Domingo de Resurrección

 

Hombre perfecto, padeció la muerte.
Nadie pudo librarle de su suerte.

Siguió un hecho metahistórico y cierto:
Dios le levantó de entre los muertos.

Se cumplió el vaticinio de Joel
y la lúcida visión de Ezequiel.

El Padre al Hijo le exaltó a la gloria,
añadiéndole el peso de la historia.

Una historia tan seriamente humana,
que a Dios y al hombre para siempre hermana.

Demos cuerda de gozo al corazón,
porque ya es nuestra la resurrección.