En su último libro, El clamor de los excluidos: Reflexiones cristianas ineludibles sobre los ricos y los pobres, el catedrático de la universidad de Comillas, el brilante teólogo y sociólogo Luis González-Carvajal parafrasea al cardenal francés Marty, al afirmar que resulta difícil entender que haya ricos con alma de pobre en un mundo de hambrientos de pan. Este excelente manual de teología pastoral estudia la justicia y la caridad como dos manifestaciones de la mejor tradición cristiana; dos frutos de esa caridad, que algunos todavía confunden con la limosna, son la comunicación cristiana de bienes y el voluntariado social. Una Iglesia que practique la caridad (de jaris: gracia, gratuidad, donación) de la mano de la justicia -sostiene el autor- no resultará competidora del Estado de bienestar y sus prestaciones, sobre todo si aúna a la vez la asistencia, la promoción y la transformación de las estructuras. ¿Caridad política? Sí, en el mejor sentido de la expresión.