En el artículo 2 de su Proyecto Ponencia Estatutaria de Unión del Pueblo Navarrro (UPN) para su 12º Congreso, a finales de este mes de marzo, leemos textualmente que el partido promueve los valores del humanismo cristiano, el respeto de los derechos humanos y de la dignidad de la persona desde su concepción. Defiende la defensa de la vida; en consecuencia es contrario al aborto…
Para que veamos cómo en este punto la división de los católicos en España (y en todo el mundo) es grande, comento el «juego de cartas», entre José Ignacio González Faus y Margarita Benedicto, publicado en la revista humanista El Ciervo, hace solo unos meses. González Faus, jesuita, es un reconocido teólogo y profesor valenciano, autor de numerosos libros. Declara ser partidario de la despenalización del aborto por razones no de moral sexual, sino de ética política, porque la autoridad no está obligada a prohibir todo aquello que es inmoral y menos en una sociedad que él llama laica y tan plural como la nuestra. Porque la alternativa no es aborto sí-aborto no, sino clandestinidad-despenalización. Con el mismo argumento, añade, la moral más tradicional aceptó no penalizar la prostitución. Ahora bien, frente a la abortistas desmesuradas dice que el derecho de disponer del propio cuerpo no rige cuando hay en el propio cuerpo algo que no es totalmente mío y que no es consecuencia de una agresión, sino que ha sido recibido libremente.
Margarita Benedicto, ginecóloga y cristiana, también está a favor de la despenalización y a favor de una ley de plazos como la española actual, y por mismas razones que las del teólogo citado. Considera el aborto un mal moral sin paliativos, efecto en la mayoría de las veces de una actuación irresponsable, y califica el argumento del propio cuerpo de auténtica falacio biológica, ya que el embrión no forma parte del cuerpo de la mujer, es un ser diferente, que solo transitoriamente necesita el cuerpo de la mujer para desarrollarse. Se sorprende igualmente de que nadie se acuerde del varón, ¡como si los hijos no fueran también suyos! Por todo ello hablar de un derecho al aborto le parece profundamente desacertado. Nadie habla, por ejemplo, del derecho al adulterio o al consumo de pornografía, acciones que tampoco merecen sanción penal. Si hablamos del derecho al aborto, estamos dando un contenido positivo, estamos reivindicando como necesaria y deseable una realidad dolorosa y negativa, una zona oscura del ser humano que no hay que trivializar, ni bendecir acríticamente. Esta realidad debe tratarse con pragmatismo y equidad desde un punto de vista político y legal, pero una sociedad moralmente sana debe también lamentarla e intentar evitarla con una adecuada formación humana y sexual.
Por desgracia, esto último no lo hacen ni la sociedad ni el Estado. NI siquiera lamentar la realidad del aborto. No está de moda, no se lleva, no es políticamente correcto, nadie se atreve. Por eso es de resaltar la sinceridad y la valentía del programa de UPN.