Cuando llegan a España los primeros refugiados orientales, nos enteramos, y no por la prensa diaria, que la Comunidad española de Sant Egidio, impulsora de esta vía en Italia, y con la que colabora la Conferencia Episcopal Española, propuso hace meses al Gobierno abrir un corredor humanitario para atender a los refugiados hacinados en Líbano, Etiopía, Marruecos o Jordania, y evitar así las mafias. Las elecciones de diciembre hicieron demorar la iniciativa y ahora parece que otras vías comienzan a abrirse a la par. Por otra parte, nos llega la queja amarga de Rodrigo Miranda, religioso chileno quien, tras una experiencia de diez años en Gaza, Egipto y Jordania, es hoy, y desde septiembre de 2011, el responsable de la catedral católica latina de Alepo, la ciudad siria con 8.000 años de historia. Miranda recalca que los cristianos, de todos los ritos, son la minoría que más sufre, en Siria y cuando se van de Siria: Los medios lo ocultan, pero los cristianos no son admitidos en los campamentos de refugiados por no ser musulmanes. Esto ocurre en Oriente Medio, pero también en Europa, y nadie lo evita. Han de alojarse en casas paticulares, al mediar sus Iglesias. Pero el chileno dice aún cosas más duras; En la catedral católica latina de Alepo se repartem 17.000 comidas diarias y a nadie se le pregunta por su fe, pero en las mezquitas no ayudan a los que son cristianos. El gesto del Papa de llevarse de Lesbos a 12 refugiados y que todos ellos sean musulmanes ha causado mucho dolor aqui. Más polémica aún es su posición rotundamente favorable al presidente Al Assad y su declaración de que en Oriente el diálogo no marca la civilización sino la idea de poder: Sólo los regímenes autoritarios funcionan en este contexto. (…) Es una falacia la idea de que existe una oposición moderada en Siria.