El mitologema de las tres culturas durante la Edad Media, que incluso da nombre en algunas ciudades a calles y plazas, es decir, la convivencia pacífica y democrática entre cristianos, judíos y musulmanes, sólo fue una realidad en casos contados dentro de contadas situaciones. Lo habitual, cuando dominaban los musulmanes, fue la subordinación, cuando no persecución de cristianos y judios, y, cuando dominaban los cristianos, la subordinación cuando no persecución de judíos y musulmanes. Los testimonios son innumerables. He aqui, uno importante, el del escritor Ibn Abdun, autor de la obra Risala, en pleno siglo XI: Un musulmán no debe dar masaje a un judío ni a un cristiano, asi como tampoco tirar sus basuras ni limpiar sus letrinas, porque el judío y el cristiano son más indicados pora estas faenas, que son faenas para gentes viles. Un musulmán no debe cuidarse de la caballería de un judío ni de un cristiano, ni servirle de acemilero, ni sujetarle el estribo, y, si sabe que alguien lo hace, repréndasele. Debe prohibirse a las mujeres musulmanas que entren en las abominables iglesias, porque los clérigos son libertinos, fornicadores y sodomitas. El autor sigue diciendo que no deben venderse a judíos y cristianos libros de ciencisa escritos por musullmaneds, porque luego los traducen y se los atribuyen a los suyos y a sus obispos. Ni permitir a médicos judíos y cristianos curar a musulmanes, ya que no abrigan buenos sentimientos hacia ningún musulmán (…), porque a quien no tiene simpatía por los musulmanes, ¿cómo se les han de confiar sus vidas?