– La ley sálica quiso convertir en estatuas de sal política a todas las mujeres candidatas al trono de España.
– Los guardianes de la revolución, sobre todo si son muchos, son la mejor prueba de que no se hizo ninguna revolución en serio.
– Mejor fuera poner la mano en el pecho que poner la mano en el fuego.
– El marino José Malcampo, presidente que fue del Gobierno español, recogió una mala cosecha política y por eso se fue tan pronto del campo del poder.
– El alto el fuego siempre quiere decir que el fuego anda por los bajos.
– ¿No podían haberle dado un nombre menos amargo a la viagra?
– El revolucionario terrorista italiano Toni Negri solía afirmar que el terrorismo era el alba de la revolución. – Sí, sin duda: el alba de la revolución terrorista.
– ¿Qué hombre y hasta qué santo más claro que san Antonio María Claret y Clará?