Voy a la Biblioteca de la Universdidad Pública de Navarra, para la que no necesito tarjeta alguna ni aval que me la haga posible, y paso entre un galante cuerpo de guardia natural, formado por airosos arces platanados, humanizados por el otoño. Los campus de las dos universidades son dos coquetos parques de muy variado arbolado que honran y enriquecen la ciudad de Pamplona,
La Universidad Pública de Navarra (1987) fue la culminación institucional-social de una larga y tenaz secuencia de esfuerzos colectivos, que venían desde los primeros tiempos de la Transición.
Luminosa, geométrica y reflexivamente andante, la diseñó el arquiteecto navarro Sáenz de Olza. Sus largas avenidas, con los árboles más representativos de Navarra, son a la vez una exposición abierta de sus mejores escultores: Aizkorbe, Anda, Blasco, Boutens, Eslava, Lenaerts, Muro, Ochoa, Salazar, Ugarte, Oteiza, y nuestro vecino Basterretxea.
Naturaleza y arte. Ciencia y humanismo.
En todas partes nos miran los ojos asombrados de la lechuza Atenea.
Sobre todo aqui, en la Biblioteca de investigadores, santuario del saber, donde conviven apaciblemente todos los demiurgos del universo.