Los cuatro evangelios comparten la irrupción de Judas en Getsemaní con un grupo autorizado por las autoriades judias y la identificación de Jesús. Sólo Juan menciona la presencia de tropa romana. Si Marcos dramatiza la escena con el beso de Judas, Juan lo hace con la autoidentificación solemne del mismo Jesús.
Los cuatro evangelios tienen en común el corte de la oreja del sirviente del sumo sacerdote, y parece que se trata de un elemento antiguo. Probablemente el agresor no era un discípulo de Jesús, según la versión de Marcos: su identificación concreta señala un desarrollo posterior del relato, ulterior al primer evangelista. El hecho de que en otros evangelios Jesús exprese su desagrado sobre tal acción indica que los primeros cristianos consideraban desconcertante este incidente, al ser identificado el autor como un discípulo.
A la más antigua tradición del relato de la Pasión pertenece asimismo la huída de los discípulos, que, por su naturaleza, no pudo ser inventada, aunque Lucas lo omita, ya que éste suele evitar lo que pueda deslustrar el buen nombre de los amigos de Jesús. El caso del misterioso joven, aspirante a discípulo, que huyó semi desnudo -histórico o no- viene a ser la culminación del fallo general de los seguidores del Maestro, entre los que estará el Pedro de las negaciones. Lo que seguramente confortaba a la comunidad de Marcos en la Roma de las pruebas y persecuciones a los cristianos, de mediados del siglo primero, a las que algunos de ellos no habían podido resistir.