Basta ver las reformas constitucionales que anunciaban el otro día cuatro de los partidos reformistas para darse cuenta de la dificultad, y hasta de la imposiblidad moral de un acuerdo próximo y común. En el único punto en que están de acuerdo los cuatro es en lo que UPyD llama laicismo y los demás, para empezar, la supresión de cualquier mención a la Iglesia católica en la hipotética nueva Constitución. Si el PSOE propone un centón de puntos de reforma, dejando aparte su programa oculto de reformas autonómicas, IU quiere ante todo un referéndum previo Monarquía-República; UPyD la devolución al Estado de las competencias legislativas en Educación, Sanidad y Orden Público; IU la constitucionalización del derecho al aborto; IU y Podemos la del derecho de autodeterminación, uniéndose así al unico caso en el mundo que es Etiopía… No sólo Rajoy, cualquier español razonante no puede menos de ser escéptico ante el estribillo de la reforma constitucional y el afán adánico de ciertos jóvenes líderes de nuestro mapa político. Lo que no quiere decir que se deba descartar cualquier cambio en nuestro Código político, teniendo igualmente en cuenta las varias elecciones a Cortes y referendums exigidos para ciertas enmiendas y reformas en este momento político y económico, que no es lo de menos. Un poco menos de demagogia y de interés particular, y una visión mucho más amplia y desinteresada nos es más necesario y útil que nunca.