El profeta Oseas, oriundo del reino del Norte, es contemporáneo de Amós, pero no parece que haya visto la ruina de Samaría, el año 721. Fue el período que vivió muy sombrío para Israel: conquistas asirias de 734-732, revueltas interiores, cuatro reyes asesinados en quince años, corrupción religiosa y moral… Oseas se había casado con uma mujer a la que amaba y que le abandonó; pero siguió amándola y volvió con ella después de ponerla a prueba. Esta dolorosa experiencia personal se convierte en símbolo de la conducta de Yahvé con su pueblo. Todo su mensaje tiene como tema fundamental el amor de Dios despreciado por su pueblo. Oseas arremete sobre todo contra las clases dirigentes de la sociedad: los reyes degradados y degenerados, o los sacerdotes, ignorantes y rapaces. Igual que Amós, Oseas condena las injusticias y las violencias contra el pueblo más débil y pobre, aunque insiste más que aquél en la infidelidad religiosa para con Yahvé, asociado a Baal y Astarté en el culto licencioso de las colinas.
Una y otra vez el profeta condena los crímenes de Israel y de Judá y anuncia el castigo de sus iniquidades:
Escuchad la palabra de Yahvé, hijos de Israel, / que Yahvé pone pleitos a los habitantes de esta tierra, / pues no hay fidelidad ni amor, / ni conocimiento de Dios en esta tierra, / sino perjurio y mentia, asesinato y robo, / adulterio y violencia, sangre y más sangre... ( 4, 1-2).
(…)
El vino y el mosto hacen perder el sentido. / Mi pueblo consulta a su madero / y su palo le instruye, / porque un espíritu de prostitución le extravía / y se prostituyen sacudiendose de su Dios. / Sacrifican en las cimas de los montes, / queman incienso en las colinas, / bajo la encina, el chopo, o el terebinto, / ¡porque es buena su sombra! (4, 11-13).
Los sacerdotes son blanco continuo de las adminiciones y amenazas del profeta:
Como bandidos emboscados / son la pandilla de scerdotes; / asesinan por el camino de Siquén, / y cometen infamia ( 6, 9).
Los reyes y los príncipes son borrachos, agitadores, intrigantes, coléricos, devoradores de jueces, infieles a Yahvé;
Han entronizado reyes sin contar conmigo, / han nombrado príncipes sin mi conocimiento. / Con su plata y su oro se han fabricado ídolos, / para su perdición (8, 4).