Hace días envié al periódico un artículo defendiendo a la Unión Europea de los malandrines que quieren también culparla de la mala gestión de la pandemia. Y tarda en publicarse. Es curiosa la reticencia de los medios informativos españoles ante la UE. Casi nunca hablan de ella y son más propicios a publicar trabajos escépticos o negativos que positivos y encomiásticos.
Si a la Unión los Estados miembros no han querido hasta ahora dotarla de competencias sanitarias, ¿por que ahora pedirle cuentas? ¿Acaso las Comunidades Autónomas españolas, que juegan a Estaditos a todas horas, quieren traspasar a la UE las facultades de que gozan hoy en día? ¿Entonces?
Enumero en el trabajito los tres principios que rigen las relaciones entre la Unión y los Estados miembros, entre ellos el de subsidariedad. Pero ¿quién se cree hoy incapaz de gestionar cualquier proyecto, necesidad o urgencia para dejarlo en manos de la instancia más eficiente?
Con todo, junto a la polémica e ingente cantidad de fondos que derramará la UE en los Estados miembros – ¡y no todos pueden ser a fondo perdido!-, que llevará largos y enconados debates, también se llegará a preguntar por el papel de Europa en casos de epidemias, pandemias, estados de emergencia o catástrofes similares. Dado el caos habido durante la peste en muchos de esos Países, algunos entre los más ricos del mundo, ¿una catátrofe planetaria mundial la vamos a remediar en nuestros ayuntamientos, comarcas, provincias y comunidades? ¿O con nuestros ministerios nacionales horros de cualquier competencia real y de cualquier estructura organizativa? Vamos, hombre…