Estaba el ex ministro don Antonio Maura ya muy distante de su jefe del partido liberal, don Práxedes Mateo Sagasta, del que acabaría separándose para pasar al partido liberal-conservador fundado por Cánovas. Era en 1898. Don Antonio escribía mucho, aunque aún no era académico de la Española ni su presidente como acabó siendo. En una de esas notas íntimas decía que, según Sagasta, la vida pública se cifra y compendia en la perenne porfía por alcanzar la dominación o retenerla, porque las ideas y los propósitos son para apoyados o repudiados según su probable influencia en la obtención del mando. De ahí que a ese tipo de dirigentes políticos «se les ve prontos a tomar y dejar, con expedita presteza, las significaciones más diversas y aun contradictorias, y sobre todo se les aprecia, a la menor dificultad, inclinados al retroceso, transacción o el aplazamiento.Todo lo que no fuera eso carecía para ellos de sentido práctico, de espíritu gubernamental y aun de la prudencia más elemental.-Toda una estampa del político de todos los tiempos, si no me equivoco. De la política más conocida.