Conocí de cerca a la tafallesa Inmaculada Jurío, cuando, junto a Javier Remírez -los dos muy jóvenes-, formaron parte de la Gestora nombrada por la Comisión ejecutiva federal del PSOE en 1995, tras el caso Otano, cuando todos, por unanimidad, votamos a favor de la salida del Gobierno foral, en aras de una regeneración ética del partido. La reacción del PSN, azuzado por la comisión ejecutiva destituida, salvo el núcleo de la UGT y media docena de Agrupaciones, fue brutal. Fuimos tachados de traidores, fascistas, franquistas, derechistas, títeres de UPN…, porque con esa decisión decíamos no al Gobierno foral a cualquier precio, a toda costa, de cualquier manera, con quien fuera (entonces con EA y CDN) y como fuera.
He lamentado en las biografías de Remírez y de Jurío, publicadas recientemente, el «olvido» de su pertenencia a la Gestora de 1995-1996, lo que, en principio, debiera llenarles de orgullo militante. Y, como ya he escrito alguna vez, de aquellos polvos, y de algunos anteriores, vinieron estos lodos de hoy: el poder (¡el podercito!) a toda costa.
Cada uno siguió después su camino. En la Legislatura pasada, la parlamentaria socialista Inma Jurío se hizo famosa por haber declarado en no sé qué comisión que ella no aprendía euskera porque no le daba la gana. Palabras que algunos medios recogieron como heroicas. Las mismas que en los sectores de Cuatripartito autodeterminista le valieron la fama de fanática y ultraderechista, un verdadero demonio españolista, vamos.
Pues hete aqui que, hace unos días, vemos y oímos a Inma Jurío -ahora vicepresidente primera del Parlamento, tras haber fracasado su circunstancial candidatura a la presidencia en favor de un peneuvista– salir en tromba de su institucional y silencioso menester y arremeter contra Navarra + o Navarra Suma, que demoniza el euskera, mientras que el PSN mantiene una posición correcta, consecuente y equilibrada en la política lingüística.
No soy experto en la cosa ni he seguido, paso a paso, la política lingüística de UPN durante todos sus casi treinta años de gobierno. Pero he oído a quienes saben más que yo quejarse de lo mucho que ha hecho por el vascuence/euskara en todos los órdenes -ikastolas alegales incluidas- para el poco provecho que ha sacado de ello y para las continuas diatribas que ha recibido.
Sea lo que sea, que aqui es sólo tema accidental, quiero recalcar cómo el nuevo Cuatripartito/Pentapartito ha querido sacar a la palestra a la antigua endemoniada españolista a demonizar a la coalición españolista de hoy, haciendo ver al mundo el cambio operado en el PSN-PSOE en ese punto. Sus abrazos jubilosos con Mayorga Ramírez y otros jerifaltes bildutarras el día de la constitución del Parlamento, no exigidos por el guión, lo hacían prever.
Pero queda en pie la pregunta principal: ¿quién ha demonizado de verdad el vascuence/euskara: los españolistas, cada vez más divididos y enfrentados, con sus aciertos y errores, o los viejos y nuevos, directos o indirectos, secuaces de ETA-Batasuna en todos los terrenos?