Romería a Ujué

 

         Entre las muchas romerías, celebradas sobre todo durante los meses de abril, mayo y junio en Navarra, y de las más visiblemente penitenciales -Roncesvalles, Trinidad de Lumbier, San Miguel de Ízaga, Javieradas, Ujué… -, ésta última es tal vez la más sonora, la más popular y multitudinaria.

El domingo siguiente a la festividad de San Marcos, los romeros de Tafalla, Beire, Pitillas. Santacara y Murillo el Fruto visten túnica negra sujeta por un cordón, se cubren la cabeza con una caperuza, negra  también, y llevan sobre sus espaldas la cruz de madera, entre cantos propios de cada pueblo y el rezo del rosario. Los encabezan las crucdes de las parroquias, sacerdotes y autoridades municipales. Y a todos, el árbol florido de la cruz.

Sostiene la tradición  que la primera romería llegó hasta Ujué desde Tafalla, cuando la ciudad del Cidacos se hallaba sitiada por los moros.

Desde el crucero del siglo  XVI, llamado cruz del saludo,  saluda a los romeros la Virgen del Calvario, que imita y anuncia a la majestuosa imagen románica venerada en el santuario.

Caminan los romeros entre las piedras doradas de Ujué, revestidos de siglos pasados, junto a quienes los precedieron, penitentes a fuer de hombres, con la esperanza verdecida como cristianos del común:

           Vida y dulzura, esperanza nuestra,
                                                                           Dios te salve.

La vuelta de los romeros de Tafalla a la iglesia de Santa María es más que un espectáculo. A eso de las nueve de la noche, oír desde la plaza de la iglesia a los romeros que cantan las avemarías por las últimas calles empinadas, para entrar en el templo abarrotado cantando la letanía mariana y terminar con la Salve clamorosa, es hondamente conmovedor. Hasta los polìticos agnósticos y ateos no se pierden la comitiva desde la puerta al altar mayor.