En los jardines de la Taconera, de Pamplona, el escultor roncalés Fructuoso Orduna (1893-1973) representó a su paisano con la veste con que cantó, por últma vez en el Real de Madrid, Il Pescatore di Perle, pocos días antes de morir, víctima de una afección laríngea. Alto, sobre el más alto monumento erigido en Pamplona a un hombre público. Porque su fama es la más alta en este País de músicos y de amantes de la música.
Sebastián Julián Gayarre (1844-1890), uno de los mejores cantantes de ópera que han existido, fue un personaje muy popular y venturado en su tiempo. Amante generoso de su familia, de su pueblo natal y de Navarra entera, hoy sigue siendo tal vez la personalidad más conocida y admirada sin distinciones por sus compatriotas. En toda Navarra se le han dedicado calles, plazas, escuelas, salas de cine y teatro, jardines, estatuas, y… hasta jotas, como a ningún otro.
La casa de Roncal (Valle de Roncal), donde nació y vivió, se ha convertido en museo público sobre la vida y obra del artista local, y en el cementerio resalta el fantástico mausoleo, esculpido por Mariano Benlliure: dos ángeles intentan arrebatar el sarcófago, mientras un tercero se inclina sobre él para escuchar la voz portentosa del tenor, en un severo marco de cruces tumbales, cipreses, hayas y abetos.
Y tras Gayarre, Navarra ha honrado, de una u otra manera, a sus mejores autores musicales: a Pablo Sarasate, compositor y violinista pamplonés, de fama mundial, siempre asociadoo por el pueblo a Gayarre; Joaquín Gaztambide (Tudela); Emilio Arrieta (Puente la Reina); Hilarión Eslava (Burlada); Felipe Gorriti (Huarte Arakil); Joaquín Larregla (Lumbier); Jesús García Leoz (Olite); Fernando Remacha¡¡ (Tudela)…
La antiquísima Capilla de la Catedral de Pamplona; el centenario Orfeón Pamplonés; la centenaria Orquesta Pablo Sarasate (antes, Santa Cecilia); conservartorios; escuelas de música; academias; orquestas de cámara; conjuntos instrumentales; grupos de cámara; coros de cámara; escolanías; escuelas de gaita, de txistu o de jota, y coros innumerables… son la mejor herencia de tales maestros y la mejor manera de preparar un futuro musical muy superior a la tradición, que se remonta a los trovadores y juglares de la corte del rey trovador navarro Teobaldo I (1234-1253), a trovadores y juglares del Camino de Santiago, y a las capillas de los monasterior y de la catedral.