El último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela que este año de 2014 sólo un 67´8% se declararon católicos en España, frente al 78´6% de 2004, o al 83´5% de 1998. De ellos, lo mismo que de los creyentes de otra religión, sólo el 61% no acude casi nunca a los oficios religiosos. A la vez, el número de ateos llega al 10´8%, frente al 3´5% de hace quince años. Los motivos parecen ser muchos y tales cifras no se deben sólo al malestar religioso, que tampoco se explica, y que aducen ciertos sociologos. El descenso de la identificación religiosa es más acusado en los jóvenes, como todo el mundo sabe, donde la suma de no creyentes y ateos alcanza el 50% en edades entre 18 y 24 años, por encima del 46% que suponen los católicos, de los cuales el 73´2% no se arrima casi nunca a una iglesia (no sé si aqui se incluyen los funerales de compromiso). Lo que quiere decir que la mitad de la juventud no se ha socializado ya en un terreno más o menos religioso: ni familiar, ni escolar ni eclesial, como era nuestro caso y el de las generaciones que nos siguieron hasta hace poco. Las madres -podriamos resumir con J. Elzo, que lo señaló hace años- ya no hablan a sus hijos de Jesús. Ni las madres, ni los padres, ni las tías, ni las abuelas, ni los profesores. Y a los pocos que hablan no les escuchan. Vano será imaginar que les hablen los periódicos o las revistas que leen, las radios que escuchan, los programas de televisión que ven, o los medios informáticos que manejan todos los días. Menos todavía sus colegas y compañeros… De los jóvenes entre 25 y 34 años -generación decisiva, que comienza a tener hijos- sólo el 52´8% se declaran católicos y un 75´5% de los mismos casi nunca tienen contactos ni con la iglesia ni con la Iglesia.- No es como para no pensar.