Una serie extraordinaria

 

Es la publicada por la BAC, titulada La II República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano, que consta ya de cuatro volúmenes, a cargo del historiador valenciano de la Iglesia en España, Vicente Cárcel Ortí. Cárcel ya publicó dos libros como  introducción a la serie, además de sus otros muchos estudios sobre temas eclesiásticos o de relaciones entre Iglesia y Estado, anteriores o contemporáneos  a esas fechas, en varias revistas españolas y europeas. En esta serie el personaje principal es el hábil, laborioso, competente y realista nuncio Federico Tedeschini,  todo lo mundano que se quiera, autor de centenares de despachos, en italiano, a su amigo el cardenal Eugenio Pacelli (futuro Pío XII), entonces secretario de Estado Vaticano, inéditos hasta hoy, excepto algunos que publicamos nosotros en los nueve volúmenes sobre el Archivo del cardenal Francisco Vidal y Barraquer. A ellos se suma otra correspondencia menor con obispos españoles y otros personajes, eclesiásticos o no, a lo que el autor añade unas biografías minuciosas, a veces agotadoras, y otros documentos anejos, tomados de libros de memorias o de otras fuentes. El interés es excepcional. Figuras que yo creía conocer bien, como las de Segura, Múgica, Gomá, Alcalá Zamora, De los Ríos, Lerroux, y de los mismos Vidal y Tedeschini… son enriquecidas con nueva documentación, que las completa, o las desfigura, si se me permite la expresión. Por ejemplo, me parece increible el juicio severísimo de Vidal, ya arzobispo de Tarragona, contra el canónigo Gomá, posible candidato a la sede de Gerona, de la que le aleja con su informe, para luego, al cabo de los años, pedir insistentemente su elevación al episcopado. El obispo Múgica aparece en su correspondencia como el más crítico, violentamente crítico, contra el Gobierno que le expulsó de España, y, además, siempre quejoso de su suerte, también por la supresión de sus «temporalidades» y de los honores civiles para con su persona; orgulloso a la vez del aprecio y cariño de sus fieles diocesanos. Nueva me parece  la faceta del nuncio Tedeschini, enemigo acérrimo del cardenal Segura, a quien llama habitualmente «il nefasto Segura», «capo morale» de los integristas españoles y otros epítetos no menos pugnaces. Los integristas son otro de los blancos del nuncio, a quien aquéllos odiaban con todas sus fuerzas. El prepósito general de la Compañía, el polaco Ledóchówski, y su representante en España, Enrique Carvajal, provincial de León, vienen y van como unos enredadores, hasta con el mismo papa Pío XI, jugando a los dos palos del integrismo español y de las buenas maneras de Vidal y Tedeschini-Pacelli. Y así podría ir diciendo…-  Son estos libros indispensables para cualquier trabajo que tenga algo que ver con la Iglesia en España -no Iglesia de España- durante los años treinta. Yo, la verdad, los estoy devorando, día tras día…