Archivo por meses: diciembre 2013

La casa por la ventana

Tambien el Colegio español de San José, de Roma, en el renacentista palacio Altemps -hoy, museo de la mejor escultura romana, que otrora llenaba el museo delle Terme– se sumaba a la vieja tradición local, tal vez llegada del Sur español -Nápoles, Calabrai y Sicilia- de tirar la casa por la ventana. Nunca un refrán fue tan realista. Subíamos a la terraza del viejo palacio  y desde allí, dadas las doce, nos uníamos al alboroto común, a la algarabía general del despojo de lo viejo: desde pianos a colchones; desde televisores, que entonces todavía eran pocos, a sofás y sillas viejos. Nosotros no teníamos mucho que tirar. Lo más castizo era tirar la vajilla que conseguíamos sacar del comedor entre las sotanas y los fajines. Josetxo Eguia, de San Sebastián, llevaba fama de ser el mejor arramplador de vajilla. Un año, fue tanta la vajilla que faltó, que los Operarios diocesanos que nos regían montaron, al año siguiente, la guardia al salir de la cena, y sólo los muy duchos consiguieron sacar algún plato y alguna cuchara.- Estamos ante el rito ancestral de todo solsticio, de renovar la vida y destruir lo viejo y caduco. Sin entrar ahora en muchas exquisiteces, la costumbre, española y universal, era, al acabar el año, acabar con todo lo que había quedado obsoleto o menos útil. Sin duda, el venerable tronco de Navidad, que ardía en los hogares de Navarra y el País Vacxo, tenía algo que ver con el fuego como principio destructivo que abrasa y consume los elementos nocivos y perjudiciales tanto de orden físico como inmaterial. Parecido es el significado de las hogueras que en algunos lugares se encendían por estas fechas. O el rito de los mozos de Artaza, que aporreaban al atardecer las puertas de las casas con palos de acebo, mientras los chicos recorrían las calles provistos de pellejos y botas encendidas cantando: Año nuevo, año viejo  / Que se termine el pellejo. O el rito de los chicos de Larraona, que postulaban por la tarde para preparar la cena, y el de los mozos por la noche, al  tiempo que aquéllos correteban por las calles con pellejos encendidos, gritando: A quemar el culo al año viejo / con un pellejo viejo, viejo.- Quemar, purificar, renovar…, elementos esenciales de mitos y ritos, en el solsticio de invierno y en la fiesta del fin del año, unidas las dos con el tiempo en una misma celebración, que la Navidad cristiana vino, de nuevo, a purificar y sublimar, con el mismo sentido, pero más alto y permanente. ¡No sé si teníamos todo esto muy claro, cuando sacábamos cucharas, cazos y platos del comedor del Colegio de San José en el palacio Altemps, de Roma!

Villancicos

Muchas veces, en este tiempo de Navidad, me pongo a escuchar villancicos. Junto a Bach, Haendel o el gregoriano, los villancicos me llevan directamente al Misterio, preciosa palabra que en el lenguaje popular alude al portal de Belén, dentro del belén. Todos los buenos villancicos, letras y músicas, en cualquier lengua y de cualquier país, tienen una caracteristicas comunes: la brevedad, la sencillez -canto de villanos, por antonomasia-, la  ternura, la hondura emocional, la alegría interior y exterior, y la nostalgia de la infancia y del ideal siempre revivido.  A veces un viejo villancico nos remueve los recuerdos y nos traslada a la mejor estación de la niñez. Ayer me pasó  con el villancico popular, arreglado recientemente por Tomás Aragüés: Tan tan: Hacía muchos años que no lo recordaba Tan tan, van por el desierto / tan tan, Melchor y Gaspar / tan tan, les sigue un negrito / que todos le llaman / el rey Baltasar… Me subió al alma de un golpe toda aquella felicidad infantil, en medido de una familia pobre y creyente, no muy lejana de la familia de Nazaret; en un pueblo que celebraba masivamente la fiesta de la Navidad; cuando, niños aún, nos asomábamos al misterio de Dios cercano y poderoso, paterno-materno y familiar; el mundo parecía unido y pacífico, y todos eran alegres y generosos, como los pastores, como los magos, como los ángeles…

Reflexiones cristológicas: (V) El concilio de Nicea

En lo que atañe a la divinidad de Jesucristo, sólo conocemos las enseñanzas que difundían los arrianos, discípulos de Arrio, presbítero de Alejandría (256-336), entre los años 318 y 323. Según un fragmento del  sucesor de Alejandro en la sede episcopal de la metrópolis egipcia, el padre de la Iglesia oriental, Atanasio (328-373), en su libro contra los arrianos (III, 27), éstos se hacían la pregunta: Si el Logos es verdadero Dios, Dios de Dios, ¿cómo pudo hacerse hombre? Esa era, como vimos, la primera y mayor dificultad  para los paganos y los judíos, a la que no pudieron hacer frente tampoco, como se ve, algunos cristianos, pese a la fe primitiva de la mayor parte de la Iglesia. O dicho en otros términos, partiendo desde la encarnación: ¿Cómo el Logos puede participar de la esencia del Padre, si tiene un cuerpo que sustentar y soportar? Los arrianos pensaban, al decir de Atanasio, que el Logos cambia y se altera por causa de la carne, y de la débil condición humana de Cristo deducían la debilidad del Logos como tal. Por eso sostenían que el Logos era una creatura, creada por Dios de la nada. El Sínodo de Antioquía (324-325), al que acudieron 56 obispos orientales, presididos probablemente por Osio, obispo de Córdoba y consejero del emperador Constantino, aprobó una profesión de fe, que rechazaba las principales tesis arrianas: Jesucristo, Unigénito, nacido no del no ser, sino del Padre, no creado, sino engendrado. El Concilio ecuménico de Nicea (325), convocado por el  emperador, que asistió a él, mantuvo, poco después, el monoteismo cristiano frente a la helenización arriana y confirió a la fórmula bautismal una interpretación decisiva para el futuro de la Iglesia: Un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios, unigénito, engendrado por el Padre (de la sustancia del Padre), Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre… Los arrianos aceptaban el Dios de Dios y el Luz de Luz, pero no el Dios verdadero de Dios verdadero. Los padres del concilio de Nicea, al aceptar el polémico término omoousios (consustancial), no añadieron ninguna explicación filosófica, sino que confirmaron la tradición kerigmática (anuncio apostólico) bautismal, terminando así con toda una corriente subordinacionista (Hijo subordinado al Padre), que, explícitamennnte o no, se infiltró en varios  teólogos y. escritores cristianos de los tres primeros siglos. Por eso -escribe Atanasio- son igualmente impíos, porque consideran al Logos como uno más (entre los cristianos).- A pesar de cierta confusión primera entre los términos ousia e hypóstasis pera entender la unidad y la diversidad en Dios, el credo niceno fue el sumario básico para la recta interpretación eclesial de la encarnación del Logos. Unos y otros, ortodoxos y heréticos, se disputarán durante siglos la autoridad del credo niceno. Todos pretendían hablar de un Hijo, consustancial al Padre, que “se hizo carne”. Tomada en serio la consustancialidad del Hijo preexistente en el Padre, la consecuencia necesaria era un esclarecimiento de la relación entre Logos y mundo, entre Logos y carne. Ya no era posible empañar la transcendencia del Logos respecto al mundo y a la carne por él asumida: que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, se encarnó y se hizo hombre.

El papa Francisco

Estos dias finales del año 2013, revistas y periódicos de todo género hablan del papa Francisco. Unos para proclamarle hombre del año; otros para dar una antología de sus actos y de sus discursos; los más para recordarnos algunos de sus gestos más nuevos y sus proyectos más renovadores. Los medios de toda especie hablan con elogio de él. Y todos esperan igualmente de él, en un futuro próximo, hechos relevantes, a tono con sus gestos anunciadores y sus palabras comprometidas. Unos le comparan con Juan XXIII, otros con el primer Juan Pablo II… A mí, la verdad, me recuerda a Jesús de Nazaret, pero trasportado de las aldeas de Galilea, a las que se parece poco nuestro mundo actual, al Imperio romano, con importantes ciudades comunicadas por importantes vías de comunicación. Su palabra vibrante, su predicación alegre y divertida, su arrebatadora voluntad de convicción, su constante preocupación por los débiles, su rebelde y a la par serena crítica de lo establecido y enmohecido, su decidida salida a las periferias… ¿no son las mismas señas de jesús de Nazaret?

La Iglesia en Vizcaya

La diócesis de Bilbao, muy  joven todavía, es pionera en el ámbito de la comunicación y en el de la juventud. Ahora mismo ha dado un paso más hacia la transparencia, la responsabilidad, la veracidad y la coherencia, propósitos que lleva en su nuevo Plan de Evangelización, con su obispo al frente, encargando a la empresa Ikerfeld un estudio sociológico para analizar la percepción que de la Iglesia tiene la ciudadanía y los voluntarios que colaboran con ella. Un 54% de los mil y picos encuestados por teléfono se consideran católicos -porcentaje, por cierto, coincidente con el de los hispanos en los Estados Unidos de América-, y un 30% ateos, agnósticos o no creyentes. La falta de valores en nuestra sociedad, según los encuestados, está en el trasfonddo de la actual crisis social, y la carga de la responsabilidad la distribuyen ellos mismos entre la escuela (27%), la Iglesia (21%) y la familia (16%). Las comunidades eclesiales tienen mejor valoración que la Iglesia institucional: así, de la diocesis de Bilbao se destaca su labor social muy por encima de las demás. En cuanto a la contribución económica a la Iglesia, sólo la mitad de los católicos que hacen la declaración de la renta marcan la casilla correspondiente a ella (73%, los católicos practicantes; 29%, los no practicantes); éstos últimos tienden a marcar la casilla de otros fines sociales. – De nada sirve comparar ahora esta iglesia con la de tiempos de hombres públicos confesionales, como Sabino Arana, José María de Urquijo o José Antonio Aguirre. Una de las prioridades dentro del catálogo presentado al Consejo pastoral de la diócesis dice: Intensificar el compromiso ante las dificultades actuales y los problemas de la gente de hoy. Primero, pues, conocer para actuar; después, actuar ante lo que hay. Me parece ejemplar.

Los nuevos samaritanos

Casi un millón de personas se han quedado en España sin cobertura médica. La mayoría, inmigrantes. Asociaciones eclesiales y numerosos cristianos, de forma personal o colectiva, intentan resistir a esta discriminación y llegar a donde el Estado no llega, como lo muestra la revista VN, la mejor revista de información eclesial, en un informe publicado en el número anterior a la Navidad. La ministra de Sanidad, Ana Mato -apellido poco propicio para tal oficio- explicó en su día que la intención de restringir el sistema público sanitario era acabar con el llamado “turismo sanitario”. Como si no hubiera medidas más apropiadas para ello… Porque, además, apenas si un 1´6% de los inmigrantes tienen como motivo para venir a España beneficiarse de su cobertura sanitaria. Desde el 31 de agosto de 2012 sólo los extranjeros menores de 18 años, las embarazadas y los inmigrantes enfermos con especial riesgo de contagio pueden disfrutar de nuestro sistema de salud. Médicos, enfermeras, religiosas, sacerdotes, voluntarios…, cuyos nombres sólo Dios y algunos pocos más conocen, nos cuentan cómo en Madrid y en otras partes de España personas sin tarjeta sanitaria son atendidas, porque las consideran dentro de los supuestos previstos, les dan cita de urgencia o interpretan las normas con sentido amplio, exponiéndose no pocas veces a perder su puesto o a otras varias consecuencias, y sin que puedan asegurar en muchos casos, bien a su pesar, un tratamiento continuado. Así en el Centro de Atención Primaria de Lavapiés, en Madrid; en el hospital-residencia de Sant Camil de Sant Pere de Ribes (provincia de Barcelona) o en el Dispensario San Antonio, de Madrid, regido por capuchinos, con la ayuda de dos enfermeras de la Obra Misionera Jeús y María y 25 voluntarios entre médicos internistas y especialistas varios, que atienden de modo gratuito a lo largo de cinco días semanales, y en donde no piden ni papeles ni copagos; hasta el Samur social les lleva pacientes, que no podrían llevar a ningún otro sitio. Con menos medios y organización, pero con mucho coraje y eficacia trabajan igualmente muchos voluntarios en plataformas de información, asesoramiento  y acompañamiento a inmigrantes, para conseguir lo que necesitan en los laberintos de la Admistración o en la jungla de la sociedad moderna, como son las llamadas Yo sí Sanidad Universal, o la histórica Sociedad de San Vicente Paúl.- Nuevos samaritanos. Y cuántos más como ellos…

Ven, niño mío, no tardes…

24  de Diciembre

                                                                     Ven, ven, Señor, no tardes,                                                                                                                  Ven, que te esperamos…

Ven, niño mío, no tardes.

Si tú no vienes,

como la lluvia,

como la nieve,

como la brisa, 

como el relente,

todo se seca y se pudre,

todo enmohece, 

todo se frustra,

todo se pierde.

Ven, niño mio, no tardes.

Si tú no vienes,

como la gracia

de quien nos quiere,

de quien nos cuida

y nos protege,

todo será pasajero,

inconsistente,

nada seguro,

nada perenne.

Ven. niño mío, no tardes.

Si tú no vienes,

nadie vendrá a contentarnos,

nadie vendrá a liberarnos

de nuestra suerte,

de la vida sin sentido,

y para siempre.

Nadie…,

si tú no vienes.

Reflexiones cristológicas: (IV) Orígenes

El centro de la reflexión cristológica en el mundo de habla griega durante el siglo III, iniciada ya en el siglo anterior, fue Alejandría de Egipto. En esta teología ocupan un lugar preeminente la doctrina del Logos y la idea de la encarnación del sabio Clemente de Alejandría (+ c. 211-216 d. C.). Muy influido por el platonismo y el neoplatonismo, su reflexión comienza, como  la de Justino, por las teofanías del Antiguo Testamento, que él considera como un preparativo de la encarnación, y se atiene después al prólogo del evangelio de Juan. El prósopon (el rostro) del Padre es el Logos. Dios se hizo visible y manifiesto por medio de él, porque desde la eternidad es la imagen del Dios invisible, siendo la unidad terrena de Logos y sarx (carne) el elemento predominante. La tradición sobre el alma de Cristo está aún viva en la teología de Clemente, pero el principio de la apatheia estoica es en él tan grande, que el Logos hace de principio rector (hegemónico) -término acuñado por los estoicos- de la vida  de Cristo en el mundo -pasiones anímicas inexistentes en él-, y es el principio físico predominante en su cristología.- Orígenes (Alejandría, 125-254), discípulo de Clemente y director de la escuela teológica, fue el primer teólogo sistemático cristiano, pensador que comprende los problemas de su época mejor que cualquier otro y les da una respuesta cristiana. Orígenes ve a Cristo sobre todo como mediador de la unión del alma con el Dios escondido  y mediador entre Dios y la Iglesia, pero el camino hacia el Logos-Dios pasa por el Logos encarnado. La unidad de Cristo es el punto de partida de toda elevación En esa unidad está presente la plenitud de la divinidad, siquiera en el ocultamiento de la kénosis. La realidad humana de Cristo es como un filtro a través del cual la divinidad se comunica con los humanos, según su capacidad receptiva. Orígenes es sobre todo el teólogo del alma de Cristo. Bajo la influencia de la teología alejandrina anterior, considera ese alma como mediadora entre el Logos y la carne. Está ya unida desde la eternidad al Logos divino, con un conocimiento y amor a Dios perfectos. El Logos hegemónico, como en Clemente, ejerce la plena dirección en Cristo. Es el principio rector, que sustenta la auténtica dignidad personal del ser humano, y  anuncia ya en Oriente el concepto moderno de persona. Aunque el fundamento de la unión quede así desplazado a la esfera del dinamismo psíquico, y rebajado el elemento humano de Cristo.