La noche del 31 de diciembre,
fiesta de San Silvestre,
muchos romanos, durante muchos siglos,
arrojaron por terrazas, ventanas y balcones,
las viejas cosas que sobraban en las casas.
Era un viejo rito de fin de año:
purificación y vida nueva.
Pero nunca tiraron por la borda
aquello que los hizo un pueblo singular en la historia del mundo:
el modelo de Estado del Senado y Pueblo Romano (SPQR),
y la fe católica traída
por dos apóstoles judíos y cristianos,
Pablo y Pedro,
martirizados en Roma.