Pilar Cañada con chal

 

         En el Bellas Artes de Bilbaao luce, estas semanas, “El esplendor de Córdoba” en sus museos y coleccciones, desde el estupendo retrato de La reina Isabel de Valois, de Juan Pantoja de la Cruz, a serigrafías y litografías de Picasso, Miró, Tapies, Saura o Arroyo. Yendo de cuadro en cuadro, me detengo en la sección de la Neofiguración clasicista, en un cuadro de un pintor cordobés, Pedro Bueno Villarejo (Vllar del Río, 1910), a quien vi por vez primera en el Artium de Vitoria, y que acaba de fallecer hace unos meses. El cuadro se titula Pilar Cañada con chal (1957) y es un óleo sobre lienzo, perteneciente a una colección de la Diputación de Córdoba. Un fondo gris azulenco. Una silla baja que acoge  la figura escultural de un joven mujer sentada, cabeza breve, faz ovalada, ojos verdes, cejas, nariz y boca correctas sobre el esbelto pilar de su cuello, desnudo su primer entorno respetadopor un un chal blanco, que a ssu vez blanquea e ilumina todo el retrato. Una mirada serena sobre un horizonte cercano, contemplativa y complaciente. El chal estiliza y vela a la vez el delgado busto de la mujer, sobre un vestido largo y vivamente estampado, los brazos desnudos, sin un solo adorno, y las manos extendidas, los dedos suvamente enlazados,  sobre las rodillas invisibles. Un cuadro clásico y moderno a la vez, que une equilibradamente la tradiciñon del retrato clásico y la figuración contemporánea, que recupera algunos de los recursos de las vanguardias del siglo XX. Un foco de belleza. Una atracción del arte. Esplendor de Córdoba, Esplendor de la pintura.