Según el apasionante libro del historiador alemán, Tomás Weber, Cómo Hitler se convirtió en nazi…, no le lleváron a ello ni los años que malvivió en Viena y el antisemitismo que allí respiró, ni las aventuras del soldado en el frente de guerra, ni la revolución que estalló en Baviera en 1919… Fue tras la publicación de las condiciones de paz en julio de ese año, interpretadas de manera extremosa y unilateral, cuando aquel cabo austriaco, gris y mediocre, llamado Adolf Hitler, a quien antes no le interesaba la política; un perro perdido y cansado buscando un amo, como le describió su instructor militar Karl Mayr -que acabó en Buchenwald-; un misántropo, incapaz de colaborar con nadie, pero aficionado a perorar dominando a sus oyentes. se convirtió en un político fanático, que iba a llegar a dictador y genocida. Fue entonces cuando comenzó a pensar en cómo poder revertir aquella derrota bélica , especialmente a través del ensanchamiento del espacio vital de Alemania y la eliminación de los judíos. Fue entonces cuando comenzó a preparar su fatídico libro, escrito en la cárcel, Mein Kampf, tras su fracasado putsch de la cervecería, tras su fracasada huída de Munich y su proceso posterior.- Weber reflexiona, y nos alecciona, en las páginas finales sobre los diversos factores que causan la extremosidad y el fanatismo de cualquier persona o grupo, a veces de manera gradual, a veces de forma más rápida, recalcando la importancia de la sinergia de varios elementos perturbadores, pequeños o grandes, que entran en contacto mutuo y producen el resultado final, ya incontenible.