De Txingudi volvemos al centro de Irún, el Oiasso romano, que algunos confundieron con Oyarzun, y otros con San Sebastián (la bella Easo…). Pero no, Oiasso -único topónimo primitivo vascón en todo Euskadi-, utilizado en varias de sus formas por Plinio, Estrabón y Ptolomeo, fue identificado en 1992 gracias a las excavaciones llevadas a cabo porla sociedad Arkeolan del puerto romano encontrado bajo la calle de Santiago, tras los varios descubrimientos romanos llevados a cabo desde los años sesenta: el fondeadero de Asturiaga al pie del cabo de Higuer (106 urnas de cremación); la necrópolis en la cercana ermita de Santa Elena, fuera de la población latina (más de 100 urnas). o la explotación romana en las minas de plata y cobre en las cercanas Peñas de Haya, de las que hablaré otro día. Tuvo la ciudad romana, que se fundó y creció, hacia el año 10 a. C. sobre una pendiente, a orillas del brazo de mar que llegaba hasta aquí, entre 12 y 15 hectáreas, y vivió sus tiempos de esplendor entre el año 70 y el 200 de nuestra era, coincidiendo con la mayor explotación minera, que era su principal recurso de exportación. Tras visitar, por fin, la luminosa y grandiosa iglesia-vestíbulo del siglo XVI, de Santa María del Juncal, que hoy encontramos abierta, recorremos el ámbito de lo que fue una importante urbe romana, comenzando por esta plaza, donde se hicieron algunas de las primeras excavaciones.
Encima de la iglesia, donde estaban unas populares escuelas, se encontraron en 1996 restos de las Termas, y la escuelas se convirtieron, diez años después, en Museo: el Museo de Oiasso. Un Museo cómodo, con dos pisos conectados por rampas y por el ascensor, especialmente dotado de medios audio-visuales: películas, vídeos, maquetas, mapas. modelos de barcos… Ilustrado todo con paneles sobre la historia de lo poco que sabemos sobre la ciudad, su puerto, su entorno, sus rutas viarias y marinas, y la exposición de numerosos objetos encontrados en las sucesivas excavaciones, que han podido llevarse, siempre excepcionalmente. en el centro de una ciudad actual como Irún: desde anzuelos hasta un molino de piedra, desde suelas de zapatos hasta ese sin fin de utensilios caseros romanos que estamos acostumbrados a ver en decenas de Museos del género. Pero en este caso, predominantes utensilios de pesca y de comercio portuario: desde grandes vasijas comerciales a pedazos de cuerdas, sirgas, redes… Es impresionante la colección de maderos, que fueron parte de la infraestructura del puerto, que el santo y seña de Oiasso. Sin hablar de una ejemplar actividad didáctica, con talleres, cursos de arqueología, conferencias, visitas guiadas, excursiones, intercambios…Ahora mismo, se organiza una viaje a Zaragoza para visitar el puerto romano, el teatro, y en el camino, la estación de Los Bañales.
Al Museo se entra por un bar-cafetería, con terraza, muy concurrido, que, además de financiar el Museo y hacer de él un lugar alegre y bullicioso, a veces, ay, no deja escuchar bien los audios y molesta un tanto la contemplación silenciosa de todo este hallazgo arqueológico.