Releyendo a Herder

 

         Releyendo a Herder, he dejado a un lado por fin mis pre-juicios o mi limitada comprensión y me he convencido de mi vieja hipótesis de que un intenso amor a la nación, a sus elementos fundantes, no lleva a un nacionalismo peligroso o perverso, excesivo o exasperado. El poeta y filósofo de Mohrungen no fue un nacionalista de tales tintes. Fue un humanista cabal, un europeísta sereno y un inter-nacionalista sincero. Como lo fue Vico o el mismo Mazzini. Su crítica al internacionalismo ilustrado fue, en general, acertada. La nación no está de por sí reñida con el universalismo y menos con el inter-nacionalismo, si es que estos dos sustantivos llevan dentro algún peso real. La pertenencia, concepto clave en Herder, es clave también en el hombre. El hombre es un ser perteneciente por naturaleza y por vocación. Pertenece y es pertenecido: es un ser de pertenencias. Y de ellas tiene quedar razón.