Del castro de Leguin al de Santa Águeda (I)

 

       Nos detenemos un rato debajo del Alto de las Tres Cruces para ver el lugar de la memoria en torno a un monolito que recuerda a los fusilados en 1936 en estos parajes cercanos. Algunos nombres conocidos. Pero que fuera el fasciomo quien cometió esos crímenes es tan impreciso e incorrecto como decir que todos los fusilados fueran estalinistas. Seguimos hacia Leguin. Lo vimos hace muchos años, porque da a la vista. Encontramos allí a un chaval con un detector de metales; quizás a estas alturas sea ya un arqueólogo notable. Estudiaron el yacimiento en 1943 Taracena y Vázquez de Paga, y, años, después, Amparo Castiella. Aquellas excavaciones sacaron a la luz, casualmente, además de restos de inhumaciones, instrumentos agrícolas, como azadas, escardilos, hoces, frenos de caballo…; y de caza, defensa y uso doméstico, como espadas, puntas de lanza, punta de flecha, jabalinas, regatones, cuchillo y hacha…

Es  día de noviembre con nieblas altas y espesas, bien visibles en las peñas de Etxauri o sierra de Sarbil. Atravesamos desde la carretera una pieza de cereal recién sembrado y algo húmedo por las lluvias recientes. Nos sobrevuelan un par de buitres. El tractor, como todos los tractores, va conquistando cada año unos centímetros más de tierra al islote rocoso, que en forma  de farallón se yergue al norte del valle de Etxauri, frente al río Arga. Subimos a él bajo un rodal aislado de pinos.

Uno de los buitres pasa junto a nosotros y parece quedarse en la parte sur del castro. Lo primero que vemos en el flanco suroccidental es la pared rocosa como cortada a pico, que continúa por el sur, abriendo un enorme foso natural, que llenan en parte. todavía en la pendiente, una masa de pinos de repoblación. Bello espectáculo de todo el valle aluvial, recortado por los cortados -tal vez los más extensos de Navarra- que ha ido haciendo, en un extenso arco, el río Arga, en el que acaba de desembocar el Arakil, bajo el Mirador de la Peña, paraje idílico, regocijado por los sotos, que aún sostienen en los chopos más bajos las últimas hojas encendidas, titilantes. Por el valle se suceden los sembrados rojizos, ocres, ocriverdes o verdes, según el calendario de la siembra. Y palidecen ya los campos de cerezos, menos el más cercano al río, que aún mantiene el fulgor entre anaranjado y grana blando. Más cerca de nosostros, un gran finca entre pinos y cipreses, y la central eléctrica. Y, tras un tramo de pequeñas huertas, la parte antigua de Etxauri, ajardinada y señorial. Otro buitre, si no es el mismo, sale de la parte sur del roquedo.

Andando andando contra las hierbas altas y la maleza de monte bajo, donde domina el escaramujo, vemos restos de las plantas de algunas viviendas celtibéricas talladas en la roca. Iremos luego por el camino, al sur del farallón, desde donde mejor ser ve la estructura del castro, pero sólo en las fotos de Asunción podremos distinguir los restos de la muralla de piedra, que reforzaba la protección natural cerrando los huecos que dejaba la muralla rupestre. Ya en la parte más alta y oriental del promontorio, vemos algunos agujeros circulares abiertos en la roca, que seguramente soportaban las estructuras de madera de las habitaciones de los pobladores prerromanos o tal vez de puertas o defensas del poblado. La entrada al mismo entre dos grandes rocas y la rampa de subida  es lo más visible del conjunto. Tras una de las rocas de entrada hay una destartalada cabaña de cazadores. Debajo está la famosa cueva de Leguin, donde Carlos Benito encontró una laja de piedra caliza con arte rupestre esquemática, conservada en el Museo de Navarra, tal vez procedente del Neolítico. De color rojo y negro, la laja tiene 23 motivos, entre ellos, zoomorfos (cuadrúpedo y ave), petroglifos y otros  A uno le gustaría bajar a la cueva, con varias bocas de entrada, pero el miedo  mítico de algunas personas a las espeluncas y, a la par, esta vez, a los buitres,  no le dejan a uno cumplir su deseo.

Ahí abajo está Ibero, que algo dice de sus posibles y primeros pobladores. Casi una isla entre el río Arga y su  afluente el Arakil. Pueblo fluvial y termal donde los haya.