Isa Solá era una barcelonesa que a los 19 años entró en la congregación de Jesús-María. Tras 14 años en Guinea Ecuatorial, al frente de una escuela sin recursos -donde le precedió la hermana Carmen Samaranch, que murió asesinada-, llegó a Haiti, el país más pobre de América, el año 2008, un año antes del terrible terremoto, que estuvo a punto de llevarla con él, tras haberse derrumbado la casa en la que vivía. Llegó corriendo a la escuela en la que daba clase y vio que casi todos los niños habían muerto. Enfermera y maestra, lo más duro fue para ella tener que amputar brazos y piernas de los heridos más graves. Los meses siguientes, los dedicó a impulsar un taller de ortopedia para proporcionarles las extremidades que les faltaban, ampliar todo un seguimiento psicológico con ellos, y llevar a cabo una altermativa laboral, facilitando un trabajo o concediendo microcréditos para que ellos mismos montasen su propio negoci. Isa, que nos ha dejado un ramillete de cartas preciosas, testimonio de su alta e intensa espiritualidad y de su total entrega a los más pobres, estaba llena de proyectos: tres escuelas rurales comunitarias, equipadas y listas; la formación continua; el traslado del taller de prótesis a su parroquia, más céntrica para todos; la construcción de casas para las gentes prroquianas y arreglo de techos… A una amiga, a la que devoraba el cáncer, le escribía en 2011: Espera en tu Dios, Maite, espera en tu Dios siempre, siempre. Él nos da la fuerza para superar las pruebas de la vida. Ninguna prueba es superior a nuestras fuerzas. Y ninguna prueba aparece sino para mostrar su grandeza en nosotros. Ahora es cuando todos vamos a contemplar la grandeza de Dios a través de tí. Maite, no decaigas, no llores, no dejes de luchar por la vida. Porque la vida es Dios. Tú has luchado mucho por la vida de los demás. Ahora lucha por la tuya. Y, pase lo que pase, sabes que Dios te quiere, te quiere con locura, ¿ok?. Vendré a verte y a estar contigo, aunque sea una semana…i Y, unos años antes, a su compañera de noviciado, Carmen Colomer, en el Alto de la Paz, Bolivia, le escribía: Lo que importa es amar. Tú allí, yo aqui, donde estemos… Sabemos que vamos a un mismo sitio… Pero siempre con todas nuestras fuerzas. AMAR. – A esta maravillosa mujer, joven aún, fuerte, alta, guapa, dinámica, la mataron unos desgraciados a tiros, el 2 de septiembre este año, en Puerto Príncipe,, porque querían robarle el bolso. Le robasron la vida, y robaron, sin saberlo, todo un tesoro que enriquecía al pueblo de Haití. Hoy, el DOMUND se encarna para mí en Isa Solá. No puedo quitarla de mi cabeza. Junto a miles de héores y heroínas, que han corrido su misma suerte.