Cohete de San Fermín

 

Las doce del seis de julio.
Plaza del Ayuntamiento.

La mañana rojiblanca
se ha desabrochado el pecho.

Un toro barroco espera
que le suelten el resuello.

Banderas y recamados
emplazan la luz y el viento
y se despeña en el aire
un vendaval de pañuelos.

Hay un temblor en el alma
de espera, de gozo y miedo.

Llega el reloj, y la fiesta
se suelta por fin el pelo.