Santa María de Eunate (s. XII) tiene toda la pinta de un elegante panteón, de una octogonal capilla funeraria junto al Camino de Santiago.
Se cuela la luz por el tejado de lajas. En capiteles y cornisas, el mundo entero de piedras, plantas, animales y hombres.
El caserón rectangular adjunto da fe de cofradías y de ermitaños.
Entre el verdor intenso e intonso de los campos de trigo la iglesita románica parece de lejos en invierno y primavera una gran ave parda que ahí se acurruca. Luego los trigos le van imitando la color madurecida de siglos y las espigas se tensan más tarde como sus columnas y columnitas, para acabar curvándose como sus arcos.
A veces la nieve le echa encima una capucha peregrina o la viste de novia tradicional, a ella, que a tantas novias y novios acoge bajo su arquería nupcial.
Planta trigueña o palomica blanca.
Atrio de vivos y muertos.
Panteón reposado y ermita peregrina.
Corro juguetón y concluso de eternidades.