El mar que ocupaba nuestras tierras bajas nos dejó, al retirarse, esta laguna, balsa o humedal, que un día fue propiedad de la Corona navarra: sus aguas regaban los campos vecinos y daban de beber al ganado.
Reseva biológica desde 1976, hoy es uno los espacios mayormente preferidos por la avifauna en todo el norte peninsular.
El ir y venir de las aves en los atardeceres veraniegos lo convierte en el momento más animado del año, junto con la contrapasa otoñal y la nidificación en la primavera.
Los ruidosos azulones o ánades reales levantan su vuelo colectivo desde las aguas lacustres. Rozan la superficie acuática los fumareles cariblancos. Corren y vuelan las numerosos fochas blanquinegraas para sumergirse luego en busca de alimento. También de caza vuelan sobre el verde y espeso carrizal las garzas imperiales, y el aguilucho lagunero espanta a una bandada de avocetas. Planea el milano, cabriolea el alcotán.
Croan las ranas, silban los sapos parteros. LLegan hasta aqui, desde Pitillas, los alborotadores vencejos, los famiilares aviones y las domésticas y piadosas golondrinas. A todos podemos ver hoy, cómodamente, y más o menos cerca, desde el discreto observatorio de las aves.
Luego, al inicio del otoño, cruzarán el cielo lagunar las palomas y se posarán las grullas levemente en en las orillas de las aguas.
Y en los ocasos mejor encendidos, los carrizos y las espadañas se sumergirán tambièn en las aguas tranquilas y templadas, para no arder en una lírica y frenética inflamación.