Hoy, Día internacional de los Derechos Humanos, mi mente y mi recuerdo agradecido va, como todos los años, al Consejo de Europa (1949), la institución en el mundo que más se preocupa de ellos, como pude ver de cerca los cuatro años que estuve en su Asamblea. Desconocido de casi todos, confundido no pocas veces con el Consejo Europeo, el Consejo de Europa agrupa a 800 millones de ciudadanos, 47 Estados, 630 parlamentarios nacionales y cuenta con mecanismos únicos como la Asamblea Parlamentaria, el Congreso de Poderes Locales y Regionales, la Conferencia Internacional de Oenegés, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la Comisión para la democracia por el Derecho, el Comité para la prevención de la tortura, el Grupo de Estados contra la corrupción, o el Centro Eeuropeo contra el racismo y la intolerancia.
Su finalidad primera es promover los derechos humanos, el Estado de Derecho y la Democracia, garantizando sobre todo la eficacia permanente del Convenio europeo de Derechos Humanos (1950) y sus protocolos adicionales, uno de sus frutos mejores. Otra de sus finalidades es reforzar la seguridad de los ciudadanos europeos, combatiendo el terrorismo, la corrupción, el crimen organizado, la trata de personas o la violencia contra la mujer, y promover la ética en biomedicina y el desarrollo duradero. Dentro de sus propósitos fundacionales está también la construcción de una Europa más humanas, garantizando la cohesión social, promoviendo la ciudadanía europa, la cooperación entre la juventud y el diálogo intercultural.
Más de 220 convenios entre los Países miembros ha instituido el Consejo sobre todos los aspectos relevantes relacionados con los Derechos Humanos, el Estado de Derecho y la Democracia. Uno de ellos fructificó en la Comisión de Venecia sobre la calidad de la Democracia, y otro en Carta Social Europea, que fundamenta nuestros derechos sociales.
El Consejo de Europa es el fundamento moral, cultural y político de la un día Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea. Esta debería utilizar mucho más el foro único que ofrece el Consejo de Europa, su institución hermana mayor, con un presupuesto mucho menor, para apoyar, por ejemplo, el diólogo intercultural e interreligioso en el mundo, así como llevar a cabo una más intensa cooperación jurídica buscando una complementariedad entre los textos jurídicos de ambas.