La política española, entendida como el juego cotidiano de los partidos y de los gobiernos, aun en medio de la gravísima crisis que nos ha traído la pandemia, no está siendo sino el reflejo de una sociedad profundamente dividida, fragmentada, en gran medida exasperada, poco fundamentada, poco cohesionada, sin apenas valores comunes serios… Una sociedad débil, enferma no pocas veces. Los pocos vínculos que nos quedan son cada día menos y poco estables. El pasado nos sigue separando mucho. El presente presenta pocos alicientes para unirnos y congregarnos. Y del futuro apenas si se preocupa nadie.
Veremos si la tragedia que padecemos nos reúnee y agrega o nos disgrega más todavía. Preveo una larga etapa de acusaciones, recriminaciomes, ajuste de cuentas… en el ámbito civil, social y judicial. El político será de nuevo reflejo de los anteriores.
La Nación debilitada -lo venimos padeciendo muchos años ya-, lo mejor del Estado, mucho más fuerte, es eso que se llama Administración, que no eso que llamamos Política. Y la Política está haciendo mucho daño tambien a la Administración.