La respuesta que recibió del periodista Arcadi Espada, bien conocido en este Cuaderno, debió de confirmar grandemente la experiencia de la que se lamentaba en su exposición el teólogo José Ignacio González Faus. Tras una maligna alusión a la citada Rahola, santa de la antidevoción de Espada, éste va directo a la cosa: la relación de nuestros contemporáneos con el que los cristianos llaman Cristo no tiene nada que ver con la fobia, sino con la indiferencia. No es que Cristo haya muerto, es que ha dejado de tener interés. Si, como cualquier otro grandioso relato del pasado, suscita la atención permamente de los estudiosos y la curiosidad cíclica de las generaciones, su actividad en nuestro mundo ya es similar a la que ejerce una bella y poderosa ruina. ¿A qué llamará Arcadi Espada nuestro mundo?
Para el periodista catalán, el relato místico cristiano sobre el mundo, al que opone el de la observación del mundo -¡como si los cristianos fueran del todo ajenos a este último!– comenzó, hace dos siglos, a hacerse ridículo y tuvo que ser alojado en los dominios regalados de la metáfora, donde sigue. Es un mundo que se va y harían bien los cristianos en reconocerlo. Por cierto, la metáfora ha sido siempre el alojamiento de todo lo que es no rigurosamente medible y pesable, y no sólo lo místico, sino gran parte de lo más valioso que posee el ser humano.
Si los intelectuales naturalistas no leen a los religiosos -¿no son muchos de ellos religiosos y naturalistas al mismo tiempo!?- es, según Espada, porque no les es necesario, cosa que no ocurre a la inversa: donde les es tan necesario como coger un avión y comprobar que no se cae. La diferencia es la misma que la que hay entre el rezo y los antibióticos. Es una cuestión puramente técnica: es la imaginación la que necesita a lo real, y no viceversa. Como el comer, exactamente, lo necesita, siendo con lo que trafica y de lo que se alimenta.
Así de sencillo. Claro que, si el cristianismo es solo, como deja caer el mismo autor, una ficción sobre el hombre –de la que el rezo es fundamental expresión-, o una mera imaginación, todo acaba siendo tan sencillo o técnico como apunta el célebre periodista Arcadi Espada.