

Pedro, Juan y Santiago
le vieron entonces, sorprendidos,
todo lleno de luz,
y sintieron temor,
y, al mismo tiempo,
una recia voluntad
de seguirle siempre hasta la muerte.

“Verted, juntando las dolientes manos…”


Lo que hacemos nosotros hoy, cuando comparamos la situación política de estos últimos años en España con los tiempos  de la Transición y de la Constitución de 1978, exagerando los tonos por la nostalgia, lo hacía Benito Pérez Galdós, en 1865, en prosa romántica, cuando contrastaba la situación de aquellos años de su vida, que precedieron a la Revolución Gloriosa, con los días de la Constitución de Cádiz, en 1812. Han sido los dos grandes momentos de la reconciliación, del consenso y de la unidad en la historia contemporánea de España. Don Benito rememoraba los heroismos de la guerra contra Napoleón, como el de la siempre inmortal Zaragoza, y ponderaba la alegría posterior del pueblo español: Era todo un pueblo que se sentía grande, que acababa de dar la más levantada prueba de su esfuerzo, recabando el patrio hogar de entre las garras de legiones de numerosas e invencibles hasta entonces; constituyéndose al mismo tiempo bajo una legislación política tan sabia y tan recta, que dejó asombrados a los pueblos más inteligentes de Europa, y merecía ser adoptada para sí por naciones extranjeras. Era un pueblo que daba estas relevantes pruebas de su virtud, de su saber y de su heroismo… Y todo eso, y mucho más, lo contraponía a lo que aquellos próceres insignes, los Argüelles, los Muñoz Torrero, los Calatrava o los Quintana, si resurgieran, podrían haber visto en el tiempo en que él escribía: La libertad que asentaron sobre tan robustos cimientos la verían vilipendiada; el sistema constituciomal, objeto de  su afán más solícito, manchado de impureza; la administraciòn,  tan sabiamente organizada, devorada por el desconcierto y  la anarquía (…) y hasta la misma dignidad del Parlamento, de aquel Parlamento que cuando ellos lo llenaban era obedecido por la Regencia (…), arrastrando una existencia tristísima, separado del sentir de la nación, maltratado por los ministerios… Para terminar con estos malos versos tardía y pedestremente románticos: Verted, juntando las dolientes manos / Lágrimas, ¡ay!, que escalden la mejilla / ¡Mares de eterno llanto, castellanos, / No bastan a borrar vuestra mancilla!

Un bipartidismo defensivo

Entre los males que nos afectan en España está el bipartidismo imperfecto, que en la Transición se juzgó como un bien para fundar y consolidar la democracia, y que hoy lo consideramos peligroso para ahuyentar la corrupción. El PSOE y el PP hicieron lo posible para acabar con los pequeños partidos que les hacían sombra en sus respectivos niveles ideológicos, y, aunque no lo consigueron del todo, sí pudieron aparecer al fin como las dos únicas opciones políticas a  las que podían concurrir todos los españoles  con posibilidades de acierto en cualquiera de las elecciones. Hoy día, al hablar de la corrupción que nos azota, muchos han visto claro que el hecho de que la llamada izquierda tenga como único referente con posibilidades electorales al PSOE, y la llamada centro-derecha lo tenga en el PP hace imposible, o mucho más difícil, que el votante pueda elegir libremente a otro partido, sin salir del ámbito ideológico en el que se mueva. Condenados -podríamos decir- a votar al  mismo partido que, por sus casos de corrupción, se ha hecho indigno de su confianza. Y todavía en el caso de la llamada izquierda, existe la posibilidad de votar a IU -bien que ya no sea una opción socialdemócrata-, o a UPyD o Ciutadans -lo que están haciendo ahora mismo muchos de los catalanes que votaban antes al PSC (PSOE)-, pero  en la llamada derecha, no hay otra opción que la representada por el PP. Me recuerda al Japón, donde el Partido Liberal Demócrata, con un historial altísimo de corrupciones, raramente deja de ser el partido más votado por un pueblo conservador como  el japonés. En España las otras opciones en el nivel ideológico del centro derecha son CIU y el PNV, pero son opciones que, en el ámbito autonómico-patriótico, se definen como nacionalistas confederalistas/independentistas, lo que a una mayoría de votantes conservadores o moderados españoles les es casi imposible aceptar. Asi, pues, el bipartidismo, que nos parecía hasta hace bien poco necesario o utilísmo para la defensa de la Nación plural y del Estado fuerte, por culpa de la corrupción se nos  ha vuelto peligoroso, y, hasta cierto punto, negativo. Siempre aprendiendo.

Sobre el estado de la Nación

Escuchando las intervenciones de los distintos partidos políticos en el congreso de los diputados sobre el estado de la Nación, aprecio ante todo la dificultad de tener en la cabeza el estado de la Nación, con toda la complejidad que eso significa y entraña. Pocos políticos, miembros del Leemento (que no Parlamento) discursivo, lo tienen, y de ahí la debilidad y la futilidad de muchos de esos discursos. ¿Quién, además de la Constitución y los Estatutos de Autonomía, conoce, vg., la ley hipotecaria, la ley de educación o la ley de costas? Y menciono sólo tres, de cientos. Algunos políticos, más que el estado de la Nación, llevan dentro el estado de mucha gente amiga, vecina, de su partido o de su entorno, y pronuncian esa opinión, que suele ser real y emotiva, pero que no es  muchas veces la general, o, si la es  en algunos puntos, no lo es en todos: Banco Europeo, financiación de la banca, gastos en defensa, política agraria común, etc., asuntos de los que no entiende o le interesan menos. Los grupos minoritarios, que dan la mayoría numérica de los portavoces en la Cámara, aunque sean los menos representativos, son casi todos nacionalistas, cuando no independentistas, ni siquiera admiten la Nación y les importa un rábano su estado, que seguramente desean el peor posible, y sólo se precupan por su pueblo o su comunidad. Tarea difícil, pues, llegar a consenso alguno general, fuera de los partidos constitucionalistas, que cultiven valores e intereses comunes, y que en España, por tradición, suelen estar como el perro y el gato. Con todo, el debate puede ser espejo necesario de nuestra realidad, catarsis para unos y otros, prueba del nueve de los oardores y líderes de cada facción, informe muy útil para todos los ciudadanos, ajenos en general al conocimiento político… Si el príxmo lunes se consiguen redactar algunas proposiciones de calado, consensuadas, al menos, por dos o tres partidos, será anuncio de una nueva etapa, que hace muchos años no la conocemos.

El verdadero pecado original

(De Ciencia y no violencia, por Lanza del Vasto (1977).

¿Cuál era el pecado que nosotros llamamos el pecado original? (…) Es el árbol del conocimiento, el conocimiento del bien y del mal. (…) Y ¿qué mal ha hecho? ¿Cuál es este mal? El mal de haber comido del fruto del bien y del mal. (…) ¿Qué es comer? Eso quiere decir matar, coger, apoderarse, masticar y destruir, apropiarse y gozar de la destrucción de lo que coméis. (…) Eso quiere decir goce y provecho. La explicación está ahí. El pecado del hombre ha sido desviar la inteligencia de la Verdad hacia el fruto. (…) Adán ha utilizado su inteligencia para obtener el fruto y el goce. (…) Adán, somos nosotros, cada uno de nosotros. (…)  Es el pecado de todo el mundo. Y lógicamente tambien el mío. Es un pecado diferente de los otros, que no tiene nada que ver con la moral. Es un pecado metafísico , no un pecado moral. Aprovechad, llevad un negocio, ganad dinero, obtened poder. Eso es moral. Y vosootros podeís hacerlo muy honradamente, por vuestro bien y por el bien de los otros. No hay nada malo en ello. Está permitido. Y los buenos y los malos están igualmente en el mundo, en el pecado origianl, y lo pagan porque es un todo…

Paz y perdón

Mientras los hombres seamos finitos, limitados, falibles, defectuosos, no habrá paz sin perdón, pedido y otorgado. Sin perdón no hay paz.