El profeta Miqueas era originario de Moreset, en el reino de Judá, al oeste de Hebrón. Actuó en los reinados de Ajaz y Ezequías, antes y después de la toma de Samaría (721 a. C) y quizás hasta la invasión de Senaquerib (701). Fue en parte contemporáneo de Oseas y, por más tiempo, del primer Isaías. Por su origen campesino se parece al profeta Amós, con quien comparte el lenguaje concreto y a veces rudo contra los grandes señores, el juego de palabras y las rápidas imágenes literarias. Nada sabemos de su vida ni de su vocación profética. Al igual que su predecesor, fustiga a los ricos acaparadores, a los acreedores despiadados, a los comerciantes fraudulentos, a los sacerdotes y profetas codiciosos, a los jefes tiranos, a los jueces venales:
¡Ay de aquellos que planean injusticias, / que traman maldades en sus lechos / y al despuntar el día las ejecutan, /porque acaparan el poder! / Codician campos y los roban, / casas y las usurpan; / atropellan al hombre y a su casa, / al individuo y a su heredad. (2, 1-2).
Escuchad esto / jefes de la casa de Jacob, / y dirigentes de la casa de Israel, / que aborrecéis la justicia / y torcéis todo el derecho, / que edificáis a Sión con sangre / y a Jerusalén con crímenes. / Sus jefes juzgan con soborno, / sus sacerdotes enseñan a sueldo, / sus profetas vaticinan por dinero, / y se apoyan en Yhavé diciendo: / ¿No está Yahvé en medio de nosotros? / ¡No nos alcanzará ningún mal. (3, 9-11).
¿Tengo que soportar / la casa del malvado / con riquezas injustas / y una medida escasa e indignante? / ¿Daré por justa la balanza tramposa / y la bolsa de pesas fraudulentas? / Sus ricos [de la ciudad] están llenos de violencia, / sus habitantes dicen falsedades / y tienen lenguas mentirosas! (6, 10-12).
¡Los fieles han desaparecido del país, / nos queda un justo entre los hombres! / Todos planean asesinatos, / cada cual tiende trampas a su hermano. / Adiestran sus manos para el mal: / el príncipe impone exigencias, / el juez actúa por soborno, / el poderoso declara su propia codicia / y él y ellos lo traman. / Su bondad es como un cardo, / su rectitud como un espino. (7, 2-4).