Estrago aéreo y humano

 

No siempre es el azar, la suerte o el destino.
Este mundo se gobierna  por leyes autónomas,
que a veces nos parecen crueles e implacables.
Se rige igualmente
por una limitada

y a la vez decisiva
libertad de los hombres.
Los hombres no son, como algunos quisieran,
monigotes de Dios o de los dioses,
tampoco robots determinados
a la virtud o al crimen.

Un experto piloto esta vez,
entusiasta de vuelos y de montes,
ha estrellado su avión contra los Alpes
-que  habia revolado tantas veces
contemplando sus nieves encendidas-,
con centenar y medio de personas,
plúrimes vidas inocentes,
a su cargo.

Razonemos si acaso
su limpia y finita libertad
no se vio oscurecida, unos instantes,
por alguna pasión impredecible.