Sobre la verde llanura aluvial que fertilizan el Ebro, el Arga y el Aragón, se asoma el desafiante espolón gris de Peñalén, hecho de cortados y bancales de yeso y arcilla, mirador alertado frente a los jinetes que llegaban del Sur bordeando el suave y seguro camino de los ríos.
El 4 de junio del año 1076, aprovechando una jornada de montería, Ramón y Ermesinda hicieron despeñar a su hermano el rey Sancho. de 36 años de edad, nieto de Sancho III de Pamplona, llamado el Mayor. Los reyes de Aragón y de Castilla, primos del asesinado, no tardaron en repartirse guapamente el Reino. El río Ega hizo de débil frontera.
Desde entonces comenzó a llamarse este trágico lugar Barranco del Rey.
Ajenos y lejanos a la historia, y símbolos de la pura geografía, se ajuntan plácidamente ahí cerca, entre tamarices, álamos, mimbreras y chopos lombardos, regalos de un conjugio feliz, los ríos pirenáicos Arga y Aragón, que llevan deformado el viejo prefijo acuático en el euskara o pre-euskara arcaico.
El más fuerte y decidido de los dos se queda con el nombre unificado aquí, pero pronto se lo echará el padre Ebro a sus mojadas espaldas.