¿El papa está loco?

 

El economista francés Michel Camdessus, nacido hace 83 años, hoy miembro del Consejo Pontificio «Justicia y Paz» y presidente de  las Semanas Sociales de Francia, fue un buen pesidente del Fondo Monetario Internacional, desprestigiado por otros presidentes posteriores como Rato o Strauss-Kahn, y cuya etapa la vivió como un servicio a la humanidad y a Dios para poner las manos en el barro. Camdessus comprende y justifica la frase dicha por el papa Francisco de que la economía mata, como dicha por un  sacerdote y profeta, no por un economista. Porque es fácil demostrar, afirma, que ciertos elementos del sistema económico actual son el origen de miles de muertes. (…) La  reciente crisis ha creado desempleo, sufrimientos y muerte. Detrás de ella se esconden carencias éticas gravísimas, que el papa califica  con su lenguaje de profeta, que llega a los corazones. El pensamiento económico de Francisco, según el prohombre francés, no es ni más ni menos que la Doctrina Social de la Iglesia, a la que aquél ha añadido un tono profético. Tras remarcar la influencia que tuvo la encílica Laudato sí´en la reciente cumbre del clima en París y de recordar que a los profetas se les suele martirizar, Camdessus afirma esperanzado refiriéndose al papa profeta: Con un puñado de cristianos que entiendan lo que dice y acepten comprometerse, se cambiará el mundo. No es de la misma opinión Federico Jiménez Losantos, el que fue fuera estrella mediática de la Cadena de los obispos españoles durante muchos años, quien en el diario digital de su dirección se atrevió a llamar loco al papa, malinterpretando unas palabras no muy oscuras de Francisco. Contestaba éste tal vez a la frase del periodista italiano Eugenio Scalfari de que el mandato evangélico de amor al prójimo  es el programa del comunismo, replicando cortesmente que en todo caso son los comunistas los que piensan como cristianos en este punto, y precisando que Cristo ha hablado de una sociedad donde los pobres, los débiles, los excluidos puedan decidir; no los demagogos ni los barrabases. Pero, como comentaba en la revista El Semanal Juan Manuel de Prada, los sembradores de cizaña  propagaron que el papa había afirmado que comunistas y católicos piensan lo mismo, para que los católicos chorlitos reaccionaran paulovianamente y juzgasen al Papa un peligrosos comunista.