El Yunque, Hazte Oír…

 

          Llegó a España desde México, donde tiene largas raíces, la sociedad secreta integrista, llamada El Yunque, con sus ceremonias íntimas, vestimentas típicas y juramentos enérgicos de defender, aun a costa de la vida. la propia organización, acciones y estrategias, en orden a  instaurar el reino de Dios en la tierra. Y ay del que se desvía o traicione, porque se encontrarán con un «juez justiciero», que no es el Dios de la Justicia. Lo cuentan todo Álvaro Delgado en el libro El Yunque, la ultradrecha en el poder (2003), y, más recientemente, Santiago Mata en el El Yunque en España; la sociedad secreta que divide a los católicos (2015). Llegados a nuestro País en 1976, sus contactos fueron inmediatos con toda la ultraderecha española del tiempo. Baste decir -el último Vida Nueva les dedica unas reveladoras páginas- que de esa fuente turbia nació en 2001 la plataforma Hazte Oír, a la que siguieron  Derecho a Vivir, Más Libres, Profesionales por la Ética, el Instituto de Política Familiar, Unidad+Diversidad, Vota Valores, Abogados Cristianos, el Observatorio para la Libertad Religiosa… o la internacional CitizenGo. El grado de infiltración de El Yunque ha llegado hasta intentarlo en organizaciones pontificias como Ayuda a la Iglesia Necesitada o el Consejo Pontificio para los Laicos. Unos pocos obispos les han animado, incluso bendecido algunas de estas plataformas y hasta les han aconsejado cambiar de nombre; otros, como el auxiliar de Getafe, Rico Pavés, testigo en un juicio contra Hazte Oír, sigue echando en falta que la Conferencia Episcopal se manifieste en torno a la misma. a la que él ha prohibido cualquier actividad en su diócesis, igual que el primado de Toledo. Esperamos tambien que el Informe enviado a Roma el año 2013 tenga pronto algunos efectos prácticos. – Reconozco que, por ignorancia, firmé algunas de las iniciativas de Hazte Oír, hasta que un día, vista su orejita política partidista, los mandé al cuerno; afortunadamente, nunca les dí un céntimo de euro. Pido excusas a todos aquellos amigos a los que envié alguna vez, para compartirlas, las iniciativas firmadas por mí, aunque fueran razonables y justas.