Archivo por meses: diciembre 2014

Música de Navidad

 

 No sé vivir ninguna gran fiesta sin música. Y menos, la de Navidad, que hasta en los Evangelios de la Infancia aparece envuelta en músicas. Asi que me paso horas, no escuchando, sino envolviéndome, dejándome envolver, en / por la música del Oratorio de Bach y hasta del último villancico popular navideño. Este año, Dios me ha venido a ver con el concierto del Orfeón Donostiarra -que hace unos cuantos interpretó mi letrilla Y no lo esperaba nadie, que musicó Aragüés-, dirigido por José Antonio Sainz Alfaro, dado en el capilla del Palacio Real de Madrid, el 20 de diciembre de 2010, en presencia de los reyes Juan Carlos y Sofía. Con las sopranos Elena Barbé, Ana Salaberri, Leire Sarasola -subidas al púlpito de la capilla, como hadas o como ángeles-, y los baritonos Fermín Butini, Pablo Gonzalo…, todos excelentes. A clásicas obras de Haendel, Schubert o Weber, añaden otras más recientes, y de primera clase, de P. Cornelius, T. Kennedy, J. F. Von Herbeck, B. Britten (Hodie Christus natus est), J. Peris,  P. Casals (Nigra sum) o las tan populares de Gruber (Heilige Nacht) o de L. Elizalde (Los peces en el río). Los abrazos y las repetidas felicitaciones del rey Juan Carlos al director del Orfeón, al final del recital, expresan bien el regocijo y la gratitud de los oyentes. Si los ángeles -expresiones bíblico-literarias de Dios- cantan o algo parecido, no lo harán mucho mejor.- Otro de los conciertos que me ha encantado, esta vez entre los organizados por el Ayuntamiento de Pamplona “Para el tiempo de Navidad”, ha sido el de la Coral de Cámara de Pamplona, dirigida por David Guindano Igarreta, titulado Al resplandor de una estrella, con obras de Francisco Guerrero (Sevilla, 1528-1598), uno de los tres grandes maestros hispanos (junto con Victoria y Morales). El concierto, tan bien trabajajdo, con la misa Puer natus est nobis, dentro del Missarum Liber Secundus (1581), difundida extensamente en España e Hispanoamérica, como contenido principal, junto con algunos motetes y canciones villanescas (La tierra se está gozando, Niño fue de amor herido...), dek mismo autor, se convirtió en  un conjunto grandioso de canto llano, órgano y ministriles, con una música profundamente sagrada, alegre a la vez y reconfortante.

El Maestro de Horcajo

 

La Natividad (c. 1400), pintura al temple sobre lienzo, del Maestro de Horcajo, que contemplo en el Bellas Artes, de Bilbao, es un pesebre alto y cuadrado de piedra blancuzca, en el patio tal vez de la posada, dentro del cual  un niño de carne  amarillenta y rojiza, entre pañales, abre sus brazos quizás sobre su madre arrodillada, cabellos rubios, túnica blanca y manto oscuro, apenas visible sobre  su cabeza el halo dorado de la santidad. Al lado derecho, se sienta -¿sobre unas tablas?- José, túnica blanquiazul y manto sonrosado, barba blanquinegra, cabeza reclinada sobre su mano derecha, en actitud reflexiva u orante y el halo cerrado sobre la cabeza.  Una mula negra y un buey rucio, salidos no sé de dónde, asoman sus cabezotas por encima del pesebre y parecen alentar hacia la criatura. Unos desdibujados montes lejanos cierran el horizonte. Un cielo, entre azulenco y gris, confuso, cubre la escena. Tonos pasteles en todo el cuadro. Es la pura sencillez. Los objetos indispensables para que todo sea lo más subjetivo posible. Es el “nacimiento”, “belén”, o “pesebre” más elemental que conozco. Una atmósfera nebulosa, de cendales, casi onírica, o simplemente misteriosa, lo envuelve todo. Podría titularse: “El Misterio”. El Maestro de Horcajo entendió bien lo que pintaba.

El chiste de Navidad

 

Lo cuenta Forges, con sus caracteríricos trazos cómicos, y me parece de lo mejorcito, especialmente dentro del matriarcado gastronómico habitual todavía en estos días de Navidad. Está el familión comiendo el mediodía del 24 de diciembre en torno a un ama de casa con las manos en la masa, y de pronto se oye el vozarrón del padrazo de familia, que proclama:

Hoy voy a hacer yo la cena.

Todos levantan los ojos, dejan las cucharas suspensas y una sonrisa irónica se dibuja a la vez en todas las caras. Antes de cualquier otra reacción, se oye decir a la misma voz:

-¿Dónde está la cocina?

Ya viene el alba

 

Mi gallejo, mira quién llama.                                                                                                                       -Ángeles son, que ya viene el alba.                                                                                                                  

 

Hame dado un gran zumbido.

Parecía Cantillana.

Mira, Bras, que ya es de día.

Vamos a ver la zagala.

 

Mi gallejo, mira quiién llama…

 

¿Es pariente del alcalde?

¿U quién es esta doncella?

-Ella es hija de Dios Padre.

Relumbra como una estrella.

 

Mi gallejo, mira quién  llama.                                                                                                                      -Ángeles son, que ya viene el alba.

 

(Santa Teresa de Jesús)

     

 

 

Si fue de noche o de día

 

Si fue de noche

                      o de día,

sólo lo supo

                     María.

Y José,

que pintan siempre  con calva

de tupé;

con calva y barba

tardía.

No sé por qué.

 

Víspera

 

De Nazaret a Belén

su pariente el rey David

les pagó el traslado en tren.

***

¿Y, si en  vez de nene… es nena?

La pregunta merece la pena.

***

 

 

Inmaculada y Virgen

 

Conocidos mucho mejor los primeros capítulos del libro del Genesis, y periclitado el monogenismo implícito en el relato bíblico, que san Agustáin aprovechó para montar su arcaica y rígida teologia del pecado original, los  mejores teólogos actuales entienden la inmaculada concepción de la Virgen María como la posesión de la vida divina de la gracia –Kejaritoméne– desde el comienzo de su existencia; vida de gracia que le es concedida sin mérito de su parte, por la gracia preveniente de Dios (hallazgo feliz del franciscano medieval Duns Scoto) para que pudiera llegar a ser madre del Redentor, tal como Dios la habia querido para su propio Hijo: desde el comienzo de su vida ella estuvo rodeada por el amor redentor y santificante de Dios. Así María – al decir del papa Benedicto XVI- desde el momento de su concepción se revela como plenitud de significado antropológico de la vida, por cuanto invita al hombre a evitar todo temor, para experimentar, por la gracia, una existencia sorprendentemente gratificante y benéfica. (…) María no se reserva como una realidad exclusivamente suya ningún sector de su ser, de su vida, de su voluntad, sino que llega a ser propia y verdaderamene suya en la total expropiación para Dios.- Sólo desde esta concepción teológica caritológica (jaris=gracia) y no hamartiológica (hamartia=pecado) puede entenderse otra de las más bellas, tradicionales y fundantes advocaciones de María, Virgen y Madre. Sólo desde la gracia infinita de Dios puede entenderse la Virginidad de María, sin reducirla a una condición físiológica y psicológica puramente humana, que es no sólo degradarla, sino casi destruirla. La concepción del Hijo del Altísimo es cosa total de Dios Padre, que, si se sirvió de madres estériles para dar al pueblo judío líderes y profetas, se sirve de una doncella  para el prodigio capital, que es la Encarnación, por encima de cualquier fuerza y poder humanos, sin necesidad por eso de pintorescos milagros físicos y mentales, haciéndolo, por otra parte, de la manera más natural del mundo.