José María Corella

 

          Hijo del escritor y poeta Faustino Corella, cofundador de Pregón, carlista y con muchos años en el Seminario de Tarazona, José Mari, como todos le llamábamos, heredó su pasión por la literatura, por la historia, por Navarra, y se abrió a los más vastos horizontes de la vida. Su profesión de economista le llevó a conocer muchos mundos de cosas y sobre todo de personas. Recuerdo con qué agradecida simpatía me hablaba del consejero socialista Tajadura, a cuyas órdenes trabajó como administrador del hospital Reina Sofía, de Tudela, y cuántas veces me expresaba su inquietud por la deriva del PSOE, convencido de la inmensa utilidad de una verdadera socialdemorcia en España, al estilo de las que él conocía en Europa. Le conocí tarde, como colabordor  externo de la revista, pero intimamos pronto y tuve la suerte de enconrtrarme muchas veces con él y otros amigos para conversar sobre Pregón, sobre literatura, sobre política, y para  estudiar proyectos comunes, alguno de los cuales no pudo llegar a puerto. Cuando todavía estaba relativamente bien, me entregó el borrador de un libro de crítica literaria, para que fuera preparando el prólogo. Hombre de mucho genio en el sentido total de la expresión, José María Corella ha sido una de las personas que más me han animado en los últimos años. No me atrevo a citar aqui, por elemental pudor, algunos de sus correos, elogiando mis escritos o el último premio Cadenas de navarra. Pero sé que así era con todos sus amigos y colaboradores. Conversador amenísimo, cultísimo, pleno de humor, empapado siempre de las últimas novedades francesas, la última vez que le visité, en Navidad, en compañía de su gran amigo José javier Viñes, me regaló el último libro de Luis Álvarez Junco sobre naciones y nacionalismos, que era uno de sus temas preferidos, y a él le dediqué, en mi último correo, el artículo crítico que escribí sobre esa obra. Últimamente, era difícil encontrar un buen día para poder visitarle y hablar con él: sobrevivía ahogándose y desahogándose, atado a la epoc obstructiva y progresiva. Ha sido valientísimo en esa larga prueba. Que Dios, en quien mucho creyó, le dé su luz y su aire vital y creador.